jueves, 19 de abril de 2012

Literatura de terror sí... en XXS




Ahí va un ejercicio para los lectores. Imaginen a un escritor latinoamericano, peruano de nacimiento, japonés de origen, sevillano de facto (casado desde hace veinticinco años con una sevillana), director de una fundación de arte flamenco, que escribe un libro de microrrelatos de terror con retrogusto de humor y que se vende como churros en las dos orillas de Atlántico. Es Fernando Iwasaki y su Ajuar Funerario, de la editorial Páginas de espuma, un longseller que lleva más de 60.000 ejemplares vendidos desde 2004 sin perder el ritmo, y acaba de lanzar su séptima edición. ¿El secreto del éxito de sus microrrelatos? Contienen historias... de miedo.

“Empecé con este género de minificción hace años, cuando me encargaron lecturas y conferencias para la universidad. Verdaderamente me sentía incapaz de leer textos míos de ocho o diez páginas, el público no merecía que le aburriese, así que decidí escribir estas pequeñas historias. Pero para que sean microrrelatos tiene que haber historia, y si no lo hay entonces podrá ser un poema en prosa, una anécdota, un aforismo estirado como un chicle… Pero no un microrrelato”. Iwasaki afirma que vivimos en un mundo invadido de ficción aunque no nos demos cuenta. “Ficción son los currículum vitae, son las esquelas de los periódicos, son los anuncios por palabras... Esa persona que publica: ‘Licenciado, 42 años, culto, encantador, desearía conocer señorita…’ ¡Eso es ficción!, ¿Cómo es posible que nadie haya llegado a esa situación de abandono a los 42 con todas esas cualidades?” Bromea el escritor.

¿Y el género de terror? "Eso me vino por capricho. La suerte es que el libro tiene una lectura muy agradecida para ser terror, por eso circula mucho en institutos. Me consta que muchos profesores y alumnos de secundaria conectaron muy bien con el libro, lo que ha influido en las ventas". Juan Casamayor, editor de Páginas de espuma, ha llegado muy bien porque Iwasaki ha tenido la sabiduría de unir la brevedad del microrrelato con el escalofrío que tiene la literatura de terror: "Sus microrrelatos son muy adictivos. Solapa muy bien sus propias experiencias vitales con la microficción. Algunos de los cuentos surgen de su infancia, derivan de recuerdos en la casona de su abuela donde estaban enterrados sus antepasados. La mujer que cuidaba a Fernando y a sus hermanos les decía que no abriesen los ojos después de acostarse, o se les aparecerían sus antepasados muertos", cuenta divertido el editor.

Como Andrés Neuman, Jorge Volpi, Rodrigo Fresán o Juan Gabriel Vásquez, Fernando Iwasaki (Lima, 1961) forma parte de una idiosincrasia de escritores de origen latinoamericano que viven en distintas partes del mundo y su literatura sí tiene el membrete de sus raíces, pero es universal.

Casamayor asegura que el peruano tiene un papel muy importante en el mundo literario: “Fernando es un mago de las palabras, pero además representa un nudo entre los clásicos latinoamericanos y la nueva generación. Siendo muy amigo de Mario Vargas Llosa, de Jorge Edwards, habiéndolo sido de Cabrera Infante, siempre ha estado muy atento a las nuevas generaciones”, lo que el propio escritor achaca más a un sentimiento de cariño y afecto que a la generosidad: “Me formé leyendo a Cortázar, Borges, García Márquez, Vargas Llosa… No puedo negar que tenga sus influencias, pero yo no sería quien soy sin los autores del boom... Creo que si no admiras a tus contemporáneos te pierdes algo muy grande. La literatura te permite tratarlos y disfrutar de todos ellos, no creo que un escritor le haga competencia a otro, sino que un libro te lleva a otro. Por eso me gusta que haya una nueva generación latinoamericana”.

Rescatan la poesía política y visual de Lihn, el poeta que irritó a la izquierda y la derecha

"Chile es el único país que no está en guerra, pero es el que más pelea", escribió Enrique Lihn bajo un dibujo en que varios políticos, socialistas y comunistas se enfrentaban a combos. Corrían los 40 y Lihn, con suerte, tenía 13 años. Así de contingentes eran sus inquietudes plásticas: en un cuaderno de esos días destaca la imagen de Hitler levantando su mano ante una svástica nazi.

Son rarezas, la prehistoria de una personalidad que explotaría en múltiples direcciones: joven estudiante de Bellas Artes, Lihn se convirtió en una voz central de la poesía chilena para terminar disfrazado de bufón, haciendo teatro y cine, dibujando cómics y encendiendo la mecha de la escena cultural de los 80. En esa ruta, Lihn asumió una radical independencia política que lo llevó a pelearse con la derecha y la izquierda, incluyendo la Revo- lución Cubana.

Fallecido hace 24 años, Lihn persiste. A la insistente reedición de sus obras, se suma la de La aparición de la virgen y otros poemas políticos (Ediciones UDP), que recoge el volumen que escribió en torno a la supuesta visión de la Virgen María en Peña Blanca en los 80 y suma otros 40 textos que el poeta dedicó a la contingencia política chilena y latinoamericana entre 1963 y 1987.

Paralelamente, la Biblioteca Nicanor Parra (Vergara 324) de la UDP mañana abre la exposición In-disciplinado, que además de mostrar rarezas como esos dibujos de infancia, incluye fotografías, cuadernos de viaje, textos de sus obras de teatro, sus libros y ediciones de algunas de sus publicaciones descatalogadas. También se mostrarán sus películas Adiós a Tarzán y Cena última.

Entre las fotografías exhibidas resalta un retrato del poeta en el montaje de Lihn y Pompier, el 28 de diciembre de 1977, en el Instituto Chileno Norteamericano. "La degollación de los inocentes no es más que un episodio normal dentro de una historia dinástica caracterizada por este tipo de excesos", dijo ese día Lihn, a propósito de la dictadura, caracterizado del paródico Pompier. Parte de ese texto está en la nueva edición de La aparición de la virgen...

Tras el golpe de 1973, la situación política de Lihn en Chile fue algo irregular: ex militante del Partido Comunista (estuvo afiliado pocos días), el poeta había sido parte de un grupo de intelectuales de izquierda que apoyaron a Salvador Allende e incluso, había trabajado en la editorial de la UP, Quimantú. Sus credenciales de izquierda eran más antiguas, con varios textos en el diario El Siglo y un poema llamado Elegía a Che Guevara. Pero según el propio Lihn, lo que lo salvó del exilio fue su papel en el Caso Padilla: en 1970 publicó en la revista Marcha un artículo en que denunciaba la restricciones a las libertades culturales en Cuba y la persecución del poeta Herberto Padilla.

A fines de los 70, Lihn era parte de la disidencia cultural al régimen. De Lihn y Pompier siguió al libro El paseo Ahumada, que lanzó deliberadamente en el paseo del centro para ser detenido. Resultó. En La aparición de la virgen, su último libro en vida, Lihn partía: "La realidad es el único libro que nos hace sufrir / La realidad es la única película que nos quita el sueño / Las apariciones de la Virgen serán irreales no así la aparición de los agentes de la realidad / Ellos son los únicos autores terribles / Ellos son los únicos sádicos cineastas".

En mayo, la Biblioteca Parra sumará a In-disciplinado la exposición de los dibujos originales del cómic de Lihn Roma la loba. Por esos días, se lanzará la biografía sobre el poeta, a cargo de Roberto Merino.

La hijoputez bajo el microscopio

Así como a nadie se le ocurriría hablar sobre literatura inglesa sin mencionar a Shakespeare, Milton, Byron, Dickens, Wilde, Scott, Shelley o a Joyce, no se puede armar un mapa de la ciencia argentina sin ubicar en un país costero con cierta gravitación política a Marcelino Cereijido.

Es imposible. Aunque no tanto por la más que importante trayectoria de este médico y fisiólogo celular y molecular exiliado en México desde 1976, aquel hombre –“Pirincho” para los amigos– quien alguna vez pensó en ser ingeniero, abogado, dentista o geólogo y que comenzó a ametrallar la realidad con infinitos “¿por qué?” a los seis años, incitado por su tío Pascual. Es imposible, decíamos, excluirlo en esta aproximación cartográfica porque sin Cereijido –lector ferviente de Borges y discípulo del Premio Nobel Bernardo Houssay– no habría malestar, aquel ingrediente secreto que provoca que los interrogantes se multipliquen casi al infinito. Ni sociólogo ni historiador ni analista político, Cereijido es un cuestionador profesional, un francotirador que en vez de disparar balas y misiles arroja ideas que sacuden e incitan a la reflexión como sus afirmaciones ya clásicas: “Aunque haya una buena cantidad de científicos, en la Argentina no hay ciencia” o “Este país progresa cuando el oscurantismo se descuida”. Impulsado por la fuerza de la indignación, Cereijido cruza los puentes que unen y a la vez separan ciencia y sociedad para explorar toda clase de fenómenos. Ya lo hizo en su momento con las ventajas de la muerte y ahora lo hace con la maldad y sus orígenes. O como dice en su último ensayo, las razones biológicas y culturales que hacen que todos –sí, todos– seamos unos hijos de puta.

-En su carrera usted reflexionó sobre el analfabetismo científico, las vanidades y rivalidades en la ciencia y los cognicidios, es decir, la destrucción sistemática por parte de la Iglesia y charlatanes de nuestra capacidad de interpretar la realidad en que vivimos. ¿Por qué ahora estudia la hijoputez?
-Porque es abundante, polimorfa y polisémica. Y pese a su universalidad, la hijoputez jamás se cuenta entre los grandes flagelos de la humanidad. Se gastan millones de dólares en investigar todo tipo de enfermedades y casi nada en explicar las raíces de la mayor causa de sufrimiento humano. Al lado de la hijoputez, el cáncer, la lepra, el mal de Alzheimer y las enfermedades cardíacas son juegos de niños. Me desespera que se den por sentado que se trata de un fenómeno consciente y racional modulado por la ética. Apabulla constatar que el Homo sapiens recurre a la maldad con naturalidad y frecuencia. Ser un hijo de puta, en pequeña o gran medida, es parte de la naturaleza humana. Cualquier persona se puede volver un hijo de puta por las circunstancias, por eso lo importante es estudiarlas. Aunque nos esforzamos por ocultarlo, somos una especie violenta. Me interesó explorar si la hijaputez es inherente a la vida de la misma forma en que lo es la muerte; si hay algo en nuestros genes que nos obliga a ser perversos, así como los genes determinan que seamos narigones, blancos, negros o que sintamos hambre o sed. Por ejemplo, el genocidio es un fenómeno puramente cultural, humano. No existe un solo organismo no humano que practique el exterminio sistemático de sus congéneres.

-Pero no todos los seres humanos somos genocidas.
-Por suerte. Pero mire: los organismos, animales y vegetales, somos tramposos por naturaleza. La flor carnívora se disfraza para atraer un insecto y devorarlo. El Homo sapiens resulta ser un consumado artista del engaño y la mentira. Nos peinamos, vestimos y adoptamos maneras de comportarnos y hablar que nos hacen ver más sanos, inteligentes y capaces de lo que en realidad somos. Las chicas se maquillan. El político se fotografía cargando en sus brazos a algún bebé para que el retrato sugiera que es humano, sensible, protector. La maldad no sólo está en los grandes villanos de la historia como Hitler, Stalin, Videla o el rey Leopoldo II de Bélgica, sino también en la vida cotidiana. La hijoputez está en lo mínimo, en el hombre que abofetea a su esposa porque se le quemó la comida o en la señora que le pega a sus hijos. El machismo es en sí una de las formas más terribles y comunes de hijoputez.

-¿Pero por qué eligió hablar de la hijoputez y no de la perversidad?
-Porque no son lo mismo. El uso de la expresión “hijo de puta” me resulta indispensable. Desde hace muchos años tengo la costumbre de preguntar a mis colegas extranjeros cuál es el insulto más infamante e hiriente en su idioma. Invariablemente resultaba ser “hijo de puta”, como lo ha sido durante tiempos inmemoriales. Cuando un rasgo cultural es universal, sospechamos que tiene un substrato biológico. Todos los seres humanos dormimos, lloramos, reímos, comportamientos que tienen sus respectivas bases biológicas. Todos los pueblos curiosamente lo eligen como insulto. Los hijos de prostitutas siempre fueron considerados sujetos antisociales.

-¿Hubo alguna circunstancia que lo incitara a explorar la hijoputez?
-Varias. Por ejemplo, lo que llamo “intoxicación cognitiva”, el daño sistemático de la capacidad de interpretar la realidad que vivimos. Todos los organismos, humanos y no humanos, sobreviven a condición de que interpreten la realidad eficazmente. La Iglesia se desespera por apoderarse del aparato educativo de los países del Tercer Mundo, y abusa de los niñitos obligándolos a ponerse de rodillas y a darse golpes de puño en el pecho hasta que admitan que son culpables de que una pareja mitológica (Adán y Eva) se hayan comido una manzana. La enseñanza religiosa encuentra adecuado obligar al niño a que admita que es oveja en un rebaño y que debe amar a una deidad torturadora, que condena a los pecadores a suplicios eternos. En pleno siglo XXI, el 90 por ciento de la humanidad todavía necesita para interpretar la realidad recurrir a milagros, revelaciones y dogmas. El analfabetismo científico inducido es generado por instituciones a las que el avance de la ciencia perjudica. Un buen antídoto contra esto es promover el laicismo. Una sociedad laica consiste en pasar de la dominancia de interpretaciones que recurren a variables místicas, milagros, dogmas y principios de autoridad a una interpretación “a la científica” del mundo.

-Por lo que se deduce de su ensayo usted comulga con la postura de Thomas Hobbes sobre la naturaleza humana. “El hombre es un lobo para el hombre”, era el eslogan de este filósofo inglés.
-Esa frase estaba bien para Hobbes en su tiempo. Pero hoy que los humanos estamos por extinguir a los lobos, y sabemos que ellos no desarrollan bombas atómicas para matar otros lobos, ni Fondos Monetarios Internacionales, parece una frasecita nostálgica. Pero hay otro factor a tener en cuenta: de repente uno se entera de que un pueblo que generó un Bach, un Durero, un Schiller, un Planck, se pone a matar millones de personas en campos de concentración. Las personas en el fondo eran las mismas; lo que cambiaron fueron las circunstancias. La misma sorpresa se llevó Hannah Arendt cuando fue a presenciar el juicio de Eichmann: era un pobre diablo cualunque. Son conocidas las experiencias en que se pusieron a estudiantes en circunstancias análogas a las prisiones de Abu Ghraib o Guantánamo y se convirtieron en bestias torturadoras. No existe un gen de la maldad en el ser humano aunque hay circunstancias que propician la perversidad.

-“La principal fuerza hostil de la naturaleza, hallada por el ser humano, es otro ser humano”, escribió el evolucionista Richard Alexander.
-Es verdad. Tampoco hay que olvidar que somos hombres de la Edad de Piedra viviendo en ciudades modernas. Como especie, los seres humanos hemos vivido el 90 por ciento de nuestra existencia en la Edad de Piedra. Por suerte, la hijoputez no es el único producto de la evolución de las especies. La cooperación, por ejemplo, es evolutivamente más importante y supera los inconvenientes de la lucha por la existencia.

-Volviendo al analfabetismo científico. ¿Sigue sosteniendo la idea tan presente en sus anteriores ensayos de que en la Argentina no hay ciencia?
-Sí. Además, la Argentina tampoco tiene una cultura compatible con la ciencia. Tenemos, por ejemplo, una cultura compatible con la odontología en el sentido de que cuando nos duele una muela acudimos a los dentistas. En cambio, ante una emergencia médica, ambiental, energética, bélica, de comunicación o de transporte, la sociedad no ve en el sector científico una posible solución.

-En su obra “Sobre la agresión”, el médico y zoólogo Konrad Lorenz plantea que las especies agresivas necesitan del amor porque sin su función compensadora saldría demasiado caro que sus individuos se anduvieran aniquilando. ¿Da lugar a la esperanza entre tanta hijoputez?
-Tengo la esperanza de que las mujeres van en vía de superarnos a los varones. Estamos por entrar a lo que suelo llamar “la hora de la mujer”. El músculo que le dio poderío al macho humano va a pasar a tener la misma no-importancia que la fuerza de los changadores del puerto frente a una grúa que toma del barco todo un contenedor de varias toneladas y lo ensambla como vagón de tren. Estoy convencido de que la mujer está muchísimo mejor dotada para ser científica que el varón. En ciencia, el peso del elemento consciente es relativamente menor y entra a jugar muy tardíamente. Un genio de la ciencia y un investigador mediocre no se distinguen porque el primero sabe operar instrumentos que el segundo no puede. Una mujer puede debatir conscientemente como un colega varón pero lo supera infinitamente en el manejo inconsciente y grupal. Maneja no sólo lo que un colega dice, sino lo que quiso o no quiso decir, pero debió haber dicho, puede trabajar con medias ideas y corazonadas. A veces los investigadores varones usamos las ideas para competir, como si fueran garrotes o lanzas. La mujer está muchísimo mejor dotada para integrarse en grupos. Ante tanta hijoputez, lo único que espero es que el amor nos salve.

La tragedia del narco contada en letras rojas

Ya nada será igual en el horizonte centroamericano esquilmado por el narcotráfico y su guerra. La más cruel por las formas despiadadas que revistió el asesinato y porque la vida es apenas una moneda de cambio. La literatura, la plástica, el ensayo no han podido evadir el fenómeno y lo han devuelto con imágenes elocuentes.

En 2011, estuvo en Buenos Aires Gabriela Polit Dueñas invitada por el programa Lectura Mundi de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM) y la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI) para participar de un seminario que se dictaba en el campus universitario dictado por el periodista Cristian Alarcón, autor de la novela de no ficción Si me querés, queréme transa.

Polit vino a mostrar su trabajo sobre las representaciones culturales del narcotráfico en Latinoamérica, volcado en su libro Meanings of Violence in Contemporary Latin America. Allí se plantea algunas preguntas de diferentes y posibles respuestas en el contexto de una sociedad atravesada cotidianamente por violencias simbólicas y físicas: ¿cómo se construye y lee el narcotráfico? ¿Qué se dice cuando se habla de narcos? Polit nació en Ecuador, es crítica literaria, estudió Filosofía, Ciencias Políticas y Literatura. Ahora vive en Texas y da clases en la Universidad de Austin. Sus incursiones por Medellín (Colombia) y Culiacán (capital de Sinaloa, México), y también La Paz (Bolivia), le sirvieron y sirven de fondo para interpretar y narrar la producción cultural, y social, del “narco”, con toda la carga de conflicto que ello implica.

Los alumnos que participaron del seminario de la UNSAM leyeron sus ensayos: “Sicarios, delirantes y los efectos del narcotráfico en la literatura colombiana” y “La persuasiva escritura del crimen: literatura y narcotráfico”. En ambos, la autora toma algunas novelas para diseccionar como La Virgen de los Sicarios del colombiano (nacionalizado mexicano) Fernando Vallejo; Entre Perros, del periodista mexicano Alejandro Almazán; Jonás y la ballena rosada, del boliviano Wolfgango Montes o Delirio de la colombiana Laura Restrepo.

En Culiacán, Medellín y La Paz entrevistó escritores, artistas, editores, gestores culturales y analizó sus obras. El resultado formó parte de un libro inédito que se llamará Narrar lo narco. Esa cosmogonía está compuesta por “lo que he venido leyendo en el último tiempo, la forma cómo se representa, la manera de evitar clichés o de reproducirlos, lecturas no solamente de novelas, sino de todo aquello que nos arma cierto mapa cultural de las ciudades que visité entre el campo cultural local y las novelas; y también la forma en que se representa de esa manera. Lo mío implica una investigación social, económica, política, mirar el campo, hacer entrevistas y después leer, y comparar”, detalla la investigadora.

En el texto “Sicarios, delirantes...” Polit trabaja sobre las novelas de Vallejos y de Restrepo: “la de Vallejos porque es la novela más representativa de la sicaresca en Medellín, lo que él llamó la sicaresca en Medellín o Antioquia; no se refería él con la sicaresca a toda Colombia, estaba hablando del fenómeno de Antioquia. Y es una novela que yo vengo enseñando en la academia americana hace muchos años que tuvo un éxito brutal entre los estudiantes y colegas. Fue la primera novela que yo analicé cuando todavía estaba metiéndome sobre el tema del narcotráfico. Y la novela de Laura Restrepo que era la primera que ponía a narrar el narco de Colombia sin el estigma del sicario. Eso era algo que intuitivamente veía en ese momento, y que después trabajé en más novelas. Por otro lado Restrepo habla sobre una clase alta bogotana cómplice, que usufructuó de ese primer boom del dinero caliente que traía Pablo Escobar. Había una crisis económica muy fuerte como en muchos países de América Latina en los 80 y él empieza a inyectar plata a esta elite, es lo que cuenta la novela al menos. El texto era original en su manera de no mirar al pobre de la comuna asesino, violento, sino otras cosas que pasaban en otros lugares”.

De todos modos, en estas narraciones aparece un personaje inquietante: el sicario. “El asesino a sueldo estaba en Colombia y la novela de violencia en Colombia tiene una tradición larga por la dolorosa historia de violencia en ese país. El sicario se asocia más con una violencia del narco y una violencia urbana, los otros asesinos a sueldo o las otras novelas narraban la violencia que era peor en los centros rurales. Y después el sicario se volvió un personaje muy glamoroso, encarna todos los vicios y a la vez es un niño ingenuo, es un material. Pero es doloroso que estos muchachos jóvenes se vuelvan asesinos a sueldo, que se transformen en material de la producción cultural sin entender un marco más grande”.

Polit no analizó Colombia en su totalidad sino que acotó su observación a Bogotá. Allí habló con agentes culturales: escritores, poetas, dramaturgos, y analizó la repercusión de estas representaciones del narco en este universo. Del mismo modo actuó en Culiacán. Lo que surge inmediatamente como apreciación interesante es el contraste de estas dos ciudades que han sido emblemáticas del desarrollo del narcotráfico en América hispana. Tanto en las costumbres del narcotráfico como en su reflejo cultural que va más allá de la literatura y hunde un ancla en el arte.

Polit sigue su ruta. En La Paz, está realizando un relevamiento con escritores y artistas plásticos para dar cuenta del fenómeno del narco con sus particularidades. Otro territorio, el mismo cielo.

Fuente: http://www.revistaenie.clarin.com/literatura/tragedia-narco-contada-letras-rojas_0_682131797.html

martes, 10 de abril de 2012

"El Príncipe" de Maquiavelo se dibuja en manga

«El Príncipe» de Maquiavelo tampoco escapa al trazo y al dibujo del manga. Este peculiar género artístico y narrativo de la cultura popular de nuestro tiempo es una eficaz esponja capaz de absorber cualquier bicho viviente cultural, incluso aquellas obras de la llamada alta cultura.

Algo tiene el manga cuando lo bendicen, y es esa naturalidad para convertir en dibujo hasta los más sesudos estudios, los más poéticos libros, y hasta los más enjundiosos tratados de filosofía. No se olvide que la edición en versión manga de «El Capital» de Carlos Marx ya ha vendido más de ciento veinte mil ejemplares. 

Nietzsche y Dante, sacados de la manga
Bien lo saben en Herder Editorial que hasta el momento, traducidos directamente del japonés, ya ha puesto en circulación «Así habló Zaratustra», de Nietzsche, y «La Divina Comedia», de Dante. Ahora, en una jugada evidentemente maquiavélica, publican en manga «El Príncipe», del propio Nicolás de Maquiavelo, uno de los tratados políticos más importantes de todos los tiempos.

Funcionario, diplomático, probablemente intrigante habitual (profesional sería mucho decir) los Médicis le apartaron de los círculos del poder lo que sin embargo acabaría de lanzar su carrera como escritor.

Refugiado en su casa natal, a apenas quince kilómetros de Florencia, Maquiavelo se dedicó a vivir la vida rodeado de obreros y operarios que trabajaban en su finca, pero se cuenta que al caer la noche se volvía a vestir sus ropajes de antiguo funcionario y se dedicaba a escribir. 

Vienen de Japón
De ahí surgió «El Príncipe», y aunque no está demostrado que alguna vez pronunciara la frase «el fin justifica los medios, en su libro, dedicado a Lorenzo de Médici, dibuja (aquí con el trazo japonés de la editorial japonesa East Press Co, y su grupo de ilustradores, bajo la dirección del editor Kosuke Maruo), principios que desde el Renacimiento han sido determinantes para comprender el poder y los gobiernos.

En definitiva y resumiendo los ejes de «El Príncipe» son ¿cómo conseguir el poder? Y lo que aún suele ser más difícil, ¿cómo conservarlo? Por supuesto, valga otra vez la redundancia, en 1521, seis años antes de su muerte, Maquiavelo se curaba maquiavélicamente en salud: «Desde un tiempo a esta parte, yo no digo nunca lo que creo, ni creo nunca lo que digo, y si se me escapa alguna verdad de vez en cuando, la escondo entre tantas mentiras, que es difícil reconocerla. 

Un concurso maquiavélico: «¿Y tú, qué clase de gobernante eres?»
ABC MADRID
Pero además de la publicación de la obra, Herder Editorial ha tenido una idea realmente divertida. Así, ha montado la campaña «Y tú, ¿qué clase de gobernante eres?» con la que invita a los participantes a redactar un breve «manual del buen gobierno», mediante cinco viñetas del tebeo. Según la editorial, «todos los que se atrevan a ser un Maquiavelo del siglo XXI recibirán en casa un kit del buen gobernante. Los participantes deberán rellenar los bocadillos que encuentren en blanco con sus propuestas. Las tres mejores recibirán un lote de libros de Herder Editorial por valor de 50€. Las viñetas se encuentran ya online en la web www.losmangasdeherder.com. También animan a twittear en el hastag #elprincipemanga. Como fuente preclara de inspiración proponen estas frases, bastante lapidarias, del propio Maquiavelo: «A los hombres hay que conquistarlos o eliminarlos»; «Todos los profetas armados han triunfado»; «Hay que saber disfrazarse bien y ser hábil en fingir y disimular»; «Dos son las cualidades del príncipe ejemplar: apariencia y producir temor».