Una buena noticia para los adictos a la atmósfera Murakami: la próxima semana aparecerá en las librerías españolas una de sus primeras obras. Con el título de Baila, baila, baila, Tusquets editaDansu, dansu, dansu. Y nosotros en EL PAÍS te avanzamos en exclusivo un capítulo de la novela.Puede verlo aquí.
Esta obra fue publicada en Japón (por Kodansha) en 1988 y nombre, al igual que ocurrió con Norwegian Wood (inspirada en una canción de los Beatles), tiene una referencia musical, una canción de los Beach Boys, Dance, dance, dance. Haruki Murakami (Kioto, 1949), un apasionado de la música que llegó a regentar en Tokio un club de jazz, puebla las páginas de sus libros con referencias de canciones. De hecho en Baila, baila bailasurgen de banda sonora a las andanzas de los protagonistas temas de grupos de los ochenta, como Human League. Pero esto no es lo (más) importante.
El hilo conductor de Baila, baila, baila es un amor imposible, encuentros tejidos con desencuentros… El protagonista, llamado Hiraku Makimura (anagrama del escritor), es un redactor free lance todoterreno que, llevado por un impulso nostálgico, vuelve a un hotel donde pasó unos días con una amante. A partir de ahí se despliega el universo del autor japonés.
Los murakamistas encontrarán Baila, baila baila apuntes de obsesiones (y líneas maestras) del autor. El sueño confundido con la realidad, el “otro lado” que impone su presencia, el espíritu de las cosas inmateriales, los mensajes de la naturaleza (esa lluvia o esa Luna que habla o avisa) los silencios, lo que se desea decir pero al final no se dice, la pérdida (la mujer, la amante, la madre…) el desasosiego, la locura que se impone como cordura, el destino inevitable…
Y, por supuesto, la habilidad de Murakami para atrapar con su narración, con divagaciones que nunca pierden ritmo y que sitúan un paisaje audiovisual en la mente de sus lectores. Lo cotidiano se vuelve extraordinario y lo sorprendente o absurdo se manifiesta posible. No falta la ironía, el cinismo, en el dibujo de los personajes y de sus acciones y sus vidas adquieren a veces una dimensión de thriller, de unas aventuras cuyo desenlace sigue perpetuando el enigma.
((Link del video de Tusquets http://www.youtube.com/watch?v=C24rJsjlD3E&feature=youtu.be
Fuente: http://blogs.elpais.com/papeles-perdidos/2012/08/el-baile-de-murakami.html
viernes, 31 de agosto de 2012
jueves, 30 de agosto de 2012
María Dueñas te regala un capítulo de su nueva novela, ‘Misión olvido’
Misión olvido, la segunda novela de María Dueñas tras el enorme éxito de El tiempo entre costuras, llega hoy a las librerías con 350.000 ejemplares. Una cifra altísima que pone a la venta la editorial Temas de Hoy, acorde con la demanda. Su primer libro lleva vendidos más de un millón de ejemplares solo en nuestro país y se ha traducido a más de 30 idiomas.
La fecha de publicación es curiosamente idónea, teniendo en cuenta el transcurrir de la obra. Son tiempos de regreso al trabajo, a la cotidianeidad, a la rutina… aunque el verano que se va puede dejar heridas de las que no cicatrizan fácilmente. Blanca Perea, la protagonista de Misión olvido, lo sabe bien. Cuando regresa a su despacho terminadas las vacaciones el mundo se le viene encima, necesita huir. Su marido se ha marchado con otra mujer; ella tiene que comenzar de nuevo su vida. La novela es una exploración personal pero también una toma de contacto a través de archivos con los académicos españoles que acabaron en Estados Unidos, tras la Guerra Civil, y el legendario Camino Real fundado por los franciscanos.
María Dueñas (Puertollano, Ciudad Real, 1964) ha elegido en exclusiva para los lectores de EL PAÍS un pasaje de su novela: “Elijo este tercer capítulo porque en él toma forma el triángulo de los principales personajes que sustentarán la trama. Blanca Perea por fin contempla las viejas imágenes del profesor en cuyo legado está trabajando. Conoce además a Daniel Carter, un hispanista americano cuajado y atractivo que oculta mucho más de lo que su aparente simpatía deja entrever. A partir de ahí se desencadena un entramado de pasiones cruzadas, deudas pendientes, intrigas soterradas y puertas sin cerrar”.
Elijo este tercer capítulo porque en él toma forma el triángulo de los principales personajes que sustentarán la trama
La fecha de publicación es curiosamente idónea, teniendo en cuenta el transcurrir de la obra. Son tiempos de regreso al trabajo, a la cotidianeidad, a la rutina… aunque el verano que se va puede dejar heridas de las que no cicatrizan fácilmente. Blanca Perea, la protagonista de Misión olvido, lo sabe bien. Cuando regresa a su despacho terminadas las vacaciones el mundo se le viene encima, necesita huir. Su marido se ha marchado con otra mujer; ella tiene que comenzar de nuevo su vida. La novela es una exploración personal pero también una toma de contacto a través de archivos con los académicos españoles que acabaron en Estados Unidos, tras la Guerra Civil, y el legendario Camino Real fundado por los franciscanos.
María Dueñas (Puertollano, Ciudad Real, 1964) ha elegido en exclusiva para los lectores de EL PAÍS un pasaje de su novela: “Elijo este tercer capítulo porque en él toma forma el triángulo de los principales personajes que sustentarán la trama. Blanca Perea por fin contempla las viejas imágenes del profesor en cuyo legado está trabajando. Conoce además a Daniel Carter, un hispanista americano cuajado y atractivo que oculta mucho más de lo que su aparente simpatía deja entrever. A partir de ahí se desencadena un entramado de pasiones cruzadas, deudas pendientes, intrigas soterradas y puertas sin cerrar”.
Elijo este tercer capítulo porque en él toma forma el triángulo de los principales personajes que sustentarán la trama
Los paralelismos entre personaje y autora son numerosos. Su protagonista, profesora de universidad, como Dueñas, intenta rehacer su vida en Estados Unidos —la escritora ha sido profesora de inglés—. En su desembarco por tierras norteamericanas, lo que parecía una ocupación modesta para volver a empezar, poco a poco se convierte en una experiencia intensa llena de descubrimientos.
No hay tregua para esta profesora de la Universidad de Murcia reconvertida en escritora que aún se encuentra inmersa en las tareas de promoción de El tiempo entre costuras. Concretamente, hoy visita Londres para dar un empujón a dicho trabajo.
Misión Olvido tendrá una presentación oficial muy significativa en un acto de cara al público en el Museo del Prado el próximo 13 de septiembre.
DESCARGABLE Lee aquí un adelanto de 'Misión olvido'
Fuente: http://cultura.elpais.com/cultura/2012/08/29/actualidad/1346233266_728172.html
No hay tregua para esta profesora de la Universidad de Murcia reconvertida en escritora que aún se encuentra inmersa en las tareas de promoción de El tiempo entre costuras. Concretamente, hoy visita Londres para dar un empujón a dicho trabajo.
Misión Olvido tendrá una presentación oficial muy significativa en un acto de cara al público en el Museo del Prado el próximo 13 de septiembre.
DESCARGABLE Lee aquí un adelanto de 'Misión olvido'
Fuente: http://cultura.elpais.com/cultura/2012/08/29/actualidad/1346233266_728172.html
El ojo del escritor
En la historia de la literatura los escritores han mantenido con la pintura una relación definida por André Breton como “un poder de exaltación recíproca”. Que este recorrido comience con una cita de este autor, es porque en ningún otro movimiento artístico hubo tantos escritores pintores. Basta nombrar a Salvador Dalí, probablemente uno de los mejores escritores en su lengua. Se podría agregar: Antonin Artaud, Paul Eluard. Pero la lista, antes y después del surrealismo, se transforma en catálogo. Prosper Mérimée y William Blake, son quizá los más dotados pictóricamente. Algunos con mayor fortuna y pericia, otros en el límite entre el garabato y la mancha como Allen Ginsberg, Gregory Corso o William Burroughs.
Walter Benjamin al definir a Charles Baudelaire (1821- 1867) como la imagen del héroe moderno, inventa un lugar en el que el artista es inseparable del héroe. Hay que llegar hasta James Joyce (1882-1941) con Esteban el héroe y El retrato del artista adolescente para nombrar un momento cúlmine de este espíritu épico; y, Frank Kafka (1883-1924) con El artista del hambre en que se revela una posición contraria: el escritor como artista comienza a declinar y tiende a convertirse en una figura en extinción.
Baudelaire practicó el arte de la caricatura y del dibujo utilizando como instrumento el lápiz y la pluma; también son conocidos sus trabajos en tinta china. Fue reconocido por los críticos de la época como dibujante y caricaturista. En Sus curiosidades estéticashabla de los malos borradores con que los hombres de letras se divierten garabateando. El escritor declara que en su infancia fue iniciado en el culto de las imágenes, pero que ante la hoja de papel jamás se dejó atrapar por esta pasión. Baudelaire, que fue un defensor de la imaginación en el arte, criticaba a los pintores que no pintaban “lo que veían” o que “ponían su negligencia en mentir”, dejándose arrastrar por la ficción.
Bastaría recorrer En busca del tiempo perdido para encontrar un museo Proust. En su paseo con su madre por Venecia, Marcel describe las pinturas de Carpaccio, como El milagro de la Santa Cruz, donde el viajero del cuadro que pasea en góndola cruzando el Rialto, parece duplicar el paisaje real. O cuando Marcel, el narrador, nos dice que, de alguna manera, hay tantas Venecias como cuadros sobre ella: Turner, Whistler, Carpaccio.
Son las fotografías que Swann le trae a Marcel con reproducciones de obras de arte famosas, a partir de lo cual, el narrador de La recherche establece una estética de la copia y del original. Es lo que sucede con las fotografías de los Frescos del Giotto de la Capella degli Scrovegni en Padua. Aquello que el narrador proustiano va a llamar los “Vicios y las Virtudes de Padua”, deteniéndose en su rareza y hermosura. Pero los bosquejos de Marcel Proust (1871-1922) son parecidos a las garras de Kafka. Se mezclan con su escritura, forman parte de ella. Son siluetas. Los bosquejos que Philippe Sollers adjudica al “ ojo clínico de Proust”. Este parece confirmarlo. “El estilo para el escritor es lo que es el color para el pintor, no es una cuestión de técnica sino de visión.”
Sus garabatos dibujados en sus borradores son figuras afantasmadas. Como en una sesión de espiritismo, dice Sollers: espectros que acechan en las sombras para tomar un cuerpo ajeno, bello, capaz de otorgarle anatomía humana al mamarracho. Cuadernos enteros poblados de grillas, mezcla de dibujo y escritura. Garabatos que se esfuman en el pasaje del borrador al original. Y en su obra, En busca del tiempo perdido, son reemplazados por la descripción “fotográfica” de las pinturas de Vermeer, Mantegna, Turner, Velázquez o Rembrandt.
Los dibujos de Kafka están hechos a lápiz, pluma o tinta. Para los dibujos empleó como soporte materiales diversos: apuntes de clase, postales y panoramas, cartas, cuadernos, blocs de notas.
Una anotación de su Diario, fechada el 2 de octubre de 1911, es sorprendente porque habla de un dibujo no del padre, sino de la madre: “Ahora me acuerdo de que las gafas del sueño no están relacionadas con mi madre, que por la noche se sienta a mi lado y mientras juega a las cartas me lanza por debajo de sus lentes una mirada no muy agradable.”
Hay seis dibujos de Kafka bautizados por Max Brod como: “Las marionetas negras de hilos invisibles”. Uno de ellos, el único, responde a una remisión directa a su Diario, fechada el 17 de diciembre de 1916. Es el dibujo de un hombre con la cabeza sobre la mesa: “Ayer, antes de dormirme, vi la imagen dibujada de un grupo de personas aislado en el aire a la manera de una montaña que se me figuró completamente nueva en su técnica gráfica y, una vez ideada, de fácil ejecución... Asombrado por aquel hermoso dibujo que producía en mi mente una tensión que, de eso estaba convencido, era la misma, y, por cierto, constante tensión que podría guiar cuando yo quisiera el lápiz que tenía en la mano, me sustraje a aquel estado crepuscular”.
Los dibujos en Kafka son rastros: “Los dibujos son rastros de una pasión antigua, anclada muy hondo... Quiero ver y aferrar lo visto. Esa es mi pasión... Mis dibujos no son imágenes, sino una escritura privada.” Pero esos dibujos, esos garabatos, ¿no soportan la misma tensión, el mismo estado crepuscular que cuando declaraba que una mano agarraba a la otra en el momento de escribir?
Los surrealistas
Comencemos con dos anécdotas. La primera: El arte por correspondencia. Raymond Queneau confiesa que aprendió pintura con el método A B C por suscripción en las revistas populares y su meta era hacer carrera en el arte. La segunda: el azar. En 1948 después de un accidente que le impedía escribir, Jacques Prévert se consagró a la práctica del collage.
El collage y la letra son decisivos en la estética surrealista por la importancia concedida al montaje que trabaja sobre la letra como objeto material de representación. Basta citar los caligramas de Guillaume Apollinaire (1880-1918) por su relación entre imagen y palabra que está implícita en la concepción del poema-objeto. Esta estética, escritura-dibujo, está condensada en el autorretrato de Breton, dibujado en una carta que le escribe a Théodore Fraenkel.
El otro tópico de este poder recíproco entre la pintura y la escritura es la relación con la locura. Basta recorrer la pintura alucinada de Leonora Carrington. Su modernidad es efecto de una luminosidad que, si no fuera por la técnica y la utilización de los colores, parece provenir de otro mundo; es como si alguien hubiera descubierto que la demencia y “la piedra de la locura” tienen un color. Es su pincelada la que hace que sus pinturas no sean reducidas a una entidad psicopatológica.
Carlo Levi: el campesino
Cuando en 1935 el fascismo lo condena a Carlo Levi (1902-1975) al exilio en la región de la Basilicata, Italia, el escritor y autor de Cristo se detuvo en Eboli, sin duda se encuentra con otro paisaje. Más allá de que Eboli “es tierra de nadie”. Carlo Levi, cuyas pinturas tenían una influencia y un trazo más parisino, entra en contacto con la tierra despojada y la pobreza de los campesinos. Es en el museo de Mattera, en la ciudad sumergida en la piedra donde Pasolini filmó El evangelio según San Mateo hay un mural pintado por él. El novelista ha dejado la literatura o la ha extendido a la imagen porque la palabra le resultaba insuficiente. El realismo político social de Levi es conmovedor porque esos rostros se encuentran en la tradición tele-realista de Renato Guttuso, el gran pintor siciliano. Levi pinta en cada gesto de los campesinos la pena, la protesta vociferada, la feria medieval: sin el cielo y con infierno en el paisaje de roca de la Lucania. Donde el campesino de ropas blancas se confunde con la piedra y es necesario el contraste, el claroscuro de esos rostros calabreses esculpidos por el dolor, de cuyos ojos brota un llanto negro.
Comenzamos con Baudelaire terminamos con Pier Paolo Pasolini (1922-1975). El pasaje del artista moderno al intelectual: cineasta, crítico, novelista, poeta excepcional, y también pintor. Trabaja con materiales diversos: óleo, lápiz, lapicera. En sus retratos aparecen algunos de sus actores: Franco Citti, María Callas, también realizó varios autorretratos. Pero su pintura figurativa encuentra, quizá por su ojo cinematográfico o por esa cotidianidad de mirar la escena del mundo como un encuadre, lo que se podría llamar “un fuera de campo” y que desvía lo figurativo de un aspecto realista.
El escritor y crítico inglés John Berger es también pintor. Sus libros de ensayos se ocupan de la pintura. De los Modos de ver. Para él, el dibujo es un documento autobiográfico “que da cuenta del descubrimiento de un suceso. A diferencia de la escultura y la pintura que es una obra ‘acabada’ es un intento de descubrir un acontecimiento en sí mismo”. A partir de este “modo de ver” establecerá una diferencia entre lo privado y lo público: “Un dibujo es en esencia una obra privada, que sólo guarda relación con las propias necesidades del artista; una estatua o un lienzo ‘acabado’ es una obra pública, expuesta, que se relaciona de una forma mucho más directa con las exigencias de la comunicación”. Para Berger, cuando traza un trazo sobre la superficie de la hoja, ésta deja de ser una página limpia, para convertirse en un espacio vacío. Cuando cuenta cómo dibujó a su padre muerto en el ataúd, esboza una temporalidad del dibujo que pertenece al instante: “Este momento es único en el transcurso del tiempo, del tiempo pasado y del futuro; es la última oportunidad de dibujarlo que no volverá a ser visible, lo que ha ocurrido una vez y no volverá a ocurrir”.
En este recorrido, hay tópicos que se repiten. Escrituras privadas, dibujos privados, garabatos, bocetos, caligrafías que, en la sombra o en la superficie de la tela o de la página en blanco, se sitúan en una zona, más que de exaltación, como afirmaba André Breton, de tensión recíproca entre la visión y el trazo que puede o no, transformarse en dibujo o en el rastro de un dibujo.
Gusmán es escritor y psicoanalista. Ha escrito, entre otros, “La casa del dios oculto” (Edhasa).
Fuente: http://www.revistaenie.clarin.com/ideas/Dibujos-escritores-garabatos-bocetos_0_761923815.html
Walter Benjamin al definir a Charles Baudelaire (1821- 1867) como la imagen del héroe moderno, inventa un lugar en el que el artista es inseparable del héroe. Hay que llegar hasta James Joyce (1882-1941) con Esteban el héroe y El retrato del artista adolescente para nombrar un momento cúlmine de este espíritu épico; y, Frank Kafka (1883-1924) con El artista del hambre en que se revela una posición contraria: el escritor como artista comienza a declinar y tiende a convertirse en una figura en extinción.
Baudelaire practicó el arte de la caricatura y del dibujo utilizando como instrumento el lápiz y la pluma; también son conocidos sus trabajos en tinta china. Fue reconocido por los críticos de la época como dibujante y caricaturista. En Sus curiosidades estéticashabla de los malos borradores con que los hombres de letras se divierten garabateando. El escritor declara que en su infancia fue iniciado en el culto de las imágenes, pero que ante la hoja de papel jamás se dejó atrapar por esta pasión. Baudelaire, que fue un defensor de la imaginación en el arte, criticaba a los pintores que no pintaban “lo que veían” o que “ponían su negligencia en mentir”, dejándose arrastrar por la ficción.
Bastaría recorrer En busca del tiempo perdido para encontrar un museo Proust. En su paseo con su madre por Venecia, Marcel describe las pinturas de Carpaccio, como El milagro de la Santa Cruz, donde el viajero del cuadro que pasea en góndola cruzando el Rialto, parece duplicar el paisaje real. O cuando Marcel, el narrador, nos dice que, de alguna manera, hay tantas Venecias como cuadros sobre ella: Turner, Whistler, Carpaccio.
Son las fotografías que Swann le trae a Marcel con reproducciones de obras de arte famosas, a partir de lo cual, el narrador de La recherche establece una estética de la copia y del original. Es lo que sucede con las fotografías de los Frescos del Giotto de la Capella degli Scrovegni en Padua. Aquello que el narrador proustiano va a llamar los “Vicios y las Virtudes de Padua”, deteniéndose en su rareza y hermosura. Pero los bosquejos de Marcel Proust (1871-1922) son parecidos a las garras de Kafka. Se mezclan con su escritura, forman parte de ella. Son siluetas. Los bosquejos que Philippe Sollers adjudica al “ ojo clínico de Proust”. Este parece confirmarlo. “El estilo para el escritor es lo que es el color para el pintor, no es una cuestión de técnica sino de visión.”
Sus garabatos dibujados en sus borradores son figuras afantasmadas. Como en una sesión de espiritismo, dice Sollers: espectros que acechan en las sombras para tomar un cuerpo ajeno, bello, capaz de otorgarle anatomía humana al mamarracho. Cuadernos enteros poblados de grillas, mezcla de dibujo y escritura. Garabatos que se esfuman en el pasaje del borrador al original. Y en su obra, En busca del tiempo perdido, son reemplazados por la descripción “fotográfica” de las pinturas de Vermeer, Mantegna, Turner, Velázquez o Rembrandt.
Los dibujos de Kafka están hechos a lápiz, pluma o tinta. Para los dibujos empleó como soporte materiales diversos: apuntes de clase, postales y panoramas, cartas, cuadernos, blocs de notas.
Una anotación de su Diario, fechada el 2 de octubre de 1911, es sorprendente porque habla de un dibujo no del padre, sino de la madre: “Ahora me acuerdo de que las gafas del sueño no están relacionadas con mi madre, que por la noche se sienta a mi lado y mientras juega a las cartas me lanza por debajo de sus lentes una mirada no muy agradable.”
Hay seis dibujos de Kafka bautizados por Max Brod como: “Las marionetas negras de hilos invisibles”. Uno de ellos, el único, responde a una remisión directa a su Diario, fechada el 17 de diciembre de 1916. Es el dibujo de un hombre con la cabeza sobre la mesa: “Ayer, antes de dormirme, vi la imagen dibujada de un grupo de personas aislado en el aire a la manera de una montaña que se me figuró completamente nueva en su técnica gráfica y, una vez ideada, de fácil ejecución... Asombrado por aquel hermoso dibujo que producía en mi mente una tensión que, de eso estaba convencido, era la misma, y, por cierto, constante tensión que podría guiar cuando yo quisiera el lápiz que tenía en la mano, me sustraje a aquel estado crepuscular”.
Los dibujos en Kafka son rastros: “Los dibujos son rastros de una pasión antigua, anclada muy hondo... Quiero ver y aferrar lo visto. Esa es mi pasión... Mis dibujos no son imágenes, sino una escritura privada.” Pero esos dibujos, esos garabatos, ¿no soportan la misma tensión, el mismo estado crepuscular que cuando declaraba que una mano agarraba a la otra en el momento de escribir?
Los surrealistas
Comencemos con dos anécdotas. La primera: El arte por correspondencia. Raymond Queneau confiesa que aprendió pintura con el método A B C por suscripción en las revistas populares y su meta era hacer carrera en el arte. La segunda: el azar. En 1948 después de un accidente que le impedía escribir, Jacques Prévert se consagró a la práctica del collage.
El collage y la letra son decisivos en la estética surrealista por la importancia concedida al montaje que trabaja sobre la letra como objeto material de representación. Basta citar los caligramas de Guillaume Apollinaire (1880-1918) por su relación entre imagen y palabra que está implícita en la concepción del poema-objeto. Esta estética, escritura-dibujo, está condensada en el autorretrato de Breton, dibujado en una carta que le escribe a Théodore Fraenkel.
El otro tópico de este poder recíproco entre la pintura y la escritura es la relación con la locura. Basta recorrer la pintura alucinada de Leonora Carrington. Su modernidad es efecto de una luminosidad que, si no fuera por la técnica y la utilización de los colores, parece provenir de otro mundo; es como si alguien hubiera descubierto que la demencia y “la piedra de la locura” tienen un color. Es su pincelada la que hace que sus pinturas no sean reducidas a una entidad psicopatológica.
Carlo Levi: el campesino
Cuando en 1935 el fascismo lo condena a Carlo Levi (1902-1975) al exilio en la región de la Basilicata, Italia, el escritor y autor de Cristo se detuvo en Eboli, sin duda se encuentra con otro paisaje. Más allá de que Eboli “es tierra de nadie”. Carlo Levi, cuyas pinturas tenían una influencia y un trazo más parisino, entra en contacto con la tierra despojada y la pobreza de los campesinos. Es en el museo de Mattera, en la ciudad sumergida en la piedra donde Pasolini filmó El evangelio según San Mateo hay un mural pintado por él. El novelista ha dejado la literatura o la ha extendido a la imagen porque la palabra le resultaba insuficiente. El realismo político social de Levi es conmovedor porque esos rostros se encuentran en la tradición tele-realista de Renato Guttuso, el gran pintor siciliano. Levi pinta en cada gesto de los campesinos la pena, la protesta vociferada, la feria medieval: sin el cielo y con infierno en el paisaje de roca de la Lucania. Donde el campesino de ropas blancas se confunde con la piedra y es necesario el contraste, el claroscuro de esos rostros calabreses esculpidos por el dolor, de cuyos ojos brota un llanto negro.
Comenzamos con Baudelaire terminamos con Pier Paolo Pasolini (1922-1975). El pasaje del artista moderno al intelectual: cineasta, crítico, novelista, poeta excepcional, y también pintor. Trabaja con materiales diversos: óleo, lápiz, lapicera. En sus retratos aparecen algunos de sus actores: Franco Citti, María Callas, también realizó varios autorretratos. Pero su pintura figurativa encuentra, quizá por su ojo cinematográfico o por esa cotidianidad de mirar la escena del mundo como un encuadre, lo que se podría llamar “un fuera de campo” y que desvía lo figurativo de un aspecto realista.
El escritor y crítico inglés John Berger es también pintor. Sus libros de ensayos se ocupan de la pintura. De los Modos de ver. Para él, el dibujo es un documento autobiográfico “que da cuenta del descubrimiento de un suceso. A diferencia de la escultura y la pintura que es una obra ‘acabada’ es un intento de descubrir un acontecimiento en sí mismo”. A partir de este “modo de ver” establecerá una diferencia entre lo privado y lo público: “Un dibujo es en esencia una obra privada, que sólo guarda relación con las propias necesidades del artista; una estatua o un lienzo ‘acabado’ es una obra pública, expuesta, que se relaciona de una forma mucho más directa con las exigencias de la comunicación”. Para Berger, cuando traza un trazo sobre la superficie de la hoja, ésta deja de ser una página limpia, para convertirse en un espacio vacío. Cuando cuenta cómo dibujó a su padre muerto en el ataúd, esboza una temporalidad del dibujo que pertenece al instante: “Este momento es único en el transcurso del tiempo, del tiempo pasado y del futuro; es la última oportunidad de dibujarlo que no volverá a ser visible, lo que ha ocurrido una vez y no volverá a ocurrir”.
En este recorrido, hay tópicos que se repiten. Escrituras privadas, dibujos privados, garabatos, bocetos, caligrafías que, en la sombra o en la superficie de la tela o de la página en blanco, se sitúan en una zona, más que de exaltación, como afirmaba André Breton, de tensión recíproca entre la visión y el trazo que puede o no, transformarse en dibujo o en el rastro de un dibujo.
Gusmán es escritor y psicoanalista. Ha escrito, entre otros, “La casa del dios oculto” (Edhasa).
Fuente: http://www.revistaenie.clarin.com/ideas/Dibujos-escritores-garabatos-bocetos_0_761923815.html
Rushdie, Murakami, Cercas y Pérez-Reverte, novedades en otoño
Barcelona. (EFE/Jose Oliva).- La novela póstuma del escritor mexicano recientemente fallecido Carlos Fuentes y las nuevas creaciones de Salman Rushdie, Haruki Murakami, Ken Follet, Javier Cercas y Arturo Pérez-Reverte destacan en el otoño literario español, con un acento especial en la novela de género.
En noviembre se publicará Federico en su balcón (Alfaguara), de Fuentes, que hace un recorrido por la filosofía nietzscheana a partir de un diálogo imaginado entre Dante Loredano y su vecino de balcón, Friedrich Nietzsche.
Entre los autores internacionales destacan Rushdie, que publica en noviembre la fábula Luka y el fuego de la vida (Mondadori); Don DeLillo, con sus cuentos completos en El ángel Esmeralda (Seix Barral); y Murakami con Baila, baila, baila (Tusquets).
Amin Maalouf con Los desorientados (Alianza); John Updike con Bech ha vuelto (Tusquets) y S. (RBA); Charles Baxter con Grifo (RBA); Amos Oz con Conocer a una mujer (Siruela); Toni Morrison con Volver (Lumen); y John Cheever con Cuentos Completos (RBA) son otros autores que estarán en los anaqueles de las librerías.
También se publicarán en los próximos meses Los reyes de lo cool (Mondadori), de Don Winslow; El atlas de las nubes (Duomo), de David Mitchell; Antigua luz (Alfaguara), de John Banville; Hermana mía, mi amor (Alfaguara), de Joyce Carol Oates; y Notas de un vendedor de mujeres (Anagrama), de Giorgio Faletti.
Además de Fuentes, el panorama latinoamericano ofrece una nueva novela de Laura Restrepo, Hot sur (Planeta); de Rodrigo Rey Rosa, Los sordos; y Andrés Neuman, Hablar solos (ambas en Alfaguara).
En el volumen Amor (Plaza & Janés), Isabel Allende reúne fragmentos de sus obras sobre amor y eros.
Con la novela Las Leyes de la frontera (Mondadori), Javier Cercas se asoma de nuevo a los primeros años de la transición, pero esta vez enseña la cara B del postfranquismo.
Otro plato fuerte de la novela española será El tango de la guardia vieja (Alfaguara), de Arturo Pérez-Reverte, una historia de amor, traiciones e intrigas, prolongada durante cuatro décadas del siglo XX en Buenos Aires, la Riviera francesa y Sorrento.
También se publicarán Mi amor en vano (Anagrama), de Soledad Puértolas; El lago en las pupilas (Siruela), de Luis Goytisolo; No me cuentes tu vida (Planeta), de Luis García Montero; o Ayer no más (Destino), de Andrés Trapiello.
Entre los autores españoles destacan asimismo Manuel Rivas con Storyboard (Alfaguara); Luis Landero con Absolución (Tusquets); Juan Manuel de Prada, con Me hallará la muerte (Destino); o David Monteagudo con la antología Cuentos que acaban mal (Acantilado).
Dentro de los grandes éxitos de ventas, Umbriel recupera El Círculo Matarese, de Robert Ludlum, autor de la saga Bourne. También aparecerán El índice del miedo (Grijalbo), de Robert Harris; y Tres (Suma), de Melissa P.
La excelente cosecha de novela negra contará con algunos de sus más ilustres creadores como Patricia Cornwell con Port Mortuary (RBA); Ian Rankin con Jack al desnudo (RBA); Michael Connelly con El último coyote (Roca); o José María Guelbenzu, en Muerte en primera clase (Destino).
Todos los cuentos (RBA) ofrecerá en una única edición completa todos los cuentos de Raymond Chandler, y a partir de septiembre Acantilado publica todo Simenon. Además, Ediciones B editará Experimento letal, de John Locke, primer autor que superó el millón de libros electrónicos en Amazon.
En el género histórico, los lectores tendrán su cita con El Invierno del Mundo (Plaza y Janés), de Ken Follet; Donde se alzan los tronos (Planeta), de Ángeles Caso; La bibliotecaria de Auschwitz (Planeta), de Antonio G. Iturbe; Donde la muerte te encuentre (Algaida), de Fernando Otero; Pretoriano, de Simon Scarrow, y Álava en Waterloo, de Ildefonso Arenas (Edhasa).
Entre los clásicos sobresale el Teatro completo (Cátedra), de Bertolt Brecht; Cuentos de Navidad (Mondadori), de Charles Dickens en el bicentenario de su nacimiento; y la primera compilación de los cuentos de Roald Dahl, algunos inéditos en español (Alfaguara).
La literatura infantil y juvenil estará representada por la quinta entrega de Gregor, de Suzanne Collins, e Insurgente, segunda de la trilogía Distopía de Veronica Roth, ambas en Molino.
Los jóvenes lectores podrán leer también Oblivion 2, de Francesc Miralles; La verdadera historia del Capitán Garfio (ambas en La Galera), de Pierdomenico Baccalario, y Sólo tú (Destino), de Jordi Sierra i Fabra.
Fuente: http://www.lavanguardia.com/libros/20120828/54342484888/rushdie-murakami-cercas-y-perez-reverte-novedades-en-otono.html
En noviembre se publicará Federico en su balcón (Alfaguara), de Fuentes, que hace un recorrido por la filosofía nietzscheana a partir de un diálogo imaginado entre Dante Loredano y su vecino de balcón, Friedrich Nietzsche.
Entre los autores internacionales destacan Rushdie, que publica en noviembre la fábula Luka y el fuego de la vida (Mondadori); Don DeLillo, con sus cuentos completos en El ángel Esmeralda (Seix Barral); y Murakami con Baila, baila, baila (Tusquets).
Amin Maalouf con Los desorientados (Alianza); John Updike con Bech ha vuelto (Tusquets) y S. (RBA); Charles Baxter con Grifo (RBA); Amos Oz con Conocer a una mujer (Siruela); Toni Morrison con Volver (Lumen); y John Cheever con Cuentos Completos (RBA) son otros autores que estarán en los anaqueles de las librerías.
También se publicarán en los próximos meses Los reyes de lo cool (Mondadori), de Don Winslow; El atlas de las nubes (Duomo), de David Mitchell; Antigua luz (Alfaguara), de John Banville; Hermana mía, mi amor (Alfaguara), de Joyce Carol Oates; y Notas de un vendedor de mujeres (Anagrama), de Giorgio Faletti.
Además de Fuentes, el panorama latinoamericano ofrece una nueva novela de Laura Restrepo, Hot sur (Planeta); de Rodrigo Rey Rosa, Los sordos; y Andrés Neuman, Hablar solos (ambas en Alfaguara).
En el volumen Amor (Plaza & Janés), Isabel Allende reúne fragmentos de sus obras sobre amor y eros.
Con la novela Las Leyes de la frontera (Mondadori), Javier Cercas se asoma de nuevo a los primeros años de la transición, pero esta vez enseña la cara B del postfranquismo.
Otro plato fuerte de la novela española será El tango de la guardia vieja (Alfaguara), de Arturo Pérez-Reverte, una historia de amor, traiciones e intrigas, prolongada durante cuatro décadas del siglo XX en Buenos Aires, la Riviera francesa y Sorrento.
También se publicarán Mi amor en vano (Anagrama), de Soledad Puértolas; El lago en las pupilas (Siruela), de Luis Goytisolo; No me cuentes tu vida (Planeta), de Luis García Montero; o Ayer no más (Destino), de Andrés Trapiello.
Entre los autores españoles destacan asimismo Manuel Rivas con Storyboard (Alfaguara); Luis Landero con Absolución (Tusquets); Juan Manuel de Prada, con Me hallará la muerte (Destino); o David Monteagudo con la antología Cuentos que acaban mal (Acantilado).
Dentro de los grandes éxitos de ventas, Umbriel recupera El Círculo Matarese, de Robert Ludlum, autor de la saga Bourne. También aparecerán El índice del miedo (Grijalbo), de Robert Harris; y Tres (Suma), de Melissa P.
La excelente cosecha de novela negra contará con algunos de sus más ilustres creadores como Patricia Cornwell con Port Mortuary (RBA); Ian Rankin con Jack al desnudo (RBA); Michael Connelly con El último coyote (Roca); o José María Guelbenzu, en Muerte en primera clase (Destino).
Todos los cuentos (RBA) ofrecerá en una única edición completa todos los cuentos de Raymond Chandler, y a partir de septiembre Acantilado publica todo Simenon. Además, Ediciones B editará Experimento letal, de John Locke, primer autor que superó el millón de libros electrónicos en Amazon.
En el género histórico, los lectores tendrán su cita con El Invierno del Mundo (Plaza y Janés), de Ken Follet; Donde se alzan los tronos (Planeta), de Ángeles Caso; La bibliotecaria de Auschwitz (Planeta), de Antonio G. Iturbe; Donde la muerte te encuentre (Algaida), de Fernando Otero; Pretoriano, de Simon Scarrow, y Álava en Waterloo, de Ildefonso Arenas (Edhasa).
Entre los clásicos sobresale el Teatro completo (Cátedra), de Bertolt Brecht; Cuentos de Navidad (Mondadori), de Charles Dickens en el bicentenario de su nacimiento; y la primera compilación de los cuentos de Roald Dahl, algunos inéditos en español (Alfaguara).
La literatura infantil y juvenil estará representada por la quinta entrega de Gregor, de Suzanne Collins, e Insurgente, segunda de la trilogía Distopía de Veronica Roth, ambas en Molino.
Los jóvenes lectores podrán leer también Oblivion 2, de Francesc Miralles; La verdadera historia del Capitán Garfio (ambas en La Galera), de Pierdomenico Baccalario, y Sólo tú (Destino), de Jordi Sierra i Fabra.
Fuente: http://www.lavanguardia.com/libros/20120828/54342484888/rushdie-murakami-cercas-y-perez-reverte-novedades-en-otono.html
miércoles, 29 de agosto de 2012
Todo por la (buena) crítica
Todo por un sueño, ergo por la crítica. Siempre que sea buena, claro. John Locke, el célebre autor del millón de e-books, presume en su web de que todos los libros que se ha autopublicado son best-sellers. En el último hasta da consejos sobre cómo repetir la hazaña. Se le olvida contar, apunta The New York Times, cómo en 2010 encargó 300 críticas para darle un empujón a las ventas de la saga del ex-agente de la CIA Donovan Creed. Y es que parece que es el precio que algunos escritores están dispuestos a pagar para que sus obras atraigan la atención que, consideran, merecen... Era otro mundo, futbolístico y editorial, en el que vivía Nick Hornby cuando escribió Fiebre en las gradas, que celebra su 20 aniversario, y otro libro, distinto al escrito por E.L. James, leerán los lectores de Corea del Sur en una versión más recatada de Cincuenta sombras de Grey obra de una veterana traductora. Empezamos:
ESTADOS UNIDOS
Todd Rutherford, fundador de la ya difunta empresa de reseñas de libros Gettingbookreviews.com, se dio cuenta de que era casi imposible convencer a medios tradicionales y/o blogs especializados de que reseñasen a escritores autopublicados, así que se le ocurrió el siguiente servicio: por 499 dólares se encargaría de que les escribiesen 20 críticas de su libro, la tarifa subiría hasta 999 por 50. Por supuesto, explica, "eran reseñas de marketing, no editoriales" porque siempre destacaban lo positivo, nunca lo negativo. Rutherford pagaba a los críticos 15 dólares por reseña. Si éstos consideraban que el libro no merecía una crítica elogiosa, no pasaba nada, tan sólo tenían que comunicárselo y cobrarían la mitad de la tarifa (ni que decir que esto ocurrió en contadas ocasiones). La vida de Gettingbookreviews.com fue breve. Una cliente insatisfecha puso fin al negocio: Ashly Lorenzana difundió por varias webs su decepción con el servicio y, acto seguido, Google suspendió la cuenta publicitaria de la empresa alegando que no aprobaban los anuncios de "reseñas favorables" y Amazon retiró bastantes de ellas (no todas) de su web. Fin. Pero en menos de un año de vida, la empresa fabricó 4.531 reseñas. (vía The New York Times)
P.D: En el New Yorker, Richard Brody también se pronuncia sobre el debate en torno al buenrollismo de los críticos en la actualidad y está de acuerdo en que "es absurdo deplorar la crítica negativa", pero advierte de que tampoco es la panacea y el primero que debe someterse a la crítica es... el crítico: "La crítica negativa es tanto una obligación del sistema nervioso -del alma, en realidad- como parte del oficio del crítico, una responsabilidad que éste contrae con los lectores. Pero el hecho de que sea así -de que la negatividad se practique para preservar la cordura y ganarse el pan- es razón de más para que los críticos cuestionen sus propios juicios y consideren sus propias reacciones como una parte fundamental de lo que someten a consideración, reevaluación y escepticismo. Es fundamental que los críticos reconozcan su actividad como la empresa personal que es. Si la crítica consiste en transformar lo secundario (el juicio del crítico) en primario, entonces ese juicio debería, como contrapartida, ser juzgado. Si para algo sirve la crítica es para la auto-crítica". (vía The New Yorker)
Every love story is a ghost story de D.T. Max es la biografía de David Foster Wallace y una de las novedades editoriales más esperadas en Estados Unidos. En este artículo de The Daily Beast adelantan algunos fragmentos sobre su amistad epistolar con Jonathan Franzen -"En estos momentos soy un joven patético y muy confuso, un escritor fracasado de 28 años, que siente tantos celos, tanta envidia enfermiza y aguda de ti [Franzen] y Vollman, y Mark Leyner e incluso de David F--kwad Leavitt y de cualquier hombre que en estos momentos esté produciendo páginas con las que pueda vivir... que considero el suicidio una opción razonable -aunque en este punto no deseable- con respecto a todo este horrible problema"- y su tumultuosa relación con la poeta Mary Karr, quien en el libro recuerda cómo un buen día apareció en una fiesta en la que estaba con su familia con el brazo izquierdo vendado. Acababa de tatuarse su nombre y un corazón. (vía The Daily Beast)
MÉXICO
El Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, la Feria Internacional de Libro de Guadalajara y el Fondo de Cultura Económica anunciaron la pasada semana la creación del Premio de Traducción Literaria Tomás Segovia. Al galardón podrán optar profesionales que traduzcan del español a otras lenguas y de otras lenguas al español. En esta primera edición sólo se aceptarán candidaturas de los segundos. El ganador se conocerá el próximo 5 de noviembre y la entrega se celebrará el 25 del mismo mes en la Feria Internacional de Libro de Guadalajara. (vía El Informador)
COLOMBIA
"A menudo la crítica literaria consiste en establecer misteriosas genealogías", dicen en El Malpensante. Y en su número 131, el escritor y columnista Julio César Londoño propone la suya, que hilvana obras y personajes de Nathaniel Hawthorne, Herman Melville, Patrick Süskind y Franz Kafka. (vía El Malpensante)
CHILE
Acaba de publicarse en Chile la novela Insaciables, escrita a cuatro manos por Mónica Echeverría y Patricia Lutz, que "reconstruye la historia privada de la familia Pinochet". Aunque, en realidad, los protagonistas absolutos son Augusto Pinochet y Lucía Hiriart porque el objetivo del libro no es otro que derribar mitos en torno al matrimonio. “Ellos están mitificados, tanto por sus adeptos como por sus detractores. A Pinochet lo tienen en una dimensión de estadista o en la del dictador que cometió grandes crímenes, pero no como este personaje simplón con ambiciones mezquinas que retratamos en esta novela”, explica Lutz. (vía La Tercera)
REINO UNIDO
Por no saber, en la Academia sueca aún no saben ni siquiera la fecha de anuncio del galardonado con el Premio Nobel de Literatura. Pero en internet ya hay quien hace sus apuestas en webs como Unibet y Ladbrokes. Ésta última es la buena, según el blog The Literary Saloon, y en ella el favorito es el japonés Haruki Murakami -la editorial Tusquets publicará en septiembre su novela Baila, baila, baila y aquí pueden leerse las primeras páginas-. Le sigue el chino Mo Yan, el holandés Cees Nooteboom, el albanés Ismail Kadaré y el sirio Adonis. ¿Sirven de algo estas especulaciones? Quién sabe. El ganador del año pasado, el poeta sueco Tomas Tranströmer era el segundo de la lista, por detrás de Adonis. (vía The Guardian y Jacket Copy)
Ya saben que Fiebre en las gradas de Nick Hornby está de aniversario y el escritor ha aprovechado la efeméride para defenderse de quienes sostienen que su libro es, en parte, responsable de algunos de los cambios que ha experimentado el fútbol británico. "Nuestros estadios son, en su mayor parte, seguros, pero las entradas son carísimas y más difíciles de conseguir y, consecuentemente, el público es más mayor y tranquilo. Prácticamente todo aquel que ha jugado en la Premier League en la última década es multimillonario...", enumera. Según esta teoría, dice Hornby, "mi libro vendió el fútbol a las clases medias, que posteriormente se convirtieron en las únicas que pudieron permitirse verlo". Su respuesta: "Me encantaría reclamar parte del mérito de un cambio social y cultural de importancia, aunque sea lamentable, pero no puedo. No estoy siendo modesto cuando sugiero que el dueño de un imperio mediático internacional [Rupert Murdoch] ha ejercido un efecto más profundo en el deporte británico que mi primer libro. Y, de todas formas, aquí hay algo sospechoso: una suposición de que, como Fiebre en las gradas es un libro, su éxito se debe únicamente a los lectores de clase media. ¿Cómo podría ser de otra forma, cuando la clase trabajadora no lee?". (vía The Telegraph)
FRANCIA
En Le Nouvel Observateur los libreros seleccionan sus seis libros predilectos de la rentréeotoñal. Los elegidos: Viviane Elisabeth Fauville de la debutante Julia Deck, Sermon sur la chute de Rome de Jérôme Ferrari, Autobiographie des objets de François Bon y Rue des voleurs de Mathias Enard. Todos ellos franceses. Pero también se clasifican dos autores estadounidenses: Le Monde à l'endroit de Ron Rash y Home de Toni Morrison. (vía Le Nouvel Observateur)
Su novela no está entre las preferidas de los libreros franceses, pero la belga Amélie Nothomb no se ha perdido ni una sola rentrée otoñal desde 1992 cuando publicó Higiene del asesino. ¿La clave? "Soy de una regularidad desesperante. Nunca dejo de escribir y me impongo una disciplina tremenda: me levanto todos los días a las cuatro. Muchos escritores dicen que lo más duro es retomar la escritura tras haber terminado un libro. Bueno, yo he resuelto el problema: ¡no paro nunca!", cuenta le escritora en esta entrevista. (vía Le Figaro)
COREA DEL SUR
La historia se repite: Cincuenta sombras de Grey también es un éxito en Corea del Sur. Aunque la versión que los coreanos leen y leerán es ligeramente distinta a la original: una veterana traductora, que para la ocasión ha utilizado un pseudónimo, ha sustituido "las palabras explícitas" con metáforas y ha "recatado" los rituales sadomasoquistas descritos por E.L. James. Por indicación de la editorial, claro. Ya lo avisa el título de la reseña: "El porno para mamás, mejor en traducción". (vía The Korea Times)
Fuente:http://blogs.elpais.com/papeles-perdidos/2012/08/hagan-sus-apuestas-nobel-de-literatura-2012.html
ESTADOS UNIDOS
Todd Rutherford, fundador de la ya difunta empresa de reseñas de libros Gettingbookreviews.com, se dio cuenta de que era casi imposible convencer a medios tradicionales y/o blogs especializados de que reseñasen a escritores autopublicados, así que se le ocurrió el siguiente servicio: por 499 dólares se encargaría de que les escribiesen 20 críticas de su libro, la tarifa subiría hasta 999 por 50. Por supuesto, explica, "eran reseñas de marketing, no editoriales" porque siempre destacaban lo positivo, nunca lo negativo. Rutherford pagaba a los críticos 15 dólares por reseña. Si éstos consideraban que el libro no merecía una crítica elogiosa, no pasaba nada, tan sólo tenían que comunicárselo y cobrarían la mitad de la tarifa (ni que decir que esto ocurrió en contadas ocasiones). La vida de Gettingbookreviews.com fue breve. Una cliente insatisfecha puso fin al negocio: Ashly Lorenzana difundió por varias webs su decepción con el servicio y, acto seguido, Google suspendió la cuenta publicitaria de la empresa alegando que no aprobaban los anuncios de "reseñas favorables" y Amazon retiró bastantes de ellas (no todas) de su web. Fin. Pero en menos de un año de vida, la empresa fabricó 4.531 reseñas. (vía The New York Times)
P.D: En el New Yorker, Richard Brody también se pronuncia sobre el debate en torno al buenrollismo de los críticos en la actualidad y está de acuerdo en que "es absurdo deplorar la crítica negativa", pero advierte de que tampoco es la panacea y el primero que debe someterse a la crítica es... el crítico: "La crítica negativa es tanto una obligación del sistema nervioso -del alma, en realidad- como parte del oficio del crítico, una responsabilidad que éste contrae con los lectores. Pero el hecho de que sea así -de que la negatividad se practique para preservar la cordura y ganarse el pan- es razón de más para que los críticos cuestionen sus propios juicios y consideren sus propias reacciones como una parte fundamental de lo que someten a consideración, reevaluación y escepticismo. Es fundamental que los críticos reconozcan su actividad como la empresa personal que es. Si la crítica consiste en transformar lo secundario (el juicio del crítico) en primario, entonces ese juicio debería, como contrapartida, ser juzgado. Si para algo sirve la crítica es para la auto-crítica". (vía The New Yorker)
Every love story is a ghost story de D.T. Max es la biografía de David Foster Wallace y una de las novedades editoriales más esperadas en Estados Unidos. En este artículo de The Daily Beast adelantan algunos fragmentos sobre su amistad epistolar con Jonathan Franzen -"En estos momentos soy un joven patético y muy confuso, un escritor fracasado de 28 años, que siente tantos celos, tanta envidia enfermiza y aguda de ti [Franzen] y Vollman, y Mark Leyner e incluso de David F--kwad Leavitt y de cualquier hombre que en estos momentos esté produciendo páginas con las que pueda vivir... que considero el suicidio una opción razonable -aunque en este punto no deseable- con respecto a todo este horrible problema"- y su tumultuosa relación con la poeta Mary Karr, quien en el libro recuerda cómo un buen día apareció en una fiesta en la que estaba con su familia con el brazo izquierdo vendado. Acababa de tatuarse su nombre y un corazón. (vía The Daily Beast)
MÉXICO
El Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, la Feria Internacional de Libro de Guadalajara y el Fondo de Cultura Económica anunciaron la pasada semana la creación del Premio de Traducción Literaria Tomás Segovia. Al galardón podrán optar profesionales que traduzcan del español a otras lenguas y de otras lenguas al español. En esta primera edición sólo se aceptarán candidaturas de los segundos. El ganador se conocerá el próximo 5 de noviembre y la entrega se celebrará el 25 del mismo mes en la Feria Internacional de Libro de Guadalajara. (vía El Informador)
COLOMBIA
"A menudo la crítica literaria consiste en establecer misteriosas genealogías", dicen en El Malpensante. Y en su número 131, el escritor y columnista Julio César Londoño propone la suya, que hilvana obras y personajes de Nathaniel Hawthorne, Herman Melville, Patrick Süskind y Franz Kafka. (vía El Malpensante)
CHILE
Acaba de publicarse en Chile la novela Insaciables, escrita a cuatro manos por Mónica Echeverría y Patricia Lutz, que "reconstruye la historia privada de la familia Pinochet". Aunque, en realidad, los protagonistas absolutos son Augusto Pinochet y Lucía Hiriart porque el objetivo del libro no es otro que derribar mitos en torno al matrimonio. “Ellos están mitificados, tanto por sus adeptos como por sus detractores. A Pinochet lo tienen en una dimensión de estadista o en la del dictador que cometió grandes crímenes, pero no como este personaje simplón con ambiciones mezquinas que retratamos en esta novela”, explica Lutz. (vía La Tercera)
REINO UNIDO
Por no saber, en la Academia sueca aún no saben ni siquiera la fecha de anuncio del galardonado con el Premio Nobel de Literatura. Pero en internet ya hay quien hace sus apuestas en webs como Unibet y Ladbrokes. Ésta última es la buena, según el blog The Literary Saloon, y en ella el favorito es el japonés Haruki Murakami -la editorial Tusquets publicará en septiembre su novela Baila, baila, baila y aquí pueden leerse las primeras páginas-. Le sigue el chino Mo Yan, el holandés Cees Nooteboom, el albanés Ismail Kadaré y el sirio Adonis. ¿Sirven de algo estas especulaciones? Quién sabe. El ganador del año pasado, el poeta sueco Tomas Tranströmer era el segundo de la lista, por detrás de Adonis. (vía The Guardian y Jacket Copy)
Ya saben que Fiebre en las gradas de Nick Hornby está de aniversario y el escritor ha aprovechado la efeméride para defenderse de quienes sostienen que su libro es, en parte, responsable de algunos de los cambios que ha experimentado el fútbol británico. "Nuestros estadios son, en su mayor parte, seguros, pero las entradas son carísimas y más difíciles de conseguir y, consecuentemente, el público es más mayor y tranquilo. Prácticamente todo aquel que ha jugado en la Premier League en la última década es multimillonario...", enumera. Según esta teoría, dice Hornby, "mi libro vendió el fútbol a las clases medias, que posteriormente se convirtieron en las únicas que pudieron permitirse verlo". Su respuesta: "Me encantaría reclamar parte del mérito de un cambio social y cultural de importancia, aunque sea lamentable, pero no puedo. No estoy siendo modesto cuando sugiero que el dueño de un imperio mediático internacional [Rupert Murdoch] ha ejercido un efecto más profundo en el deporte británico que mi primer libro. Y, de todas formas, aquí hay algo sospechoso: una suposición de que, como Fiebre en las gradas es un libro, su éxito se debe únicamente a los lectores de clase media. ¿Cómo podría ser de otra forma, cuando la clase trabajadora no lee?". (vía The Telegraph)
FRANCIA
En Le Nouvel Observateur los libreros seleccionan sus seis libros predilectos de la rentréeotoñal. Los elegidos: Viviane Elisabeth Fauville de la debutante Julia Deck, Sermon sur la chute de Rome de Jérôme Ferrari, Autobiographie des objets de François Bon y Rue des voleurs de Mathias Enard. Todos ellos franceses. Pero también se clasifican dos autores estadounidenses: Le Monde à l'endroit de Ron Rash y Home de Toni Morrison. (vía Le Nouvel Observateur)
Su novela no está entre las preferidas de los libreros franceses, pero la belga Amélie Nothomb no se ha perdido ni una sola rentrée otoñal desde 1992 cuando publicó Higiene del asesino. ¿La clave? "Soy de una regularidad desesperante. Nunca dejo de escribir y me impongo una disciplina tremenda: me levanto todos los días a las cuatro. Muchos escritores dicen que lo más duro es retomar la escritura tras haber terminado un libro. Bueno, yo he resuelto el problema: ¡no paro nunca!", cuenta le escritora en esta entrevista. (vía Le Figaro)
COREA DEL SUR
La historia se repite: Cincuenta sombras de Grey también es un éxito en Corea del Sur. Aunque la versión que los coreanos leen y leerán es ligeramente distinta a la original: una veterana traductora, que para la ocasión ha utilizado un pseudónimo, ha sustituido "las palabras explícitas" con metáforas y ha "recatado" los rituales sadomasoquistas descritos por E.L. James. Por indicación de la editorial, claro. Ya lo avisa el título de la reseña: "El porno para mamás, mejor en traducción". (vía The Korea Times)
Fuente:http://blogs.elpais.com/papeles-perdidos/2012/08/hagan-sus-apuestas-nobel-de-literatura-2012.html
martes, 28 de agosto de 2012
El profesor Piglia enseñará literatura por televisión
Era Buenos Aires, era 1856 y las calles aparecieron empapeladas con un anuncio: el luchador estadounidense Charles desafiaba a los varones porteños a vencerlo, puño a puño. Si el retador hacía que Charles mordiera la lona se llevaría 2.000 pesos. Se inscribieron –cuenta el profesor– “tres argentinos, tres italianos, dos vascos, un irlandés, un francés y un hombre de nacionalidad desconocida, que peleó enmascarado”. El jurado: José Toribio Martínez de Hoz (fundador de la Sociedad Rural), el Jefe de Policía y ...¡Sarmiento! Antes de que empiece la pelea, un hombre se levanta desde un palco y reta a otro a duelo. El desafiante es Lucio V. Mansilla, escritor y personaje de la época. El desafiado, José Mármol. El profesor mira a sus alumnos y la cámara los mira a todos. Esto es el estudio mayor de Canal 7. Esta es una clase del escritor Ricardo Piglia y, también, un programa de televisión. La clase/capítulo de hoy girará alrededor de los libros de los contrincantes: Una excursión a los indios ranqueles (Mansilla) y Amalia (Mármol).
“Escenas de la novela argentina” será un ciclo de cuatro entregas, producido entre el Canal y la Biblioteca Nacional, que irá los sábados a las 20.30, desde esta semana. En él, Ricardo Piglia –autor, entre otros, de Respiración artificial y Plata quemada– dará un curso, que es el mismo que ya dio en las universidades de Buenos Aires y de Princeton.
En todas las clases hay tres bloques. El primero abre con una escena, como la de la pelea –“no la inventé, está ahí”, se ríe Piglia– y sigue con conexiones que van de la novela elegida a la cultura y la literatura contemporáneas. En el segundo el profesor/conductor charla con un invitado, sentados en sillones. En el tercero, redondeo y preguntas.
El primer programa, el de Masilla y Mármol, está dedicado a “La vida privada” y la invitada es María Moreno. El segundo se trata de “La voz argentina”, cuenta las reflexiones de Eduardo Wilde cuando, en 1888, tiene en las manos un invento nuevo, el grabador, y se centra en Juan Moreyra, de Eduardo Gutiérrez. El invitado es Juan Sasturain.
En el tercer capítulo se habla de “La conspiración”, los autores son Roberto Arlt y Rodolfo Walsh y el invitado, Ricardo Bartís.
El ciclo termina con un programa sobre “La utopía”. El protagonista será Macedonio Fernández, que en 1928 se fue a leer una novela por la radio, dos años antes del primer radioteatro. Ahí el libro será Museo de la novela de la Eterna, de Macedonio, y el invitado, Horacio González, director de la Biblioteca Nacional.
Los alumnos son estudiantes de la Facultad de Filosofía y Letras que recibieron la clase en el momento en que fue grabada, en junio.
¿Quién se va a sentar un sábado a la noche a ver una clase de literatura? Ayer, en una reunión con periodistas se hablaba de la expectativa de encontrar un público como el de En terapia. Y aunque es cierto que quien no haya leído los libros mencionados se perderá una parte importante, Piglia sabe hace mucho que una clase es una puesta en escena y sabe manejar los tiempo y la tensión.
Por eso, cuenta que Mansilla terminó preso pero deja para los últimos minutos el resultado de las peleas de Charles. Decirlo aquí ¿es informar o contar el final?
Fuente:http://www.clarin.com/sociedad/profesor-Piglia-ensenara-literatura-television_0_763723706.html
“Escenas de la novela argentina” será un ciclo de cuatro entregas, producido entre el Canal y la Biblioteca Nacional, que irá los sábados a las 20.30, desde esta semana. En él, Ricardo Piglia –autor, entre otros, de Respiración artificial y Plata quemada– dará un curso, que es el mismo que ya dio en las universidades de Buenos Aires y de Princeton.
En todas las clases hay tres bloques. El primero abre con una escena, como la de la pelea –“no la inventé, está ahí”, se ríe Piglia– y sigue con conexiones que van de la novela elegida a la cultura y la literatura contemporáneas. En el segundo el profesor/conductor charla con un invitado, sentados en sillones. En el tercero, redondeo y preguntas.
El primer programa, el de Masilla y Mármol, está dedicado a “La vida privada” y la invitada es María Moreno. El segundo se trata de “La voz argentina”, cuenta las reflexiones de Eduardo Wilde cuando, en 1888, tiene en las manos un invento nuevo, el grabador, y se centra en Juan Moreyra, de Eduardo Gutiérrez. El invitado es Juan Sasturain.
En el tercer capítulo se habla de “La conspiración”, los autores son Roberto Arlt y Rodolfo Walsh y el invitado, Ricardo Bartís.
El ciclo termina con un programa sobre “La utopía”. El protagonista será Macedonio Fernández, que en 1928 se fue a leer una novela por la radio, dos años antes del primer radioteatro. Ahí el libro será Museo de la novela de la Eterna, de Macedonio, y el invitado, Horacio González, director de la Biblioteca Nacional.
Los alumnos son estudiantes de la Facultad de Filosofía y Letras que recibieron la clase en el momento en que fue grabada, en junio.
¿Quién se va a sentar un sábado a la noche a ver una clase de literatura? Ayer, en una reunión con periodistas se hablaba de la expectativa de encontrar un público como el de En terapia. Y aunque es cierto que quien no haya leído los libros mencionados se perderá una parte importante, Piglia sabe hace mucho que una clase es una puesta en escena y sabe manejar los tiempo y la tensión.
Por eso, cuenta que Mansilla terminó preso pero deja para los últimos minutos el resultado de las peleas de Charles. Decirlo aquí ¿es informar o contar el final?
Fuente:http://www.clarin.com/sociedad/profesor-Piglia-ensenara-literatura-television_0_763723706.html
Georges Perec: instrucciones para una vida de palabras
En 1964, Carlos Fuentes publicó un artículo en el suplemento Siempre!, en México, a propósito de la “nueva novela latinoamericana”. Allí refería cierta polémica que había tenido en la televisión estadounidense con Gunther Grass y Alberto Moravia, cuando los tres escritores debatieron sobre la presunta muerte de la novela. Ante el punto de vista de Moravia, quien aceptó la muerte del género, Fuentes señaló que “no es la novela lo que ha muerto, sino precisamente la forma burguesa de la novela y su término de referencia, el realismo, que supone una forma descriptiva y sicológica de observar a individuos en relaciones personales y sociales”. Y concluía: “De la misma manera que las fórmulas económicas tradicionales del industrialismo no pueden copar con la revolución tecnológica, el realismo burgués (o si se quiere, el realismo industrial, tout court ) no puede penetrar las preguntas y respuestas límite de los hombres de hoy”.
Pese al ultrapromocionado boom de la literatura latinoamericana –que, no olvidemos, fue un fenómeno comercial y no literario–, en otras partes del mundo se estaban haciendo experimentos buscando esas nuevas fórmulas por las que apostaba el autor de La muerte de Artemio Cruz . Y como solía pasar entonces, Francia tenía algo que decir al respecto. Quien lo dude, puede hoy leer la obra de Raymond Roussel (1877-1933), novelista admirado por los poetas surrealistas –que buscaron una realidad que se ubicara por encima de la realidad burguesa–, por Michel Foucault –quien le dedicó un libro– y por Michel Leiris (1901-1990), uno de los más influyentes escritores franceses del siglo XX, que el mundo hispanófono no termina de descubrir.
A finales de la década de 1950, Roussel y su curiosa manera de plasmar la realidad en la literatura llamaron la atención de Alain Robbe-Grillet (1922-2008), exponente del nouveau roman –vale decir, del grupo informalmente representado por Nathalie Sarraute, Claude Simon y Michel Butor, entre otros–, cuyo rasgo principal se apoyaba en un punto de vista extremadamente objetivo que, en la práctica, relegaba al narrador a ser un mero presentador de personajes espectadores del mundo en el que les tocaba vivir. Pero Roussel también fue importante para el Oulipo (“Ouvroir de Littérature Potencialle”, algo así como “Obrador” o “Taller” de “Literatura Potencial”). Fundado a fines de 1960 por Raymond Queneau (1903-1976) y François Le Lionnais (1901-1984), recogió instancias experimentales ya planteadas por Queneau y Boris Vian (1920-1959), quienes, a su vez, se inspiraron en Alfred Jarry (1873-1907) y la patafísica, doctrina que considera lo extraordinario como normalidad y las reglas como anomalía. En el caso específico de Oulipo, la norma está dada por la restricción de naturaleza matemática, lo cual ha llevado a sus cultores a todo tipo de problemas de resolución literaria anómala: novelas con trama mínima y cientos de finales, sonetos cuyos versos resultan intercambiables, palíndromos gigantescos, etc. Y ésa es la Francia donde Julio Cortázar –otro autor del boom– escribe Historias de cronopios y de famas (1962), Rayuela (1963), La vuelta al día en ochenta mundos (1967), 62 modelo para armar (1968) y Ultimo round (1969).
Memoria del olvido
De todos los cultores de Oulipo, acaso el más importante haya sido Georges Perec (1936-1982). Hijo de judíos polacos emigrados a Francia, a los cinco años Perec ya era un huérfano de guerra. Icek Judko Perec, su padre, enrolado voluntariamente en el XII Regimiento Extranjero de Infantería (REI), murió combatiendo a los alemanes el 16 de junio de 1940, seis días antes de que Francia firmara la capitulación. Cyrla Szulewicz, su madre, consiguió que, en el otoño de 1941, su hijo fuera transportado por uno de los últimos convoyes de la Cruz Roja a Villard-de-Lans, un cantón cercano a Grenoble, en el departamento de Isère, en la región de Rhône-Alpes, por entonces libre de las leyes de Vichy. Allí fue recibido por David Bienenfeld y Esther Perec (hermana de Icek), quienes tenían dos hijas: Bianca y Ela. Por su parte, fracasados los varios intentos de abandonar París para reunirse con su hijo, Cyrla fue arrestada por la policía francesa el 23 de enero de 1943 y deportada a Auschwitz el 11 de febrero de ese año. Allí termina su rastro, aunque todo hace suponer que acabó en la cámara de gas.
Según anota David Bellos, principal biógrafo de Perec y traductor de sus obras al inglés, los Bienenfeld inscribieron a Georges –familiarmente Jojo– en el colegio Turenne, un internado católico de varones. Pese a la relativa seguridad que les ofrecía vivir en el sudeste de Francia, los Bienenfeld debieron prevenirlo sobre la necesidad de ocultar su verdadera identidad. “Sin embargo, con un niño –señala Bellos–, y para no hacer correr riesgos al colegio, hubo que tomar ciertas precauciones. (…) Antes de la partida de Jojo para el colegio Turenne, alguien –tal vez su tío– tuvo que encontrar las palabras para hacerle comprender lo que, bajo ningún pretexto, jamás debía revelar. Georges Perec no se acuerda de ello, porque el único medio del que disponía para obedecer esa orden terminante fue… el olvido. La orden terminante, de la que desconocemos la forma, debió haber tenido la fuerza de un mandamiento: “hay que olvidar”. Bellos entonces se pregunta: “¿Cómo decirle de otro modo a un niño que es peligroso para él dejar escapar (incluso a través de simple fruncimiento de cejas, una mirada) que entiende el yidish, que conoce el alfabeto hebreo, que su padre se llamaba Izie, que vivía en Belleville, que su familia viene de Polonia, que su abuela vende pepinos en vinagre, arenques en salmuera y halvá, que su abuelo nunca está en casa los sábados, que la mayoría de sus compañeros son judíos –en síntesis, que él también es judío? Seguramente se le exigirá que borre todos los recuerdos de su pasado, se le dirá que para él comienza una vida nueva, que el apellido es bretón, que él es francés, y que nunca, absolutamente nunca debe pensar en lo que quedó atrás. Ese fue entonces un acto de olvido de una necesidad vital, pero también fue una traición interior”.
Así planteadas las cosas, la recuperación de la memoria que la historia le obligó a perder sería en Perec una suerte de expiación y su monumental esfuerzo autobiográfico, la penitencia que él mismo se impuso. Sin embargo, es posible que haya algo más, ya que sus esfuerzos no se limitaron a la recuperación de la memoria de sus padres y de su niñez. De hecho, hay una búsqueda que va mucho más allá y que, sin dudas, lo excede.
Palabras cruzadas
Después de la guerra, Perec se trasladó con sus tíos a París, al distrito XVI, hasta hoy uno de los más ricos de la capital. Allí estudió en el liceo Claude-Bernard y después, nuevamente como interno, en colegio Geoffroy-Saint-Hilaire d’Étampes, comuna situada a 48 km al sudoeste de París. En 1954, ya en la universidad, comenzó unos vagos estudios de historia que abandonó dos años después. Para entonces, trabajaba de lo que pudiera: bibliotecario, archivista, secretario y, sobre todo, articulista para las más diversas publicaciones que podamos imaginar. Entre 1958 y 1959, cumplió con su servicio militar en el XVIII Regimiento de Paracaidistas, ubicado en Idron, localidad cercana a Pau, en el sudoeste de Francia. En 1960 se casó en primeras nupcias con Paulette Pétras para poder instalarse en Sfax, a 270 km de la capital de Túnez, donde ella había conseguido trabajo como docente. Entre 1961 y 1978, año de su consagración total con La vie mode d’emploi (La vida: instrucciones de uso), vivió de un modesto salario como archivista en el Laboratoire Associe 38 del CNRS, dedicado a la investigación médica. Sus ingresos se completaban escribiendo palabras cruzadas para varios medios y con eventuales artículos. En 1976 se enamoró de la cineasta Catherine Binet, quien lo acompañó durante los últimos seis años de su vida. En febrero de 1982, Perec se enteró de que tenía un cáncer de pulmón y que éste ya no era operable porque había hecho metástasis. Murió el 3 de marzo de ese año.
Desde la prematura muerte de Georges Perec, en 1982, hasta la actualidad, se publicaron no menos de 18 nuevos volúmenes que llevan su firma y que vienen a sumarse a los 17 títulos que había publicado en vida. Esos libros póstumos, ordenados temáticamente, incluyen desde artículos circunstanciales hasta verdaderos relatos, pasando por entrevistas, cartas, textos de tarjetas postales, notas personales, prólogos, reseñas bibliográficas, desgrabaciones de conferencias, respuestas a encuestas y apostillas de todo tipo. La cosa no concluye ahí: todavía estamos lejos de haber terminado con la inmensa cantidad de textos que Perec desperdigó por el mundo en los escasos 46 años que le tocó vivir.
Con todo, aun cuando al rompecabezas que constituye su obra todavía le falten piezas, es lícito pensar que los núcleos centrales, aquéllos alrededor de los cuales se organiza el dibujo, ya están dispuestos. El mismo los había definido en “Notes sur ce que je cherche” (“Notas sobre lo que busco”), cuando señaló que los libros que escribió están asociados a cuatro campos diferentes, cuatro modos de interrogación que plantean la misma pregunta según perspectivas particulares las cuales determinan, a su vez, un cierto tipo de trabajo literario. Dice Perec, “La primera de esas interrogaciones puede ser calificada de ‘sociológica’: cómo mirar lo cotidiano (…); la segunda es de orden autobiográfico (…); la tercera, lúdica (…); la cuarta, finalmente, concierne a lo novelesco, al gusto por las historias y por las peripecias, al deseo de escribir libros que se devoren panza abajo en la cama”.
La subversión del yo
Ahora bien, más allá de las proezas lipogramáticas, de los múltiples juegos matemáticos y de haber escrito una novela sin la letra “e” –la más frecuente en francés– donde se investiga quién se la robó, lo que aquí importa destacar, y lo que probablemente va a quedar, es su monumental proyecto autobiográfico basado en algo así como una subversión del yo. De hecho, Perec no habla de sí, sino de lugares y objetos asociados a su propia experiencia; en síntesis, la materialidad de los días. Con todo eso, inaugura un nuevo concepto de narración en la que se borran los límites genéricos, y plantea una suerte de realismo a ultranza que supera los límites de la mera realidad transformándola en algo extraordinario.
Llegamos así a un nuevo concepto de literatura autobiográfica que desdeña el aburrimiento que provoca la autonarrativa, la crónica autocentrada, y que permite una nueva mirada sobre los datos que aportan la vida cotidiana y la historia común.
Fuente: http://www.revistaenie.clarin.com/literatura/Georges-Perec-instrucciones-para-una-vida-de-palabras_0_761923810.html
Pese al ultrapromocionado boom de la literatura latinoamericana –que, no olvidemos, fue un fenómeno comercial y no literario–, en otras partes del mundo se estaban haciendo experimentos buscando esas nuevas fórmulas por las que apostaba el autor de La muerte de Artemio Cruz . Y como solía pasar entonces, Francia tenía algo que decir al respecto. Quien lo dude, puede hoy leer la obra de Raymond Roussel (1877-1933), novelista admirado por los poetas surrealistas –que buscaron una realidad que se ubicara por encima de la realidad burguesa–, por Michel Foucault –quien le dedicó un libro– y por Michel Leiris (1901-1990), uno de los más influyentes escritores franceses del siglo XX, que el mundo hispanófono no termina de descubrir.
A finales de la década de 1950, Roussel y su curiosa manera de plasmar la realidad en la literatura llamaron la atención de Alain Robbe-Grillet (1922-2008), exponente del nouveau roman –vale decir, del grupo informalmente representado por Nathalie Sarraute, Claude Simon y Michel Butor, entre otros–, cuyo rasgo principal se apoyaba en un punto de vista extremadamente objetivo que, en la práctica, relegaba al narrador a ser un mero presentador de personajes espectadores del mundo en el que les tocaba vivir. Pero Roussel también fue importante para el Oulipo (“Ouvroir de Littérature Potencialle”, algo así como “Obrador” o “Taller” de “Literatura Potencial”). Fundado a fines de 1960 por Raymond Queneau (1903-1976) y François Le Lionnais (1901-1984), recogió instancias experimentales ya planteadas por Queneau y Boris Vian (1920-1959), quienes, a su vez, se inspiraron en Alfred Jarry (1873-1907) y la patafísica, doctrina que considera lo extraordinario como normalidad y las reglas como anomalía. En el caso específico de Oulipo, la norma está dada por la restricción de naturaleza matemática, lo cual ha llevado a sus cultores a todo tipo de problemas de resolución literaria anómala: novelas con trama mínima y cientos de finales, sonetos cuyos versos resultan intercambiables, palíndromos gigantescos, etc. Y ésa es la Francia donde Julio Cortázar –otro autor del boom– escribe Historias de cronopios y de famas (1962), Rayuela (1963), La vuelta al día en ochenta mundos (1967), 62 modelo para armar (1968) y Ultimo round (1969).
Memoria del olvido
De todos los cultores de Oulipo, acaso el más importante haya sido Georges Perec (1936-1982). Hijo de judíos polacos emigrados a Francia, a los cinco años Perec ya era un huérfano de guerra. Icek Judko Perec, su padre, enrolado voluntariamente en el XII Regimiento Extranjero de Infantería (REI), murió combatiendo a los alemanes el 16 de junio de 1940, seis días antes de que Francia firmara la capitulación. Cyrla Szulewicz, su madre, consiguió que, en el otoño de 1941, su hijo fuera transportado por uno de los últimos convoyes de la Cruz Roja a Villard-de-Lans, un cantón cercano a Grenoble, en el departamento de Isère, en la región de Rhône-Alpes, por entonces libre de las leyes de Vichy. Allí fue recibido por David Bienenfeld y Esther Perec (hermana de Icek), quienes tenían dos hijas: Bianca y Ela. Por su parte, fracasados los varios intentos de abandonar París para reunirse con su hijo, Cyrla fue arrestada por la policía francesa el 23 de enero de 1943 y deportada a Auschwitz el 11 de febrero de ese año. Allí termina su rastro, aunque todo hace suponer que acabó en la cámara de gas.
Según anota David Bellos, principal biógrafo de Perec y traductor de sus obras al inglés, los Bienenfeld inscribieron a Georges –familiarmente Jojo– en el colegio Turenne, un internado católico de varones. Pese a la relativa seguridad que les ofrecía vivir en el sudeste de Francia, los Bienenfeld debieron prevenirlo sobre la necesidad de ocultar su verdadera identidad. “Sin embargo, con un niño –señala Bellos–, y para no hacer correr riesgos al colegio, hubo que tomar ciertas precauciones. (…) Antes de la partida de Jojo para el colegio Turenne, alguien –tal vez su tío– tuvo que encontrar las palabras para hacerle comprender lo que, bajo ningún pretexto, jamás debía revelar. Georges Perec no se acuerda de ello, porque el único medio del que disponía para obedecer esa orden terminante fue… el olvido. La orden terminante, de la que desconocemos la forma, debió haber tenido la fuerza de un mandamiento: “hay que olvidar”. Bellos entonces se pregunta: “¿Cómo decirle de otro modo a un niño que es peligroso para él dejar escapar (incluso a través de simple fruncimiento de cejas, una mirada) que entiende el yidish, que conoce el alfabeto hebreo, que su padre se llamaba Izie, que vivía en Belleville, que su familia viene de Polonia, que su abuela vende pepinos en vinagre, arenques en salmuera y halvá, que su abuelo nunca está en casa los sábados, que la mayoría de sus compañeros son judíos –en síntesis, que él también es judío? Seguramente se le exigirá que borre todos los recuerdos de su pasado, se le dirá que para él comienza una vida nueva, que el apellido es bretón, que él es francés, y que nunca, absolutamente nunca debe pensar en lo que quedó atrás. Ese fue entonces un acto de olvido de una necesidad vital, pero también fue una traición interior”.
Así planteadas las cosas, la recuperación de la memoria que la historia le obligó a perder sería en Perec una suerte de expiación y su monumental esfuerzo autobiográfico, la penitencia que él mismo se impuso. Sin embargo, es posible que haya algo más, ya que sus esfuerzos no se limitaron a la recuperación de la memoria de sus padres y de su niñez. De hecho, hay una búsqueda que va mucho más allá y que, sin dudas, lo excede.
Palabras cruzadas
Después de la guerra, Perec se trasladó con sus tíos a París, al distrito XVI, hasta hoy uno de los más ricos de la capital. Allí estudió en el liceo Claude-Bernard y después, nuevamente como interno, en colegio Geoffroy-Saint-Hilaire d’Étampes, comuna situada a 48 km al sudoeste de París. En 1954, ya en la universidad, comenzó unos vagos estudios de historia que abandonó dos años después. Para entonces, trabajaba de lo que pudiera: bibliotecario, archivista, secretario y, sobre todo, articulista para las más diversas publicaciones que podamos imaginar. Entre 1958 y 1959, cumplió con su servicio militar en el XVIII Regimiento de Paracaidistas, ubicado en Idron, localidad cercana a Pau, en el sudoeste de Francia. En 1960 se casó en primeras nupcias con Paulette Pétras para poder instalarse en Sfax, a 270 km de la capital de Túnez, donde ella había conseguido trabajo como docente. Entre 1961 y 1978, año de su consagración total con La vie mode d’emploi (La vida: instrucciones de uso), vivió de un modesto salario como archivista en el Laboratoire Associe 38 del CNRS, dedicado a la investigación médica. Sus ingresos se completaban escribiendo palabras cruzadas para varios medios y con eventuales artículos. En 1976 se enamoró de la cineasta Catherine Binet, quien lo acompañó durante los últimos seis años de su vida. En febrero de 1982, Perec se enteró de que tenía un cáncer de pulmón y que éste ya no era operable porque había hecho metástasis. Murió el 3 de marzo de ese año.
Desde la prematura muerte de Georges Perec, en 1982, hasta la actualidad, se publicaron no menos de 18 nuevos volúmenes que llevan su firma y que vienen a sumarse a los 17 títulos que había publicado en vida. Esos libros póstumos, ordenados temáticamente, incluyen desde artículos circunstanciales hasta verdaderos relatos, pasando por entrevistas, cartas, textos de tarjetas postales, notas personales, prólogos, reseñas bibliográficas, desgrabaciones de conferencias, respuestas a encuestas y apostillas de todo tipo. La cosa no concluye ahí: todavía estamos lejos de haber terminado con la inmensa cantidad de textos que Perec desperdigó por el mundo en los escasos 46 años que le tocó vivir.
Con todo, aun cuando al rompecabezas que constituye su obra todavía le falten piezas, es lícito pensar que los núcleos centrales, aquéllos alrededor de los cuales se organiza el dibujo, ya están dispuestos. El mismo los había definido en “Notes sur ce que je cherche” (“Notas sobre lo que busco”), cuando señaló que los libros que escribió están asociados a cuatro campos diferentes, cuatro modos de interrogación que plantean la misma pregunta según perspectivas particulares las cuales determinan, a su vez, un cierto tipo de trabajo literario. Dice Perec, “La primera de esas interrogaciones puede ser calificada de ‘sociológica’: cómo mirar lo cotidiano (…); la segunda es de orden autobiográfico (…); la tercera, lúdica (…); la cuarta, finalmente, concierne a lo novelesco, al gusto por las historias y por las peripecias, al deseo de escribir libros que se devoren panza abajo en la cama”.
La subversión del yo
Ahora bien, más allá de las proezas lipogramáticas, de los múltiples juegos matemáticos y de haber escrito una novela sin la letra “e” –la más frecuente en francés– donde se investiga quién se la robó, lo que aquí importa destacar, y lo que probablemente va a quedar, es su monumental proyecto autobiográfico basado en algo así como una subversión del yo. De hecho, Perec no habla de sí, sino de lugares y objetos asociados a su propia experiencia; en síntesis, la materialidad de los días. Con todo eso, inaugura un nuevo concepto de narración en la que se borran los límites genéricos, y plantea una suerte de realismo a ultranza que supera los límites de la mera realidad transformándola en algo extraordinario.
Llegamos así a un nuevo concepto de literatura autobiográfica que desdeña el aburrimiento que provoca la autonarrativa, la crónica autocentrada, y que permite una nueva mirada sobre los datos que aportan la vida cotidiana y la historia común.
Fuente: http://www.revistaenie.clarin.com/literatura/Georges-Perec-instrucciones-para-una-vida-de-palabras_0_761923810.html
El profesor Piglia enseñará literatura por televisión
Era Buenos Aires, era 1856 y las calles aparecieron empapeladas con un anuncio: el luchador estadounidense Charles desafiaba a los varones porteños a vencerlo, puño a puño. Si el retador hacía que Charles mordiera la lona se llevaría 2.000 pesos. Se inscribieron –cuenta el profesor– “tres argentinos, tres italianos, dos vascos, un irlandés, un francés y un hombre de nacionalidad desconocida, que peleó enmascarado”. El jurado: José Toribio Martínez de Hoz (fundador de la Sociedad Rural), el Jefe de Policía y ...¡Sarmiento! Antes de que empiece la pelea, un hombre se levanta desde un palco y reta a otro a duelo. El desafiante es Lucio V. Mansilla, escritor y personaje de la época. El desafiado, José Mármol. El profesor mira a sus alumnos y la cámara los mira a todos. Esto es el estudio mayor de Canal 7. Esta es una clase del escritor Ricardo Piglia y, también, un programa de televisión. La clase/capítulo de hoy girará alrededor de los libros de los contrincantes: Una excursión a los indios ranqueles (Mansilla) y Amalia (Mármol).
“Escenas de la novela argentina” será un ciclo de cuatro entregas, producido entre el Canal y la Biblioteca Nacional, que irá los sábados a las 20.30, desde esta semana. En él, Ricardo Piglia –autor, entre otros, de Respiración artificial y Plata quemada– dará un curso, que es el mismo que ya dio en las universidades de Buenos Aires y de Princeton.
En todas las clases hay tres bloques. El primero abre con una escena, como la de la pelea –“no la inventé, está ahí”, se ríe Piglia– y sigue con conexiones que van de la novela elegida a la cultura y la literatura contemporáneas. En el segundo el profesor/conductor charla con un invitado, sentados en sillones. En el tercero, redondeo y preguntas.
El primer programa, el de Masilla y Mármol, está dedicado a “La vida privada” y la invitada es María Moreno. El segundo se trata de “La voz argentina”, cuenta las reflexiones de Eduardo Wilde cuando, en 1888, tiene en las manos un invento nuevo, el grabador, y se centra en Juan Moreyra, de Eduardo Gutiérrez. El invitado es Juan Sasturain.
En el tercer capítulo se habla de “La conspiración”, los autores son Roberto Arlt y Rodolfo Walsh y el invitado, Ricardo Bartís.
El ciclo termina con un programa sobre “La utopía”. El protagonista será Macedonio Fernández, que en 1928 se fue a leer una novela por la radio, dos años antes del primer radioteatro. Ahí el libro será Museo de la novela de la Eterna, de Macedonio, y el invitado, Horacio González, director de la Biblioteca Nacional.
Los alumnos son estudiantes de la Facultad de Filosofía y Letras que recibieron la clase en el momento en que fue grabada, en junio.
¿Quién se va a sentar un sábado a la noche a ver una clase de literatura? Ayer, en una reunión con periodistas se hablaba de la expectativa de encontrar un público como el de En terapia. Y aunque es cierto que quien no haya leído los libros mencionados se perderá una parte importante, Piglia sabe hace mucho que una clase es una puesta en escena y sabe manejar los tiempo y la tensión.
Por eso, cuenta que Mansilla terminó preso pero deja para los últimos minutos el resultado de las peleas de Charles. Decirlo aquí ¿es informar o contar el final?
Fuente:http://www.clarin.com/sociedad/profesor-Piglia-ensenara-literatura-television_0_763723706.html
“Escenas de la novela argentina” será un ciclo de cuatro entregas, producido entre el Canal y la Biblioteca Nacional, que irá los sábados a las 20.30, desde esta semana. En él, Ricardo Piglia –autor, entre otros, de Respiración artificial y Plata quemada– dará un curso, que es el mismo que ya dio en las universidades de Buenos Aires y de Princeton.
En todas las clases hay tres bloques. El primero abre con una escena, como la de la pelea –“no la inventé, está ahí”, se ríe Piglia– y sigue con conexiones que van de la novela elegida a la cultura y la literatura contemporáneas. En el segundo el profesor/conductor charla con un invitado, sentados en sillones. En el tercero, redondeo y preguntas.
El primer programa, el de Masilla y Mármol, está dedicado a “La vida privada” y la invitada es María Moreno. El segundo se trata de “La voz argentina”, cuenta las reflexiones de Eduardo Wilde cuando, en 1888, tiene en las manos un invento nuevo, el grabador, y se centra en Juan Moreyra, de Eduardo Gutiérrez. El invitado es Juan Sasturain.
En el tercer capítulo se habla de “La conspiración”, los autores son Roberto Arlt y Rodolfo Walsh y el invitado, Ricardo Bartís.
El ciclo termina con un programa sobre “La utopía”. El protagonista será Macedonio Fernández, que en 1928 se fue a leer una novela por la radio, dos años antes del primer radioteatro. Ahí el libro será Museo de la novela de la Eterna, de Macedonio, y el invitado, Horacio González, director de la Biblioteca Nacional.
Los alumnos son estudiantes de la Facultad de Filosofía y Letras que recibieron la clase en el momento en que fue grabada, en junio.
¿Quién se va a sentar un sábado a la noche a ver una clase de literatura? Ayer, en una reunión con periodistas se hablaba de la expectativa de encontrar un público como el de En terapia. Y aunque es cierto que quien no haya leído los libros mencionados se perderá una parte importante, Piglia sabe hace mucho que una clase es una puesta en escena y sabe manejar los tiempo y la tensión.
Por eso, cuenta que Mansilla terminó preso pero deja para los últimos minutos el resultado de las peleas de Charles. Decirlo aquí ¿es informar o contar el final?
Fuente:http://www.clarin.com/sociedad/profesor-Piglia-ensenara-literatura-television_0_763723706.html
lunes, 27 de agosto de 2012
Baudelaire, cartas malditas
Poeta satánico, ebrio de poesía y ajenjo, de versos y maldiciones, Charles Baudelaire fue también, al final de su vida, un autor consciente de su lugar en la posteridad, que buscaba subvenciones de Estado, necesitaba dinero demasiado a menudo y pedía favores a los editores, críticos y escritores más prestigiosos. Es el Baudelaire humano, demasiado humano quien se retrata en el volumen de Cartas inéditas que ha preparado Mario Campaña (Bassarai) y que aparece estos días. El Cultural ofrece como anticipo las mejores cartas.
A Auguste Poulet-Malassis [su editor]
París, viernes 16 de diciembre de 1853
Mi querido Malassis: Le ruego, si es posible, que en cuanto haya recibido mi carta me envíe por correo, en forma de giro postal, una suma cualquiera. Lo dejo a su comodidad, como ve, porque es evidente que no puede ser una suma muy grande. se trata simplemente de encontrar algunos días de reposo y aprovecharlos para terminar cosas importantes que darán resultado positivo el mes próximo [...].
Me es imposible contarle todos los infortunios que han ocurrido este año en mi vida, por mi culpa, y sin mi culpa. Año estéril. Todo este grotesco poema no le concierne y no le interesará. ¡Usted vive en tanta calma! Mi vida, para mí, usted lo puede adivinar, estará siempre hecha de cóleras, de muertes, de tormentas y sobre todo de descontentos sobre mí mismo. Este lenguaje no es enfático; le escribo sin ninguna sobreexcitación nerviosa. Todo lo que sé, todo lo que siento, es que a consecuencia de una serie de desventuras en las que mi estupidez tiene su parte, acabo de perder un año entero y que tengo que hacer cuatro volúmenes y tres comedias; que estas obras no están hechas, que he recibido dinero por alguna de ellas, y que no tengo dinero para trabajar, no ya quince días, sino ni siquiera un día. No encontrará sorprendente que haya pensado en usted, que ha sido siempre tan amable conmigo.
PD. con o sin dinero, respóndame enseguida [...]
Charles Baudelaire
A Victor Hugo
París, 23 de septiembre de 1859
Señor, tengo la más grande necesidad de usted e invoco su bondad. Hace unos meses escribí un artículo sobre mi amigo Th. Gautier, que ha provocado tal estallido de risa entre los imbéciles que he juzgado adecuado hacer un cuadernillo, aunque sólo sea para probar que no me arrepiento en absoluto. [...] He sabido por nuestro amigo común, el señor Paul Maurice, que usted había tenido la bondad de escribirme una carta que aún no ha podido ser encontrada [...] Como quiera que sea, he experimentado por esto un amargo pesar. ¡Una carta suya, señor, a quien ninguno de nosotros ha visto desde hace tanto tiempo; de usted, a quien sólo he visto dos veces, y de eso hace casi veinte años, es algo sumamente agradable y precioso!
Es necesario, sin embargo, que le explique por qué he cometido la prodigiosa impertinencia de enviarle un papel impreso sin adjuntarle una carta, un homenaje cualquiera, un testimonio de respeto y fidelidad. [...] Conozco sus obras de memoria y sus prefacios me muestran que he sobrepasado la teoría generalmente expuesta por usted sobre la alianza de la moral con la poesía. Pero en un momento en que el mundo se aleja del arte con horror y los hombres se dejan embrutecer por la idea exclusiva de utilidad, creo que no hay nada malo en exagerar un poco en el sentido contrario. Quizá he reclamado demasiado. Era para obtener lo necesario. En fin, aunque un poco de fatalismo asiático se hubiera mezclado en mis reflexiones, me considero digno de perdón. El espantoso mundo en el que vivimos fomenta el gusto por el aislamiento y la fatalidad.
He querido sobre todo conducir el pensamiento del lector hacia esa maravillosa época literaria en que usted fue el verdadero rey, tiempo que vive en mi espíritu como un delicioso recuerdo de infancia. [...] Necesito de usted. Necesito de una voz más alta que la mía y la de Théophile Gautier; necesito de su voz dictatorial. Quiero ser protegido. Imprimiré humildemente lo que usted se digne escribirme. Le suplico que no se sienta incómodo. Si encuentra en estas pruebas alguna cosa censurable, sepa que mostraré su censura dócilmente, sin vergöenza excesiva. Una crítica suya, ¿no es en realidad un halago, puesto que es un honor? [...]
Recuerdo que después de esa publicación usted me envío un cumplido especial sobre mi deshonra, que usted definió como una decoración. Yo no lo comprendí bien, porque todavía estaba preso de la cólera causada por la pérdida de tiempo y dinero. Pero hoy, señor, lo comprendo muy bien. Me encuentro fuerte y alegre en mi deshonra y sé que de ahora en adelante, en cualquier tipo de literatura en que me prodigue, seguiré siendo un monstruo y un hombre-lobo.
[...] Si no tuviera aquí deberes que cumplir, me iría al fin del mundo. Adiós, señor, si alguna vez mi alegre nombre fuera pronunciado de una manera grata en su feliz familia, sentiría una inmensa dicha.
Charles Baudelaire
A Gustave Flaubert
París, 26 de junio de 1860
Mi querido Flaubert, le agradezco muy vivamente su excelente carta. Me conmovió su observación. Hurgando sinceramente en el recuerdo de mis sueños, me he dado cuenta de que siempre he estado obsesionado por la imposibilidad de percibir ciertas acciones o pensamientos repentinos del hombre sin la hipótesis de la intervención de una fuerza maligna exterior a él. He aquí una gran confesión, de la que todo el siglo XIX conjurado no me hará sonrojar. Observe que no renuncio al placer de cambiar de idea o contradecirme. Si me lo permite, uno de estos días, cuando vaya a Honfleur, me detendré en Rouen; como presumo que usted es parecido a mí y que odia las sorpresas, se lo anunciaré anticipadamente. Dice usted que trabajo mucho. ¿Se burla cruelmente? Mucha gente -yo no me cuento en ese grupo- cree que no hago gran cosa. Trabajar, trabajar sin cesar: para eso hace falta no tener sentidos, no tener ensoñaciones; ser una pura voluntad siempre en movimiento. Quizá lo consiga un día.
Todo suyo,
Charles Baudelaire
Ps. Siempre he soñado leer (completo) la Tentación y otro libro singular, del que usted no ha publicado ningún fragmento (Noviembre). ¿Y cómo va Cartago?
Charles Baudelaire
A Charles Asselineau
Bruselas, 5 de febrero de 1866
[...] Escribir no es cosa fácil para mí. Me proporcionaría usted un gusto si tuviese algún buen consejo que darme. Desde hace veinte meses he estado casi siempre enfermo... En febrero del año pasado, violentas neuralgias en la cabeza o reumatismo agudo, lancinante; casi quince días. ¿Podría ser otra cosa? Retorno de los mismos problemas en diciembre. Una tarde, en ayunas, me pongo a girar y a dar vueltas como un borracho, agarrándome a los muebles y arrastrándolos conmigo. Vómito de bilis o espuma blanca. He aquí invariablemente la gradación: me siento perfectamente bien, estoy en ayunas, y de golpe, sin preparación ni causa aparente, experimento sensación de vaguedad, distracción, estupor; y después un atroz dolor de cabeza. Me es absolutamente necesario acostarme de espaldas. Enseguida, sudor frío, vómitos, un largo estupor. Para las neural- gias me habían hecho tomar píldoras compuestas de quinina, digital, belladona y morfina. Después, aplicación de loción de alcanfor y trementina, inútil, por otro lado, según creo. Para los vértigos, agua de Vichy, valeriana, éter, agua de Pullna. El mal ha persistido. Ahora, unas píldoras en cuya composición recuerdo que entra la valeriana o el óxido de zinc, el asa fétida, etc, etc. ¿Son un antiespamódico? El mal persiste. Y el médico pronuncia la gran palabra: histeria. En buen francés: echo mi lengua a los perros. él quiere que pasee mucho. Es absurdo. Además de que he adquirido una timidez y torpeza que hacen la calle insoportable, no hay modo de pasearse aquí, a causa del estado de las calles y los caminos. Cedo por primera vez al deseo de quejarme. ¿Conoce usted este género de enfermedad?
Gracias una vez más por su cariñosa carta. Déme la distracción de una respuesta. Un apretón de mano para Banville, Manet, Champfleury, si los ve.
Charles Baudelaire
A Narcisse Ancelle [su tutor]
Bruselas, 18 de febrero de 1866
Mi querido amigo:
Su terrible carta acababa de llegar cuando la mía salía. Estoy desolado porque Lécrivain no ha ido a verle, o que usted no haya esperado mi carta. Lécrivain estaba convencido de que el trato se haría con los Garnier; veo que él ha tenido muchos malentendidos en esta conversación. Hippolyte G[arnier] no había visto a Lemer ¡desde hacía un año! ¿Qué significa la carta de Lemer, que le he enviado a usted, y la visita de Garnier a Sainte-Beuve? ¿Qué importa que yo esté en Bruselas? He hecho aquí un libro (el último) para Michael Lévy. Los paraísos han tenido un gran éxito literario; pocos libros han tenido tantas reseñas. El hundimiento de Malassis sólo ha impedido la difusión y el éxito económico. Los Contemporáneos son absolutamente desconocidos. Varios fragmentos han aparecido, pero en periódicos desconocidos, archi-ignora- dos. Las flores del mal, ¡libro olvidado! Eso es demasiado absurdo. Todavía lo piden. Quizá comience a ser comprendido dentro de algunos años. ¡Hetzel! Ni siquiera hubo un comienzo de ejecución con Hetzel! Me había compradoLe Spleen de Paris y Las flores. Pero como le dije que quería vender todo de una sola vez me liberó del compromiso anterior, porque creía, como yo, como Lemer, que estos dos volúmenes facilitarían la venta del conjunto. Sólo queda por acordar con Hetzel una pequeña cuestión de dinero. [...] Y ahora, ¿qué hacer? ¿Dividir el todo en partes? Creo que eso sería imprudente y largo. ¿Quiere usted empezar una nueva negociación, aunque sólo fuese preliminarmente, mientras espera que yo vaya a París? [...]
Charles Baudelaire
Fuente: http://www.elcultural.es/version_papel/LETRAS/8994/Baudelaire_cartas_malditas
A Auguste Poulet-Malassis [su editor]
París, viernes 16 de diciembre de 1853
Mi querido Malassis: Le ruego, si es posible, que en cuanto haya recibido mi carta me envíe por correo, en forma de giro postal, una suma cualquiera. Lo dejo a su comodidad, como ve, porque es evidente que no puede ser una suma muy grande. se trata simplemente de encontrar algunos días de reposo y aprovecharlos para terminar cosas importantes que darán resultado positivo el mes próximo [...].
Me es imposible contarle todos los infortunios que han ocurrido este año en mi vida, por mi culpa, y sin mi culpa. Año estéril. Todo este grotesco poema no le concierne y no le interesará. ¡Usted vive en tanta calma! Mi vida, para mí, usted lo puede adivinar, estará siempre hecha de cóleras, de muertes, de tormentas y sobre todo de descontentos sobre mí mismo. Este lenguaje no es enfático; le escribo sin ninguna sobreexcitación nerviosa. Todo lo que sé, todo lo que siento, es que a consecuencia de una serie de desventuras en las que mi estupidez tiene su parte, acabo de perder un año entero y que tengo que hacer cuatro volúmenes y tres comedias; que estas obras no están hechas, que he recibido dinero por alguna de ellas, y que no tengo dinero para trabajar, no ya quince días, sino ni siquiera un día. No encontrará sorprendente que haya pensado en usted, que ha sido siempre tan amable conmigo.
PD. con o sin dinero, respóndame enseguida [...]
Charles Baudelaire
A Victor Hugo
París, 23 de septiembre de 1859
Señor, tengo la más grande necesidad de usted e invoco su bondad. Hace unos meses escribí un artículo sobre mi amigo Th. Gautier, que ha provocado tal estallido de risa entre los imbéciles que he juzgado adecuado hacer un cuadernillo, aunque sólo sea para probar que no me arrepiento en absoluto. [...] He sabido por nuestro amigo común, el señor Paul Maurice, que usted había tenido la bondad de escribirme una carta que aún no ha podido ser encontrada [...] Como quiera que sea, he experimentado por esto un amargo pesar. ¡Una carta suya, señor, a quien ninguno de nosotros ha visto desde hace tanto tiempo; de usted, a quien sólo he visto dos veces, y de eso hace casi veinte años, es algo sumamente agradable y precioso!
Es necesario, sin embargo, que le explique por qué he cometido la prodigiosa impertinencia de enviarle un papel impreso sin adjuntarle una carta, un homenaje cualquiera, un testimonio de respeto y fidelidad. [...] Conozco sus obras de memoria y sus prefacios me muestran que he sobrepasado la teoría generalmente expuesta por usted sobre la alianza de la moral con la poesía. Pero en un momento en que el mundo se aleja del arte con horror y los hombres se dejan embrutecer por la idea exclusiva de utilidad, creo que no hay nada malo en exagerar un poco en el sentido contrario. Quizá he reclamado demasiado. Era para obtener lo necesario. En fin, aunque un poco de fatalismo asiático se hubiera mezclado en mis reflexiones, me considero digno de perdón. El espantoso mundo en el que vivimos fomenta el gusto por el aislamiento y la fatalidad.
He querido sobre todo conducir el pensamiento del lector hacia esa maravillosa época literaria en que usted fue el verdadero rey, tiempo que vive en mi espíritu como un delicioso recuerdo de infancia. [...] Necesito de usted. Necesito de una voz más alta que la mía y la de Théophile Gautier; necesito de su voz dictatorial. Quiero ser protegido. Imprimiré humildemente lo que usted se digne escribirme. Le suplico que no se sienta incómodo. Si encuentra en estas pruebas alguna cosa censurable, sepa que mostraré su censura dócilmente, sin vergöenza excesiva. Una crítica suya, ¿no es en realidad un halago, puesto que es un honor? [...]
Recuerdo que después de esa publicación usted me envío un cumplido especial sobre mi deshonra, que usted definió como una decoración. Yo no lo comprendí bien, porque todavía estaba preso de la cólera causada por la pérdida de tiempo y dinero. Pero hoy, señor, lo comprendo muy bien. Me encuentro fuerte y alegre en mi deshonra y sé que de ahora en adelante, en cualquier tipo de literatura en que me prodigue, seguiré siendo un monstruo y un hombre-lobo.
[...] Si no tuviera aquí deberes que cumplir, me iría al fin del mundo. Adiós, señor, si alguna vez mi alegre nombre fuera pronunciado de una manera grata en su feliz familia, sentiría una inmensa dicha.
Charles Baudelaire
A Gustave Flaubert
París, 26 de junio de 1860
Mi querido Flaubert, le agradezco muy vivamente su excelente carta. Me conmovió su observación. Hurgando sinceramente en el recuerdo de mis sueños, me he dado cuenta de que siempre he estado obsesionado por la imposibilidad de percibir ciertas acciones o pensamientos repentinos del hombre sin la hipótesis de la intervención de una fuerza maligna exterior a él. He aquí una gran confesión, de la que todo el siglo XIX conjurado no me hará sonrojar. Observe que no renuncio al placer de cambiar de idea o contradecirme. Si me lo permite, uno de estos días, cuando vaya a Honfleur, me detendré en Rouen; como presumo que usted es parecido a mí y que odia las sorpresas, se lo anunciaré anticipadamente. Dice usted que trabajo mucho. ¿Se burla cruelmente? Mucha gente -yo no me cuento en ese grupo- cree que no hago gran cosa. Trabajar, trabajar sin cesar: para eso hace falta no tener sentidos, no tener ensoñaciones; ser una pura voluntad siempre en movimiento. Quizá lo consiga un día.
Todo suyo,
Charles Baudelaire
Ps. Siempre he soñado leer (completo) la Tentación y otro libro singular, del que usted no ha publicado ningún fragmento (Noviembre). ¿Y cómo va Cartago?
Charles Baudelaire
A Charles Asselineau
Bruselas, 5 de febrero de 1866
[...] Escribir no es cosa fácil para mí. Me proporcionaría usted un gusto si tuviese algún buen consejo que darme. Desde hace veinte meses he estado casi siempre enfermo... En febrero del año pasado, violentas neuralgias en la cabeza o reumatismo agudo, lancinante; casi quince días. ¿Podría ser otra cosa? Retorno de los mismos problemas en diciembre. Una tarde, en ayunas, me pongo a girar y a dar vueltas como un borracho, agarrándome a los muebles y arrastrándolos conmigo. Vómito de bilis o espuma blanca. He aquí invariablemente la gradación: me siento perfectamente bien, estoy en ayunas, y de golpe, sin preparación ni causa aparente, experimento sensación de vaguedad, distracción, estupor; y después un atroz dolor de cabeza. Me es absolutamente necesario acostarme de espaldas. Enseguida, sudor frío, vómitos, un largo estupor. Para las neural- gias me habían hecho tomar píldoras compuestas de quinina, digital, belladona y morfina. Después, aplicación de loción de alcanfor y trementina, inútil, por otro lado, según creo. Para los vértigos, agua de Vichy, valeriana, éter, agua de Pullna. El mal ha persistido. Ahora, unas píldoras en cuya composición recuerdo que entra la valeriana o el óxido de zinc, el asa fétida, etc, etc. ¿Son un antiespamódico? El mal persiste. Y el médico pronuncia la gran palabra: histeria. En buen francés: echo mi lengua a los perros. él quiere que pasee mucho. Es absurdo. Además de que he adquirido una timidez y torpeza que hacen la calle insoportable, no hay modo de pasearse aquí, a causa del estado de las calles y los caminos. Cedo por primera vez al deseo de quejarme. ¿Conoce usted este género de enfermedad?
Gracias una vez más por su cariñosa carta. Déme la distracción de una respuesta. Un apretón de mano para Banville, Manet, Champfleury, si los ve.
Charles Baudelaire
A Narcisse Ancelle [su tutor]
Bruselas, 18 de febrero de 1866
Mi querido amigo:
Su terrible carta acababa de llegar cuando la mía salía. Estoy desolado porque Lécrivain no ha ido a verle, o que usted no haya esperado mi carta. Lécrivain estaba convencido de que el trato se haría con los Garnier; veo que él ha tenido muchos malentendidos en esta conversación. Hippolyte G[arnier] no había visto a Lemer ¡desde hacía un año! ¿Qué significa la carta de Lemer, que le he enviado a usted, y la visita de Garnier a Sainte-Beuve? ¿Qué importa que yo esté en Bruselas? He hecho aquí un libro (el último) para Michael Lévy. Los paraísos han tenido un gran éxito literario; pocos libros han tenido tantas reseñas. El hundimiento de Malassis sólo ha impedido la difusión y el éxito económico. Los Contemporáneos son absolutamente desconocidos. Varios fragmentos han aparecido, pero en periódicos desconocidos, archi-ignora- dos. Las flores del mal, ¡libro olvidado! Eso es demasiado absurdo. Todavía lo piden. Quizá comience a ser comprendido dentro de algunos años. ¡Hetzel! Ni siquiera hubo un comienzo de ejecución con Hetzel! Me había compradoLe Spleen de Paris y Las flores. Pero como le dije que quería vender todo de una sola vez me liberó del compromiso anterior, porque creía, como yo, como Lemer, que estos dos volúmenes facilitarían la venta del conjunto. Sólo queda por acordar con Hetzel una pequeña cuestión de dinero. [...] Y ahora, ¿qué hacer? ¿Dividir el todo en partes? Creo que eso sería imprudente y largo. ¿Quiere usted empezar una nueva negociación, aunque sólo fuese preliminarmente, mientras espera que yo vaya a París? [...]
Charles Baudelaire
Fuente: http://www.elcultural.es/version_papel/LETRAS/8994/Baudelaire_cartas_malditas
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