jueves, 11 de octubre de 2012

Premio Nobel de Literatura para el escritor chino Mo Yan

El escritor chino Mo Yan es el ganador del Premio Nobel de Literatura 2012, anunció hoy la academia sueca.

Mo Yan nació en 1955 en Gaomi, un pueblo pobre de la provincia costera de Shandong. Publicó diez novelas, ocho de las cuales fueron traducidas a múltiples idiomas.

Su obra recorre la agitada historia del último siglo de China: ritos y tradiciones de las zonas rurales y el alma del pueblo chino, con un lenguaje realista, descriptivo y hasta satírico.

"Mi realismo habla de la gente normal. Presento al lector todo tipo de caracteres, personajes con los que no ha tenido contacto nunca, situados en un ambiente especial, en el que se puede respirar el olor y oír los sonidos de la vida rural", explicó en una nota con el diario español El País, en 2008.

Él mismo ha reconocido la influencia de Liev Tolstói, William Faulkner y Gabriel García Márquez en sus creaciones. Sus autores extranjeros preferidos son Ernest Hemingway, Günter Grass y Yasunari Kawabata. Los chinos, Lu Xun y Wang Anyi.

"Mi padre me dijo que no hablara y que aparentara ser mudo"

Mo Yan es en realidad un seudónimo que adoptó cuando empezó a escribir, mientras estaba alistado en el Ejército.

"Mo Yan no es mi verdadero nombre, yo me llamo Guan Moye. Elegí ese apodo, que significa No hables, en recuerdo a los años en los que no podía dirigir la palabra a nadie", explicó en ese reportaje con El País.

"Eran los tiempos turbulentos de la Revolución Cultural, en los que había conflictos entre la gente de mi pueblo todos los días. Mi padre era agricultor, pero mi familia tenía una posición desahogada, y tenía miedo de que dijera algo inconveniente y trajera la desgracia a los míos. Así que me dijo que no hablara y que aparentara ser mudo", contó.

Mo Yan es el menor de cuatro hermanos. Tuvo que dejar el colegio cuando estaba en primaria. "Mis recuerdos están repletos de soledad y hambre. La década de 1960 fue muy difícil en China. Pasaba todo el día en el campo cuidando de las vacas y las ovejas, mientras los chicos de mi edad estudiaban y jugaban en el colegio. Había veces que no veía a nadie en todo el día", relató.

En el Ejército


A los 18 años empezó a trabajar en una fábrica. Su tiempo se repartía entre ese trabajo y el campo. En 1976 intentó entrar en el Ejército. "Era la mejor forma de tener una buena vida, pero había un límite de edad, así que mi familia cambió mi fecha de nacimiento y puso un año menos. Entonces, hacer esto era muy fácil, ya que no tenía partida de nacimiento. Por eso alguna gente piensa que nací en 1956", explicó.

En 1981, Mo Yan publicó su primera novela, Lluvia en una noche de primavera. "No era fácil, los oficiales en el cuartel me criticaban porque escribía en lugar de hacer mi trabajo. Así que en 1984 entré en la Escuela de Arte y Literatura del Ejército". A partir de ese momento, vivió de la literatura.

Obra
- Las baladas del ajo
- Grandes pechos amplias caderas
- Sorgo rojo
- La república del vino
- El rábano transparente
- Lluvia en una noche de primavera.

El nombre de Mo Yan ya había sido mencionado en varias ocasiones como posible Nobel de Literatura. En 2008, en una entrevista con El País, dijo: "Quizá dentro de cien años; es un premio occidental, es difícil para los extranjeros comprender la literatura china. Además, es compleja de traducir a otros idiomas".

Fuente:http://www.lanacion.com.ar/1516239-premio-nobel-de-literatura-para-el-escritor-chino-mo-yan

viernes, 14 de septiembre de 2012

Conversatorio del libro "El imperio eres tú"

Las presentaciones del libro El imperio eres tú, del autor Javier Moro, se desarrollaron con un excelente marco de público en las ciudades de Guayaquil y Quito.

En los dos conversatorios pudimos conocer a profundidad datos biográficos del autor, su pasión por los viajes, el génesis de sus anteriores obras: SENDEROS DE LIBERTAD DE 1992. EL PIE DE JAIPUR DE 1995. LAS MONTAÑAS DE BUDA DE 1997, JUNTO A DOMINIQUE LAPIERRE ERA MEDIANOCHE EN BOPHAL EN 2001, PASION INDIA, DEL AÑO 2005, en 2008 EL SARI ROJO y en especial sobre El imperio eres tú, Premio Planeta de novela 2011. Historia novelada sobre Pedro I, emperador de Brasil.
Al finalizar los actos, Javier compartió y firmo los libros de sus lectores y amigos.

lunes, 10 de septiembre de 2012

Festival cultural expone las visiones de México en Colombia

El jueves 30 de agosto se inauguró el Segundo Festival “Visiones de México en Colombia”, en las instalaciones del Centro Cultural Gabriel García Márquez (Bogotá), el cual reúne 32 invitados internacionales y colombianos con el fin de fortalecer y ampliar la oferta cultural mexicana y mundial en el país vecino.

El martes 04 de septiembre a las 16:30 horas, el Librero ecuatoriano Marco González, coordinador de las librerías Mr. Books, presentó un panorama de la narrativa contemporánea ecuatoriana, expuso al público bogotano a los autores Marcela Noriega, Gabriela Alemán, Juan Fernando Andrade, Oscar Vela y Javier Vásconez. A la cita acudieron lectores, libreros y representantes de las editoriales locales.

Este Festival cuenta con varios espacios, siendo tal vez el más destacado, la Feria del Libro Mexicano. En el Patio José Eustasio Rivera se exhibirán más de 15.000 libros de diversas editoriales, incluyendo 500 novedades editadas en el país azteca. No en vano, 21 de los 32 invitados son mexicanos: escritores, especialistas en libros y lectura, una chef, un pintor, un librero y una de las familias de artesanos ceramistas más importante de esa nación.

El arte también está presente por medio de dos exposiciones (abiertas hasta el 30 de septiembre). "Pintura contemporánea mexicana, Javier Fernández y Javier Mariano", que incluye 23 óleos sobre tela de la más reciente producción de ambos artistas, se exhibe en la Sala de Exposiciones Débora Arango. Por su parte, la muestra de fotografía con base en el libro "Violentología", de Stephen Ferry, fotógrafo norteamericano, se enfoca en los derechos humanos y en la lucha de civiles colombianos que resisten la violencia, muchas veces frente a amenazas de muerte.

En cuanto al cine, Visiones de México tiene programados dos ciclos de cine mexicano contemporáneo en los que tiene pensado proyectar 25 películas realizadas entre 2009 y 2011; así como argumentales y documentales entre los que se destacan títulos como “Visa al paraíso”, de Lillian Liberman, "Más que a nada en el mundo", de Javier Solar y Andrés León Becker, "Tijuaneados anónimos: una lágrima, una sonrisa", de José Luis Figueroa y "El milagro del papa", de José Luis Valle González.

Los amantes del séptimo arte podrán disfrutar de documentales y argumentales nominados y premiados por el Festival Internacional de Cine de Morelia, entre los que se destacan "Ojos que no ven", de Regina García Solórzano, Premio Especial Studio 5 de Mayo y "Canícula", de Javier Álvarez, selección oficial de documental mexicano 2012.

La gastronomía está a cargo de la chef mexicana Elisa Mendoza del Restaurante Frida, encargada de cocinar flautas de pollo, flautas de carne, nachos, tacos de guisados, huaraches, quesadillas, aguas de Jamaica, horchata y tamarindo y tequila.

Pero si a usted lo que le gustan son las fiestas, Visiones de México tiene programada una el 15 de septiembre con motivo del aniversario de la Independencia de México. Al ritmo de mariachis se realizará la Gran Fiesta del Segundo Festival en la que habrá descuentos y promociones especiales en la Librería FCE y en la Feria del Libro Mexicano; además de gastronomía y música en vivo.

Finalmente y pensado en los profesionales, el evento cultural realiza dos encuentros. "Formación de lectores en la primera infancia" y "Talleres con artesanos mexicanos".

Invitados
Los mexicanos Rafael Tovar y de Teresa, Cristina Rivera Garza, Monique Zepeda, Claudia Posadas, Silvia Eugenia Castillero, Jorge Fernández Granados, Margo Glantz, Vicente Quirarte, Sandra Lorenzano, Ricardo Chávez Castañeda, María Baranda, Efraín Velasco, la reconocida chef mexicana Paulina Abascal, Lydia Cacho, Carlos Prieto y Paula Abramo, además de los artesanos mexicanos Tiburcio, Israel y Carlos Soteno, especialistas en la creación de Árboles de la Vida en cerámica, el pintor mexicano Javier Fernández y el hijo del pintor Javier Mariano, fallecido en 2008.

También participa el novelista rumano Varujan Vosganian, autor de El libro de los susurros (Pre-Textos), quien fuera Ministro de Economía en su país, la española Clara Usón, autora de La hija del Este (Seix Barral). Entre los autores colombianos están Darío Jaramillo Agudelo, Juan Gustavo Cobo Borda, Federico Díaz-Granados, John Galán Casanova, Catalina González y Juan Felipe Robledo.

lunes, 3 de septiembre de 2012

La moral de la risa

A la salida de una de las proyecciones de El dictador la última película del siempre controvertido Sacha Baron Cohen en uno de los multicines de la ciudad de Buenos Aires y con un tono no exento de indignación, escuché cómo una mujer de unos cincuenta y cinco años despachaba la película con un interesante: “Deberían prohibir todo esto”. Quien haya visto en alguna ocasión algún largometraje de Baron Cohen ( Borat , Bruno …) entenderá de inmediato a qué se refería la mujer y también que quien despachaba el largometraje con aquel aparentemente talibánico comentario no tenía por qué ser una persona extremista. Es más, podríamos pensar que aquella mujer pensaba que El dictador se debería prohibir amparándose precisamente en los términos sobre los que hoy construiríamos la radiografía del “buen ciudadano”: seguramente se trataba de una persona tolerante y preocupada por cuestiones como la democracia, la igualdad de género, la igualdad racial, la transparencia mediática, y precisamente por esa razón salía enfurecida de una comedia que representaba de una manera tan grotesca a un dictador de Oriente Medio, misógino, antisemita y asesino que ridiculizaba tanto a los países a los que seguramente representaba como al primer mundo que tan cínicamente se oponía a él.

Aquella mujer, como todo el mundo sabe, estaba muy lejos de estar sola en su recriminación y si hubiera que hacer una lista de las personas que la apoyaban habría que retrotraerse nada menos que unos cuantos miles de años, desde la salida de ese cine de Palermo, hasta Aristóteles, y más concretamente hasta uno de sus fragmentos de De retórica .

El filósofo se anima a recomendar allí que “de la misma manera que los legisladores impiden ciertos tipo de abusos, deberían prohibir también ciertas formas de bromear”. Si Aristóteles hubiese acompañado a nuestra amiga a los multicines de Palermo a ver El dictador no es improbable que hubiese salido del cine tan indignado como ella y que hubiese considerado que aquel modo de bromear debería declararse “indebido” y deslegitimar su legalidad. Es decir, nada menos que debería “prohibirse”, tal y como había declarado taxativamente nuestra amiga.

De eso no se ríe

La afirmación aristotélica sigue estando hoy tan sin resolver como hace más de dos mil años: ¿Deberían o no legitimarse todas las formas de la risa? ¿Puede constituir la risa un insulto o una vejación? ¿Constituye la risa un poder? Y si es así: ¿Quién puede arrogarse la autoridad de administrarlo? Es decir: ¿Quién decide de qué y de qué no podemos reír?

La risa es peligrosa, tan peligrosa como esquiva a la hora de ser analizada. Todos los filósofos de la historia se han sentido llamados en algún momento de su trayectoria a dar cuenta del por qué de la risa, a explicar hasta qué punto el humor es una piedra clave en nuestra manera de conocer el mundo.

En ese sentido una de las más interesantes y revolucionarias apreciaciones sobre el fenómeno de la risa fue la teoría de la “gloria súbita” postulada por Thomas Hobbes en su Tratado sobre la naturaleza humana : la risa es un “gloria súbita” surgida de una también súbita comprensión de alguna distinción o excelencia en nosotros mismos por comparación con la debilidad o falta de esa excelencia en los demás. O más claramente, y expresado más tarde en Leviatán en esos mismos términos: “un hombre del que se ríe es un hombre sobre el que se triunfa”.

La mujer que salía del cine de Palermo y que opinaba que la película de Sacha Baron Cohen debería ser prohibida lo hacía no sin razón: consideraba en el fondo que quien reía ahí estaba triunfando sobre la tolerancia, la democracia, la igualdad de género y la dignidad del hombre, y todos nos damos cuenta de que a la mujer no se le podía despachar con una displicente palmada en la espalda y un abierto de miras: “Pero si no es más que una película…”.

La mujer, con toda la razón del mundo podría haber refutado nuestra apreciación con un implacable: “¿Entonces por qué no se hacen chistes sobre la dictadura en los diarios? Al fin y al cabo no serían más que chistes…” . La respuesta es evidente: también para el humor hay ciudadanos de primera, segunda y tercera, y si uno nace musulmán tiene más probabilidades de que le caiga un chiste en la cabeza que si nace católico, blanco y primermundista.

En cuanto a la dictadura hasta un niño podría explicar que si no es posible hacer un chiste es porque las heridas están demasiado a flor de piel. Pero ¿quién determina cuándo y cómo dejará de estarlo? ¿Se ajusticiará en la plaza al que haga el primero? O más aún: ¿acaso prohibir la risa no es vetar una de la vías de cauterización más eficaces?

En España, por poner un caso, durante los primeros años de la democracia la prensa acordó de una manera tácita un “veto” al humor sobre la monarquía. Se consideraba que reírse de la monarquía era poner en peligro una demasiado joven democracia, y aunque pueda suponerse que ya han pasado años más que suficientes para que no quepa duda de su consolidación, hace tan sólo dos años un juzgado de Madrid ordenó que se retirara de los quioscos españoles un número especial de la revista Jueves (publicación similar a la argentina Barcelona, en sus buenos tiempos) en el que, con motivo del “cheque bebé” (una prestación, ya eliminada, de 2500 euros que recibía toda familia residente en España por nacimiento o adopción), se veía al príncipe Felipe y a la princesa Letizia en una lúbrica postura, para procrear dentro del plazo indicado. Retirar una revista de los quioscos en una democracia es una cosa muy seria y debería estar muy justificada. En este caso se realizó en virtud de “insultos a la institución monarquica”, aunque ya en el juicio fue bastante difícil determinar dónde se encontraba exactamente “el insulto”.

El humorista de la revista Jueves dijo, con gran acierto, que la monarquía más consolidada del mundo, la inglesa, es también el blanco más común de las bromas (a veces de pésimo gusto) de la propia prensa británica y que nadie en el Reino Unido comete la insensatez de pensar que una broma tiene el poder de deslegitimar la monarquía. Y en cualquier caso, añadió, el insulto a Felipe de Borbón no era bajo su condición de heredero de la monarquía española, sino como ciudadano. Y que si ni siquiera se podía hacer un chiste sobre el príncipe bajo condición de ciudadano él exigía, como ciudadano también, que tuvieran al menos la decencia de prohibirlo expresamente.

Política y humor

Todo esto para llegar a un punto al que Henri Bergson (uno de los filósofos que más acertadamente han pensado la risa y del que ahora Godot reedita su Ensayo sobre el significado de la comicidad , con una nueva traducción de Rafael Blanco) llegó en sus primeros análisis; que la risa es un fenómeno que se articula esencialmente a través de la inteligencia: “En un mundo de inteligencias puras en el que hubiese sido aniquilado el sentimiento, tal vez no se llorase más, pero desde luego se reiría”.

Un hombre sobre el que se triunfa mediante la risa es, inevitablemente bajo los presupuestos de Hobbes, un hombre al que se degrada. La polis como estructura detecta de inmediato este poder subversivo y degradante de la risa y la delimita para salvaguardar aquello que considera que no debe ser degradado en aras a la solidez de las instituciones, o de lo sagrado, en las que se funda. Tal vez no haya signo más claro de la conciencia autoritaria de una nación (o de una religión) que esta denegación de la risa con respecto a ciertos objetos o bajo ciertos presupuestos.

Fue muy curioso, por ejemplo, en el zarandeado caso de la ganadora del Oscar a la mejor película extranjera 1997 La vida es bella de Roberto Benigni, la forma en la que ciertas comunidades judías se levantaron en contra por la manera non sancta o frívola al menos con que se trataba el tema del Holocausto, tan extraño como que el único Premio Nobel superviviente del exterminio (Imre Kertesz) defendiera la película a capa y espada frente al aparentemente más respetuoso melodrama de Spielberg La lista de Schlinder a la que calificó, directamente, de “repugnante”.

O por poner un caso español y no tan político: hace quince años, en el programa más visto de la televisión española (descontando acontecimientos deportivos), el especial de nochevieja protagonizado por los humoristas Martes y Trece, representaba uno de sus gags más célebres y repetidos por la población durante todo el año. En primer plano, y vestido de ama de casa, uno de los humoristas, con un ojo morado, parodiaba un programa de confesiones televisivas y repetía durante varios minutos y en distintos tonos cómicos: “Mi marido me pega” encarnando a la clásica mujer maltratada. Considerar hasta qué punto hoy sería impensable un gag semejante y en un programa de máxima audiencia en España resulta un instrumento muy eficiente para medir la conciencia social al respecto del asunto particular de la violencia de género.

Si hace quince años toda España era capaz de carcajearse (exceptuando las propias maltratadas, evidentemente, aunque habría no pocas viendo su propia parodia) era porque no se había establecido aún una vinculación sentimental al conflicto. Hoy lloverían cuando menos denuncias, si es que no violencia pura. Quien ataca al que ríe sabe que la violencia es el gran desinhibidor de lo cómico.

Sacha Baron Cohen es quizá una de las versiones más interesantes de humor político internacional, y de las más agresivas. La apuesta de El dictador se basa en dos premisas; la primera es la de hacer de rey loco. Como en los carnavales medievales, Baron Cohen sabe que aún por un instante, se le ha habilitado para hacer de vocero internacional. Un rey loco no pone en cuestión la autoridad del rey real, porque su “autoridad” queda fundada en la del primero, el rey loco se retuerce, grita, señala con el dedo, y lo que señala son curiosamente dos cosas: al radicalismo islámico de un lado y de otro, curiosamente, al rey real; imperialismo estadounidense.

La segunda es que Baron Cohen ya no pone un espejo a la sociedad norteamericana y la obliga a reírse de su propio reflejo (como hizo en Borat), sino que agarra un reflejo al otro lado de océano, un reflejo en su versión “ultramontana”; esos, como es lógico, tan ridículos, primitivos, misóginos y extremistas islámicos de los que con tanta impunidad (cuando no se dedican a poner bombas) se puede reír el mundo “civilizado”, es decir un motivo de humor al que secretamente (aunque nos cuidemos mucho de confesarlo abiertamente) el mundo occidental ya considera risible antes de empezar a hablar.

Al final (en una escena en la que hay no pocas reminiscencias de Chaplin, especialmente del discurso central de la película; una versión subversiva y ácida del a-better-world-is-comming de El gran dictador ) el supuesto dictador delirante se convierte en un príncipe de la ingenuidad y durante un discurso ante las Naciones Unidas declara: “¿Por qué están ustedes tan en contra de los dictadores? Imagínense que EE.UU. fuese una dictadura; el 1% de la población podría acaparar toda la riqueza del país, enriquecerían más a sus amigos bajándoles los impuestos, podrían ignorar las necesidades educativas y médicas de los pobres, sus medios de comunicación parecerían libres pero realmente los controlaría una persona y su familia, podrían torturar a los presos extranjeros y mentir sobre las razones que los llevan a la guerra, podrían llenar sus cárceles con un solo grupo racial y nadie se quejaría… Sé que es difícil de imaginar para ustedes, americanos, pero, por favor, inténtenlo”.

Si hubiese que construir un termómetro para calibrar la inteligencia media de un país no cabe duda de que una de las pruebas más interesantes sería la de un “medidor” de la risa. Determinar de qué se ríe un país es una de las maneras más rápidas de averiguar cuál es su carácter, en dónde reside su debilidad y en qué sentido es emocionalmente inteligente. Uno casi piensa de inmediato en aquel personaje de Henry James, el astuto William Morris, a quien su creador describe de una manera muy significativa: “Las mujeres admiraban de él su compostura y los hombres su inteligencia, de la cual tenían noticia muy rápido, por siempre se reía cuando correspondía”.

La comedia burguesa

No hay risa sin moral, porque reír tal vez sea uno de los gestos más morales, elocuentes y difíciles de falsear que puede hacer el hombre. La risa es, en ese sentido, un acontecimiento colectivo, y la comedia burguesa (y todas sus variaciones, desde Mucho ruido y pocas nueces hasta nuestras adoradas películas de Woody Allen, que no son más que la enésima versión del género) se construye precisamente sobre personajes que se han alejado de las convenciones sociales y que reciben un castigo que produce un “efecto correctivo”, o sobre un personaje ridículo que posee nuestras obsesiones, angustias y frustraciones pero en un grado desmesurado y risible. Woody Allen, en su pequeño receptáculo humano es siempre contenedor de angustias existenciales sobredimensionadas, fobias de todo tipo, apetitos sexuales incansables, porque sabe, como dijo Chaplin, que “si fuera 20 cm más alto le costaría mucho más trabajo hacer reír”.

Otro referente que también es un gran conocedor del poder moral del humor es uno de los más insignes representantes del humor argentino: Peter Capusotto y sus videos , cuya séptima temporada ha empezado a emitirse esta semana en Canal 7 (lunes, 22.30). No parece en absoluto banal que para el largometraje de Peter Capusotto y sus dimensiones utilizara como personaje integrador de todos los sketches a la polémica Violencia Rivas. Al final de la película se levanta literalmente en armas contra su propio espectador, ese engullidor de pochoclo de clase media que ha ido al cine a que Capusotto “lo entretenga” y lo empieza a escupir a la cara su frivolidad, la vacuidad de su vida, su mediocridad y falta de coraje para todo (sin dejar que por eso, y ni un solo instante, el espectador deje de reírse). ¿Es un fracaso o un éxito que el espectador no deje de reír cuando Violencia Rivas lo insulta? Es difícil saberlo, de la misma forma que es difícil saber si se ha producido realmente el insulto.

Capusotto pertenece en ese sentido al linaje de humoristas cuyo padre podría ser Lenny Bruce. La línea de lo risible la marca de alguna manera el humorista pero en una avanzadilla en la que lentamente va acorralando al que ríe. A ratos parece que todo el juego del humorista es el de cruzar la línea de evaporación en la que termina la risa y comienza la indignación, es decir, donde acaba la inteligencia y comienza el sentimiento. “Sentimiento” es aquí un término particularmente clave. En uno de los ensayos más reveladores y determinantes de nuestra era La crítica a la razón cínica , el filósofo alemán Peter Sloterdijk hace como de pasada un diagnóstico que sin duda es definitivo a la hora de tratar el tema del humor en el siglo XX: “Uno de los más activos generadores de conflictos y malentendidos de nuestra época es el de contestar a un razonamiento con un sentimiento”, es decir, oponer, en igualdad de condiciones y durante un debate, un sentimiento a una idea. “Si un interlocutor expone una idea y su oponente le contesta con un sentimiento estamos condenados a no entendernos” y es terrorífico comprobar la innumerable cantidad de ocasiones en las que esto se produce. Sin ir más lejos, y retomando el punto del que surgía este pequeño artículo, en el tema del humor. Desde el final de la Segunda Guerra Mundial se produjo una triple hecatombe en la que Occidente dejó de confiar en los tres pilares en los que había fundado su civilización, a saber: la razón, la religión y la democracia.

La desconfianza del humor no es más que una manifestación de la desconfianza en la razón y es que, como muy bien supo ver Bergson, la risa se despliega esencialmente sobre la confianza en las ideas. A nuestra amiga que salía indignada de la película de Sacha Baron Cohen tal vez habría que decirle algo que no parece tan claro: que el hecho de que alguien utilice la democracia como motivo central de un chiste no inhabilita en absoluto la posibilidad de la democracia. Parece claro y no lo es tanto: esa desconfianza generalizada en la razón, las ideas y en la posibilidad de un verdadero intercambio ha generado este estado internacional en el que el humor está siendo cada vez más peligrosamente puesto en tela de juicio. El miedo a reír se extiende como una nueva e insospechada plaga bíblica sobre la Tierra porque parece imposible un chiste que no se haga aparentemente a costa de alguien. La sensación de que hemos perdido nuestra dignidad hace que nos levantemos en armas furibundamente cada vez que alguien parece ponerla en tela de juicio con un chiste. Pone de manifiesto en realidad lo que sospechamos y no queremos confirmar; que la hemos perdido y que no queremos reconocerlo. Si tan seguros estuviésemos de nuestra dignidad no sentiríamos que un chiste la pone en compromiso.

Aunque tal vez a los enérgicos perseguidores de la risa se les esté escapando un dato clave; que para hacer verdadera comedia el humorista debe amar aquello que pretende mostrar al público como objeto risible. Esa y no otra es la razón por la que el objeto cómico presentado con más recurrencia por un humorista sea él mismo, porque ¿qué se puede amar más que a uno mismo? El termómetro de la eficacia, por ejemplo, del humor costumbrista es si los propios retratados eligen su versión cómica para reírse de sí mismos. Estoy seguro de que no hay un solo “rollinga” a quien su propia versión capusottiana no haga sonreír y ésa, más que una coincidencia accidental, es la enésima demostración de que la risa, más que el sarcasmo, es la más sofisticada y sutil demostración de amor que una persona puede hacerle a otra. Cabría responder lo mismo que le dijo Gertrude Stein cuando Picasso le entregó el retrato que le había pedido: “No me parezco”. La respuesta de Picasso sería, en cualquier caso, idéntica: “Ya te parecerás”.
Andrés Barba (Madrid, 1975) es escritor. Su libro más reciente es “Ha dejado de llover” (Anagrama)

Fuente: http://www.revistaenie.clarin.com/ideas/filosofia/La-moral-de-la-risa_0_766123389.html

sábado, 1 de septiembre de 2012

Los libros que vienen

La vuelta del verano viene plagada de novedades y nuevas recomendaciones literarias. Así, La Esfera de los Libros comienza el curso con 'El caballero del jabalí blanco', una novela histórica sobre los pioneros de la Reconquista escrita por José Javier Esparza, que se presentará el próximo martes, 4 de septiembre. De momento podemos ir leyendo un adelanto de su primer capítulo.

Y es que los libros históricos llegan pisando fuerte, y entre sus novedades destacan 'La emperatriz', donde Alfredo Alvar habla de Isabel y Carlos V, amor y gobierno en la corte española del Renacimiento. También las biografías del finisecular pintor, fotógrafo, inventor, escenógrafo y, sobre todo, diseñador Fortuny, que han retratado Fernando López Agudín y Mara Malibrán; o de Victoria Pozzo, la mujer de Amadeo de Saboya, de la que ha escrito Carmen Gallardo. La Esfera también publicará 'Escaleras arriba y abajo', sobre la vida de los criados en las casas de campo inglesas; y de Historia Antigua 'Legiones de Roma', de Stephen Dando-Collins, y Akhenatón, de Dimitri Laboury, sobre el faraón Amenhotep IV, primer creador de una religión monoteísta en el siglo XIV a.C.

Para los amantes de la ficción, la próxima semana se edita 'Tres vidas chinas', tres historias metafóricas de Dai Sije, el autor de 'Balzac y la joven costurera china'. Y en noviembre llegará 'Nuestros tiempos felices', la exitosa novela de la coreana Ji Young Gong. Otros títulos de ficción para esta temporada son la romántica 'Deseo en sus ojos'o 'Hitman: damnation', basada en el popular videojuego, así como la primera novela de la psicóloga Rosa Jové.

En ámbitos más relacionados con la actualidad La Esfera publicará 'Memorias del Alzheimer', en el que el periodista Pedro Simón se hace eco de testimonios depersonajes conocidos afectados por esta dolencia; y 'La Academia se divierte', con anécdotas sobre la RAE recopiladas por Sebastián Moreno.

El mundo del deporte, y en especial del fútbol, también tienen cabida en la actualidad de los libros, y en este caso los atléticos podrán convertir al club de sus amores en su libro de cabecera, de este modo proponemos 'Las mejores anécdotas del Atleti', donde el periodista Luis Miguel González ha hecho lo propio con el club colchonero; o los libros de memorias de Paloma Segrelles y Regina Otaola. Hablando sobre pollítica tambiénJoaquín Leguina echará mano de su memoria política en 'El camino de vuelta'. Otras obras de investigación son 'La gran historia del padre Pío', de Sandro Mayer y Osvaldo Orlandini; 'Espías y traidores', de Fernando Rueda; y 'Herencias', de Jesús Salgado.

En la colección de Psicología y Salud, destacan para este trimestre otoñal '¡Deja de refunfuñar!', de Christine Lewicki; 'Al otro lado del túnel', del psicólogo José Miguel Gaona; 'El manual del buen corredor', de Javier Serrano; 'Y un día dejé de fumar', de Ricardo Artola; y un libro sobre tipos de personalidad de Don Richard Riso y Russ Hudson.

Fuente: http://www.elmundo.es/elmundo/2012/08/31/cultura/1346409841.html

viernes, 31 de agosto de 2012

El misterioso baile de Murakami

Una buena noticia para los adictos a la atmósfera Murakami: la próxima semana aparecerá en las librerías españolas una de sus primeras obras. Con el título de Baila, baila, baila, Tusquets editaDansu, dansu, dansu. Y nosotros en EL PAÍS te avanzamos en exclusivo un capítulo de la novela.Puede verlo aquí.

Esta obra fue publicada en Japón (por Kodansha) en 1988 y nombre, al igual que ocurrió con Norwegian Wood (inspirada en una canción de los Beatles), tiene una referencia musical, una canción de los Beach Boys, Dance, dance, dance. Haruki Murakami (Kioto, 1949), un apasionado de la música que llegó a regentar en Tokio un club de jazz, puebla las páginas de sus libros con referencias de canciones. De hecho en Baila, baila bailasurgen de banda sonora a las andanzas de los protagonistas temas de grupos de los ochenta, como Human League. Pero esto no es lo (más) importante.

El hilo conductor de Baila, baila, baila es un amor imposible, encuentros tejidos con desencuentros… El protagonista, llamado Hiraku Makimura (anagrama del escritor), es un redactor free lance todoterreno que, llevado por un impulso nostálgico, vuelve a un hotel donde pasó unos días con una amante. A partir de ahí se despliega el universo del autor japonés.

Los murakamistas encontrarán Baila, baila baila apuntes de obsesiones (y líneas maestras) del autor. El sueño confundido con la realidad, el “otro lado” que impone su presencia, el espíritu de las cosas inmateriales, los mensajes de la naturaleza (esa lluvia o esa Luna que habla o avisa) los silencios, lo que se desea decir pero al final no se dice, la pérdida (la mujer, la amante, la madre…) el desasosiego, la locura que se impone como cordura, el destino inevitable…

Y, por supuesto, la habilidad de Murakami para atrapar con su narración, con divagaciones que nunca pierden ritmo y que sitúan un paisaje audiovisual en la mente de sus lectores. Lo cotidiano se vuelve extraordinario y lo sorprendente o absurdo se manifiesta posible. No falta la ironía, el cinismo, en el dibujo de los personajes y de sus acciones y sus vidas adquieren a veces una dimensión de thriller, de unas aventuras cuyo desenlace sigue perpetuando el enigma.
((Link del video de Tusquets http://www.youtube.com/watch?v=C24rJsjlD3E&feature=youtu.be

Fuente: http://blogs.elpais.com/papeles-perdidos/2012/08/el-baile-de-murakami.html

jueves, 30 de agosto de 2012

María Dueñas te regala un capítulo de su nueva novela, ‘Misión olvido’

Misión olvido, la segunda novela de María Dueñas tras el enorme éxito de El tiempo entre costuras, llega hoy a las librerías con 350.000 ejemplares. Una cifra altísima que pone a la venta la editorial Temas de Hoy, acorde con la demanda. Su primer libro lleva vendidos más de un millón de ejemplares solo en nuestro país y se ha traducido a más de 30 idiomas.

La fecha de publicación es curiosamente idónea, teniendo en cuenta el transcurrir de la obra. Son tiempos de regreso al trabajo, a la cotidianeidad, a la rutina… aunque el verano que se va puede dejar heridas de las que no cicatrizan fácilmente. Blanca Perea, la protagonista de Misión olvido, lo sabe bien. Cuando regresa a su despacho terminadas las vacaciones el mundo se le viene encima, necesita huir. Su marido se ha marchado con otra mujer; ella tiene que comenzar de nuevo su vida. La novela es una exploración personal pero también una toma de contacto a través de archivos con los académicos españoles que acabaron en Estados Unidos, tras la Guerra Civil, y el legendario Camino Real fundado por los franciscanos.

María Dueñas (Puertollano, Ciudad Real, 1964) ha elegido en exclusiva para los lectores de EL PAÍS un pasaje de su novela: “Elijo este tercer capítulo porque en él toma forma el triángulo de los principales personajes que sustentarán la trama. Blanca Perea por fin contempla las viejas imágenes del profesor en cuyo legado está trabajando. Conoce además a Daniel Carter, un hispanista americano cuajado y atractivo que oculta mucho más de lo que su aparente simpatía deja entrever. A partir de ahí se desencadena un entramado de pasiones cruzadas, deudas pendientes, intrigas soterradas y puertas sin cerrar”.

Elijo este tercer capítulo porque en él toma forma el triángulo de los principales personajes que sustentarán la trama

Los paralelismos entre personaje y autora son numerosos. Su protagonista, profesora de universidad, como Dueñas, intenta rehacer su vida en Estados Unidos —la escritora ha sido profesora de inglés—. En su desembarco por tierras norteamericanas, lo que parecía una ocupación modesta para volver a empezar, poco a poco se convierte en una experiencia intensa llena de descubrimientos.

No hay tregua para esta profesora de la Universidad de Murcia reconvertida en escritora que aún se encuentra inmersa en las tareas de promoción de El tiempo entre costuras. Concretamente, hoy visita Londres para dar un empujón a dicho trabajo.

Misión Olvido tendrá una presentación oficial muy significativa en un acto de cara al público en el Museo del Prado el próximo 13 de septiembre.

DESCARGABLE Lee aquí un adelanto de 'Misión olvido'


Fuente: http://cultura.elpais.com/cultura/2012/08/29/actualidad/1346233266_728172.html

El ojo del escritor

En la historia de la literatura los escritores han mantenido con la pintura una relación definida por André Breton como “un poder de exaltación recíproca”. Que este recorrido comience con una cita de este autor, es porque en ningún otro movimiento artístico hubo tantos escritores pintores. Basta nombrar a Salvador Dalí, probablemente uno de los mejores escritores en su lengua. Se podría agregar: Antonin Artaud, Paul Eluard. Pero la lista, antes y después del surrealismo, se transforma en catálogo. Prosper Mérimée y William Blake, son quizá los más dotados pictóricamente. Algunos con mayor fortuna y pericia, otros en el límite entre el garabato y la mancha como Allen Ginsberg, Gregory Corso o William Burroughs.

Walter Benjamin al definir a Charles Baudelaire (1821- 1867) como la imagen del héroe moderno, inventa un lugar en el que el artista es inseparable del héroe. Hay que llegar hasta James Joyce (1882-1941) con Esteban el héroe y El retrato del artista adolescente para nombrar un momento cúlmine de este espíritu épico; y, Frank Kafka (1883-1924) con El artista del hambre en que se revela una posición contraria: el escritor como artista comienza a declinar y tiende a convertirse en una figura en extinción.

Baudelaire practicó el arte de la caricatura y del dibujo utilizando como instrumento el lápiz y la pluma; también son conocidos sus trabajos en tinta china. Fue reconocido por los críticos de la época como dibujante y caricaturista. En Sus curiosidades estéticashabla de los malos borradores con que los hombres de letras se divierten garabateando. El escritor declara que en su infancia fue iniciado en el culto de las imágenes, pero que ante la hoja de papel jamás se dejó atrapar por esta pasión. Baudelaire, que fue un defensor de la imaginación en el arte, criticaba a los pintores que no pintaban “lo que veían” o que “ponían su negligencia en mentir”, dejándose arrastrar por la ficción.

Bastaría recorrer En busca del tiempo perdido para encontrar un museo Proust. En su paseo con su madre por Venecia, Marcel describe las pinturas de Carpaccio, como El milagro de la Santa Cruz, donde el viajero del cuadro que pasea en góndola cruzando el Rialto, parece duplicar el paisaje real. O cuando Marcel, el narrador, nos dice que, de alguna manera, hay tantas Venecias como cuadros sobre ella: Turner, Whistler, Carpaccio.

Son las fotografías que Swann le trae a Marcel con reproducciones de obras de arte famosas, a partir de lo cual, el narrador de La recherche establece una estética de la copia y del original. Es lo que sucede con las fotografías de los Frescos del Giotto de la Capella degli Scrovegni en Padua. Aquello que el narrador proustiano va a llamar los “Vicios y las Virtudes de Padua”, deteniéndose en su rareza y hermosura. Pero los bosquejos de Marcel Proust (1871-1922) son parecidos a las garras de Kafka. Se mezclan con su escritura, forman parte de ella. Son siluetas. Los bosquejos que Philippe Sollers adjudica al “ ojo clínico de Proust”. Este parece confirmarlo. “El estilo para el escritor es lo que es el color para el pintor, no es una cuestión de técnica sino de visión.”

Sus garabatos dibujados en sus borradores son figuras afantasmadas. Como en una sesión de espiritismo, dice Sollers: espectros que acechan en las sombras para tomar un cuerpo ajeno, bello, capaz de otorgarle anatomía humana al mamarracho. Cuadernos enteros poblados de grillas, mezcla de dibujo y escritura. Garabatos que se esfuman en el pasaje del borrador al original. Y en su obra, En busca del tiempo perdido, son reemplazados por la descripción “fotográfica” de las pinturas de Vermeer, Mantegna, Turner, Velázquez o Rembrandt.

Los dibujos de Kafka están hechos a lápiz, pluma o tinta. Para los dibujos empleó como soporte materiales diversos: apuntes de clase, postales y panoramas, cartas, cuadernos, blocs de notas.

Una anotación de su Diario, fechada el 2 de octubre de 1911, es sorprendente porque habla de un dibujo no del padre, sino de la madre: “Ahora me acuerdo de que las gafas del sueño no están relacionadas con mi madre, que por la noche se sienta a mi lado y mientras juega a las cartas me lanza por debajo de sus lentes una mirada no muy agradable.”

Hay seis dibujos de Kafka bautizados por Max Brod como: “Las marionetas negras de hilos invisibles”. Uno de ellos, el único, responde a una remisión directa a su Diario, fechada el 17 de diciembre de 1916. Es el dibujo de un hombre con la cabeza sobre la mesa: “Ayer, antes de dormirme, vi la imagen dibujada de un grupo de personas aislado en el aire a la manera de una montaña que se me figuró completamente nueva en su técnica gráfica y, una vez ideada, de fácil ejecución... Asombrado por aquel hermoso dibujo que producía en mi mente una tensión que, de eso estaba convencido, era la misma, y, por cierto, constante tensión que podría guiar cuando yo quisiera el lápiz que tenía en la mano, me sustraje a aquel estado crepuscular”.

Los dibujos en Kafka son rastros: “Los dibujos son rastros de una pasión antigua, anclada muy hondo... Quiero ver y aferrar lo visto. Esa es mi pasión... Mis dibujos no son imágenes, sino una escritura privada.” Pero esos dibujos, esos garabatos, ¿no soportan la misma tensión, el mismo estado crepuscular que cuando declaraba que una mano agarraba a la otra en el momento de escribir?

Los surrealistas
Comencemos con dos anécdotas. La primera: El arte por correspondencia. Raymond Queneau confiesa que aprendió pintura con el método A B C por suscripción en las revistas populares y su meta era hacer carrera en el arte. La segunda: el azar. En 1948 después de un accidente que le impedía escribir, Jacques Prévert se consagró a la práctica del collage.

El collage y la letra son decisivos en la estética surrealista por la importancia concedida al montaje que trabaja sobre la letra como objeto material de representación. Basta citar los caligramas de Guillaume Apollinaire (1880-1918) por su relación entre imagen y palabra que está implícita en la concepción del poema-objeto. Esta estética, escritura-dibujo, está condensada en el autorretrato de Breton, dibujado en una carta que le escribe a Théodore Fraenkel.

El otro tópico de este poder recíproco entre la pintura y la escritura es la relación con la locura. Basta recorrer la pintura alucinada de Leonora Carrington. Su modernidad es efecto de una luminosidad que, si no fuera por la técnica y la utilización de los colores, parece provenir de otro mundo; es como si alguien hubiera descubierto que la demencia y “la piedra de la locura” tienen un color. Es su pincelada la que hace que sus pinturas no sean reducidas a una entidad psicopatológica.

Carlo Levi: el campesino
Cuando en 1935 el fascismo lo condena a Carlo Levi (1902-1975) al exilio en la región de la Basilicata, Italia, el escritor y autor de Cristo se detuvo en Eboli, sin duda se encuentra con otro paisaje. Más allá de que Eboli “es tierra de nadie”. Carlo Levi, cuyas pinturas tenían una influencia y un trazo más parisino, entra en contacto con la tierra despojada y la pobreza de los campesinos. Es en el museo de Mattera, en la ciudad sumergida en la piedra donde Pasolini filmó El evangelio según San Mateo hay un mural pintado por él. El novelista ha dejado la literatura o la ha extendido a la imagen porque la palabra le resultaba insuficiente. El realismo político social de Levi es conmovedor porque esos rostros se encuentran en la tradición tele-realista de Renato Guttuso, el gran pintor siciliano. Levi pinta en cada gesto de los campesinos la pena, la protesta vociferada, la feria medieval: sin el cielo y con infierno en el paisaje de roca de la Lucania. Donde el campesino de ropas blancas se confunde con la piedra y es necesario el contraste, el claroscuro de esos rostros calabreses esculpidos por el dolor, de cuyos ojos brota un llanto negro.

Comenzamos con Baudelaire terminamos con Pier Paolo Pasolini (1922-1975). El pasaje del artista moderno al intelectual: cineasta, crítico, novelista, poeta excepcional, y también pintor. Trabaja con materiales diversos: óleo, lápiz, lapicera. En sus retratos aparecen algunos de sus actores: Franco Citti, María Callas, también realizó varios autorretratos. Pero su pintura figurativa encuentra, quizá por su ojo cinematográfico o por esa cotidianidad de mirar la escena del mundo como un encuadre, lo que se podría llamar “un fuera de campo” y que desvía lo figurativo de un aspecto realista.

El escritor y crítico inglés John Berger es también pintor. Sus libros de ensayos se ocupan de la pintura. De los Modos de ver. Para él, el dibujo es un documento autobiográfico “que da cuenta del descubrimiento de un suceso. A diferencia de la escultura y la pintura que es una obra ‘acabada’ es un intento de descubrir un acontecimiento en sí mismo”. A partir de este “modo de ver” establecerá una diferencia entre lo privado y lo público: “Un dibujo es en esencia una obra privada, que sólo guarda relación con las propias necesidades del artista; una estatua o un lienzo ‘acabado’ es una obra pública, expuesta, que se relaciona de una forma mucho más directa con las exigencias de la comunicación”. Para Berger, cuando traza un trazo sobre la superficie de la hoja, ésta deja de ser una página limpia, para convertirse en un espacio vacío. Cuando cuenta cómo dibujó a su padre muerto en el ataúd, esboza una temporalidad del dibujo que pertenece al instante: “Este momento es único en el transcurso del tiempo, del tiempo pasado y del futuro; es la última oportunidad de dibujarlo que no volverá a ser visible, lo que ha ocurrido una vez y no volverá a ocurrir”.

En este recorrido, hay tópicos que se repiten. Escrituras privadas, dibujos privados, garabatos, bocetos, caligrafías que, en la sombra o en la superficie de la tela o de la página en blanco, se sitúan en una zona, más que de exaltación, como afirmaba André Breton, de tensión recíproca entre la visión y el trazo que puede o no, transformarse en dibujo o en el rastro de un dibujo.

Gusmán es escritor y psicoanalista. Ha escrito, entre otros, “La casa del dios oculto” (Edhasa).

Fuente: http://www.revistaenie.clarin.com/ideas/Dibujos-escritores-garabatos-bocetos_0_761923815.html

Rushdie, Murakami, Cercas y Pérez-Reverte, novedades en otoño

Barcelona. (EFE/Jose Oliva).- La novela póstuma del escritor mexicano recientemente fallecido Carlos Fuentes y las nuevas creaciones de Salman Rushdie, Haruki Murakami, Ken Follet, Javier Cercas y Arturo Pérez-Reverte destacan en el otoño literario español, con un acento especial en la novela de género.

En noviembre se publicará Federico en su balcón (Alfaguara), de Fuentes, que hace un recorrido por la filosofía nietzscheana a partir de un diálogo imaginado entre Dante Loredano y su vecino de balcón, Friedrich Nietzsche.

Entre los autores internacionales destacan Rushdie, que publica en noviembre la fábula Luka y el fuego de la vida (Mondadori); Don DeLillo, con sus cuentos completos en El ángel Esmeralda (Seix Barral); y Murakami con Baila, baila, baila (Tusquets).

Amin Maalouf con Los desorientados (Alianza); John Updike con Bech ha vuelto (Tusquets) y S. (RBA); Charles Baxter con Grifo (RBA); Amos Oz con Conocer a una mujer (Siruela); Toni Morrison con Volver (Lumen); y John Cheever con Cuentos Completos (RBA) son otros autores que estarán en los anaqueles de las librerías.

También se publicarán en los próximos meses Los reyes de lo cool (Mondadori), de Don Winslow; El atlas de las nubes (Duomo), de David Mitchell; Antigua luz (Alfaguara), de John Banville; Hermana mía, mi amor (Alfaguara), de Joyce Carol Oates; y Notas de un vendedor de mujeres (Anagrama), de Giorgio Faletti.

Además de Fuentes, el panorama latinoamericano ofrece una nueva novela de Laura Restrepo, Hot sur (Planeta); de Rodrigo Rey Rosa, Los sordos; y Andrés Neuman, Hablar solos (ambas en Alfaguara).

En el volumen Amor (Plaza & Janés), Isabel Allende reúne fragmentos de sus obras sobre amor y eros.

Con la novela Las Leyes de la frontera (Mondadori), Javier Cercas se asoma de nuevo a los primeros años de la transición, pero esta vez enseña la cara B del postfranquismo.

Otro plato fuerte de la novela española será El tango de la guardia vieja (Alfaguara), de Arturo Pérez-Reverte, una historia de amor, traiciones e intrigas, prolongada durante cuatro décadas del siglo XX en Buenos Aires, la Riviera francesa y Sorrento.

También se publicarán Mi amor en vano (Anagrama), de Soledad Puértolas; El lago en las pupilas (Siruela), de Luis Goytisolo; No me cuentes tu vida (Planeta), de Luis García Montero; o Ayer no más (Destino), de Andrés Trapiello.

Entre los autores españoles destacan asimismo Manuel Rivas con Storyboard (Alfaguara); Luis Landero con Absolución (Tusquets); Juan Manuel de Prada, con Me hallará la muerte (Destino); o David Monteagudo con la antología Cuentos que acaban mal (Acantilado).

Dentro de los grandes éxitos de ventas, Umbriel recupera El Círculo Matarese, de Robert Ludlum, autor de la saga Bourne. También aparecerán El índice del miedo (Grijalbo), de Robert Harris; y Tres (Suma), de Melissa P.

La excelente cosecha de novela negra contará con algunos de sus más ilustres creadores como Patricia Cornwell con Port Mortuary (RBA); Ian Rankin con Jack al desnudo (RBA); Michael Connelly con El último coyote (Roca); o José María Guelbenzu, en Muerte en primera clase (Destino).

Todos los cuentos (RBA) ofrecerá en una única edición completa todos los cuentos de Raymond Chandler, y a partir de septiembre Acantilado publica todo Simenon. Además, Ediciones B editará Experimento letal, de John Locke, primer autor que superó el millón de libros electrónicos en Amazon.

En el género histórico, los lectores tendrán su cita con El Invierno del Mundo (Plaza y Janés), de Ken Follet; Donde se alzan los tronos (Planeta), de Ángeles Caso; La bibliotecaria de Auschwitz (Planeta), de Antonio G. Iturbe; Donde la muerte te encuentre (Algaida), de Fernando Otero; Pretoriano, de Simon Scarrow, y Álava en Waterloo, de Ildefonso Arenas (Edhasa).

Entre los clásicos sobresale el Teatro completo (Cátedra), de Bertolt Brecht; Cuentos de Navidad (Mondadori), de Charles Dickens en el bicentenario de su nacimiento; y la primera compilación de los cuentos de Roald Dahl, algunos inéditos en español (Alfaguara).

La literatura infantil y juvenil estará representada por la quinta entrega de Gregor, de Suzanne Collins, e Insurgente, segunda de la trilogía Distopía de Veronica Roth, ambas en Molino.

Los jóvenes lectores podrán leer también Oblivion 2, de Francesc Miralles; La verdadera historia del Capitán Garfio (ambas en La Galera), de Pierdomenico Baccalario, y Sólo tú (Destino), de Jordi Sierra i Fabra.

Fuente: http://www.lavanguardia.com/libros/20120828/54342484888/rushdie-murakami-cercas-y-perez-reverte-novedades-en-otono.html

miércoles, 29 de agosto de 2012

Todo por la (buena) crítica

Todo por un sueño, ergo por la crítica. Siempre que sea buena, claro. John Locke, el célebre autor del millón de e-books, presume en su web de que todos los libros que se ha autopublicado son best-sellers. En el último hasta da consejos sobre cómo repetir la hazaña. Se le olvida contar, apunta The New York Times, cómo en 2010 encargó 300 críticas para darle un empujón a las ventas de la saga del ex-agente de la CIA Donovan Creed. Y es que parece que es el precio que algunos escritores están dispuestos a pagar para que sus obras atraigan la atención que, consideran, merecen... Era otro mundo, futbolístico y editorial, en el que vivía Nick Hornby cuando escribió Fiebre en las gradas, que celebra su 20 aniversario, y otro libro, distinto al escrito por E.L. James, leerán los lectores de Corea del Sur en una versión más recatada de Cincuenta sombras de Grey obra de una veterana traductora. Empezamos:


ESTADOS UNIDOS

Todd Rutherford, fundador de la ya difunta empresa de reseñas de libros Gettingbookreviews.com, se dio cuenta de que era casi imposible convencer a medios tradicionales y/o blogs especializados de que reseñasen a escritores autopublicados, así que se le ocurrió el siguiente servicio: por 499 dólares se encargaría de que les escribiesen 20 críticas de su libro, la tarifa subiría hasta 999 por 50. Por supuesto, explica, "eran reseñas de marketing, no editoriales" porque siempre destacaban lo positivo, nunca lo negativo. Rutherford pagaba a los críticos 15 dólares por reseña. Si éstos consideraban que el libro no merecía una crítica elogiosa, no pasaba nada, tan sólo tenían que comunicárselo y cobrarían la mitad de la tarifa (ni que decir que esto ocurrió en contadas ocasiones). La vida de Gettingbookreviews.com fue breve. Una cliente insatisfecha puso fin al negocio: Ashly Lorenzana difundió por varias webs su decepción con el servicio y, acto seguido, Google suspendió la cuenta publicitaria de la empresa alegando que no aprobaban los anuncios de "reseñas favorables" y Amazon retiró bastantes de ellas (no todas) de su web. Fin. Pero en menos de un año de vida, la empresa fabricó 4.531 reseñas. (vía The New York Times)

P.D: En el New Yorker, Richard Brody también se pronuncia sobre el debate en torno al buenrollismo de los críticos en la actualidad y está de acuerdo en que "es absurdo deplorar la crítica negativa", pero advierte de que tampoco es la panacea y el primero que debe someterse a la crítica es... el crítico: "La crítica negativa es tanto una obligación del sistema nervioso -del alma, en realidad- como parte del oficio del crítico, una responsabilidad que éste contrae con los lectores. Pero el hecho de que sea así -de que la negatividad se practique para preservar la cordura y ganarse el pan- es razón de más para que los críticos cuestionen sus propios juicios y consideren sus propias reacciones como una parte fundamental de lo que someten a consideración, reevaluación y escepticismo. Es fundamental que los críticos reconozcan su actividad como la empresa personal que es. Si la crítica consiste en transformar lo secundario (el juicio del crítico) en primario, entonces ese juicio debería, como contrapartida, ser juzgado. Si para algo sirve la crítica es para la auto-crítica". (vía The New Yorker)

Every love story is a ghost story de D.T. Max es la biografía de David Foster Wallace y una de las novedades editoriales más esperadas en Estados Unidos. En este artículo de The Daily Beast adelantan algunos fragmentos sobre su amistad epistolar con Jonathan Franzen -"En estos momentos soy un joven patético y muy confuso, un escritor fracasado de 28 años, que siente tantos celos, tanta envidia enfermiza y aguda de ti [Franzen] y Vollman, y Mark Leyner e incluso de David F--kwad Leavitt y de cualquier hombre que en estos momentos esté produciendo páginas con las que pueda vivir... que considero el suicidio una opción razonable -aunque en este punto no deseable- con respecto a todo este horrible problema"- y su tumultuosa relación con la poeta Mary Karr, quien en el libro recuerda cómo un buen día apareció en una fiesta en la que estaba con su familia con el brazo izquierdo vendado. Acababa de tatuarse su nombre y un corazón. (vía The Daily Beast)

MÉXICO

El Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, la Feria Internacional de Libro de Guadalajara y el Fondo de Cultura Económica anunciaron la pasada semana la creación del Premio de Traducción Literaria Tomás Segovia. Al galardón podrán optar profesionales que traduzcan del español a otras lenguas y de otras lenguas al español. En esta primera edición sólo se aceptarán candidaturas de los segundos. El ganador se conocerá el próximo 5 de noviembre y la entrega se celebrará el 25 del mismo mes en la Feria Internacional de Libro de Guadalajara. (vía El Informador)

COLOMBIA

"A menudo la crítica literaria consiste en establecer misteriosas genealogías", dicen en El Malpensante. Y en su número 131, el escritor y columnista Julio César Londoño propone la suya, que hilvana obras y personajes de Nathaniel Hawthorne, Herman Melville, Patrick Süskind y Franz Kafka. (vía El Malpensante)

CHILE

Acaba de publicarse en Chile la novela Insaciables, escrita a cuatro manos por Mónica Echeverría y Patricia Lutz, que "reconstruye la historia privada de la familia Pinochet". Aunque, en realidad, los protagonistas absolutos son Augusto Pinochet y Lucía Hiriart porque el objetivo del libro no es otro que derribar mitos en torno al matrimonio. “Ellos están mitificados, tanto por sus adeptos como por sus detractores. A Pinochet lo tienen en una dimensión de estadista o en la del dictador que cometió grandes crímenes, pero no como este personaje simplón con ambiciones mezquinas que retratamos en esta novela”, explica Lutz. (vía La Tercera)

REINO UNIDO

Por no saber, en la Academia sueca aún no saben ni siquiera la fecha de anuncio del galardonado con el Premio Nobel de Literatura. Pero en internet ya hay quien hace sus apuestas en webs como Unibet y Ladbrokes. Ésta última es la buena, según el blog The Literary Saloon, y en ella el favorito es el japonés Haruki Murakami -la editorial Tusquets publicará en septiembre su novela Baila, baila, baila y aquí pueden leerse las primeras páginas-. Le sigue el chino Mo Yan, el holandés Cees Nooteboom, el albanés Ismail Kadaré y el sirio Adonis. ¿Sirven de algo estas especulaciones? Quién sabe. El ganador del año pasado, el poeta sueco Tomas Tranströmer era el segundo de la lista, por detrás de Adonis. (vía The Guardian y Jacket Copy)

Ya saben que Fiebre en las gradas de Nick Hornby está de aniversario y el escritor ha aprovechado la efeméride para defenderse de quienes sostienen que su libro es, en parte, responsable de algunos de los cambios que ha experimentado el fútbol británico. "Nuestros estadios son, en su mayor parte, seguros, pero las entradas son carísimas y más difíciles de conseguir y, consecuentemente, el público es más mayor y tranquilo. Prácticamente todo aquel que ha jugado en la Premier League en la última década es multimillonario...", enumera. Según esta teoría, dice Hornby, "mi libro vendió el fútbol a las clases medias, que posteriormente se convirtieron en las únicas que pudieron permitirse verlo". Su respuesta: "Me encantaría reclamar parte del mérito de un cambio social y cultural de importancia, aunque sea lamentable, pero no puedo. No estoy siendo modesto cuando sugiero que el dueño de un imperio mediático internacional [Rupert Murdoch] ha ejercido un efecto más profundo en el deporte británico que mi primer libro. Y, de todas formas, aquí hay algo sospechoso: una suposición de que, como Fiebre en las gradas es un libro, su éxito se debe únicamente a los lectores de clase media. ¿Cómo podría ser de otra forma, cuando la clase trabajadora no lee?". (vía The Telegraph)

FRANCIA

En Le Nouvel Observateur los libreros seleccionan sus seis libros predilectos de la rentréeotoñal. Los elegidos: Viviane Elisabeth Fauville de la debutante Julia Deck, Sermon sur la chute de Rome de Jérôme Ferrari, Autobiographie des objets de François Bon y Rue des voleurs de Mathias Enard. Todos ellos franceses. Pero también se clasifican dos autores estadounidenses: Le Monde à l'endroit de Ron Rash y Home de Toni Morrison. (vía Le Nouvel Observateur)

Su novela no está entre las preferidas de los libreros franceses, pero la belga Amélie Nothomb no se ha perdido ni una sola rentrée otoñal desde 1992 cuando publicó Higiene del asesino. ¿La clave? "Soy de una regularidad desesperante. Nunca dejo de escribir y me impongo una disciplina tremenda: me levanto todos los días a las cuatro. Muchos escritores dicen que lo más duro es retomar la escritura tras haber terminado un libro. Bueno, yo he resuelto el problema: ¡no paro nunca!", cuenta le escritora en esta entrevista. (vía Le Figaro)

COREA DEL SUR

La historia se repite: Cincuenta sombras de Grey también es un éxito en Corea del Sur. Aunque la versión que los coreanos leen y leerán es ligeramente distinta a la original: una veterana traductora, que para la ocasión ha utilizado un pseudónimo, ha sustituido "las palabras explícitas" con metáforas y ha "recatado" los rituales sadomasoquistas descritos por E.L. James. Por indicación de la editorial, claro. Ya lo avisa el título de la reseña: "El porno para mamás, mejor en traducción". (vía The Korea Times)

Fuente:http://blogs.elpais.com/papeles-perdidos/2012/08/hagan-sus-apuestas-nobel-de-literatura-2012.html

martes, 28 de agosto de 2012

El profesor Piglia enseñará literatura por televisión

Era Buenos Aires, era 1856 y las calles aparecieron empapeladas con un anuncio: el luchador estadounidense Charles desafiaba a los varones porteños a vencerlo, puño a puño. Si el retador hacía que Charles mordiera la lona se llevaría 2.000 pesos. Se inscribieron –cuenta el profesor– “tres argentinos, tres italianos, dos vascos, un irlandés, un francés y un hombre de nacionalidad desconocida, que peleó enmascarado”. El jurado: José Toribio Martínez de Hoz (fundador de la Sociedad Rural), el Jefe de Policía y ...¡Sarmiento! Antes de que empiece la pelea, un hombre se levanta desde un palco y reta a otro a duelo. El desafiante es Lucio V. Mansilla, escritor y personaje de la época. El desafiado, José Mármol. El profesor mira a sus alumnos y la cámara los mira a todos. Esto es el estudio mayor de Canal 7. Esta es una clase del escritor Ricardo Piglia y, también, un programa de televisión. La clase/capítulo de hoy girará alrededor de los libros de los contrincantes: Una excursión a los indios ranqueles (Mansilla) y Amalia (Mármol).

“Escenas de la novela argentina” será un ciclo de cuatro entregas, producido entre el Canal y la Biblioteca Nacional, que irá los sábados a las 20.30, desde esta semana. En él, Ricardo Piglia –autor, entre otros, de Respiración artificial y Plata quemada– dará un curso, que es el mismo que ya dio en las universidades de Buenos Aires y de Princeton.

En todas las clases hay tres bloques. El primero abre con una escena, como la de la pelea –“no la inventé, está ahí”, se ríe Piglia– y sigue con conexiones que van de la novela elegida a la cultura y la literatura contemporáneas. En el segundo el profesor/conductor charla con un invitado, sentados en sillones. En el tercero, redondeo y preguntas.

El primer programa, el de Masilla y Mármol, está dedicado a “La vida privada” y la invitada es María Moreno. El segundo se trata de “La voz argentina”, cuenta las reflexiones de Eduardo Wilde cuando, en 1888, tiene en las manos un invento nuevo, el grabador, y se centra en Juan Moreyra, de Eduardo Gutiérrez. El invitado es Juan Sasturain.

En el tercer capítulo se habla de “La conspiración”, los autores son Roberto Arlt y Rodolfo Walsh y el invitado, Ricardo Bartís.

El ciclo termina con un programa sobre “La utopía”. El protagonista será Macedonio Fernández, que en 1928 se fue a leer una novela por la radio, dos años antes del primer radioteatro. Ahí el libro será Museo de la novela de la Eterna, de Macedonio, y el invitado, Horacio González, director de la Biblioteca Nacional.

Los alumnos son estudiantes de la Facultad de Filosofía y Letras que recibieron la clase en el momento en que fue grabada, en junio.

¿Quién se va a sentar un sábado a la noche a ver una clase de literatura? Ayer, en una reunión con periodistas se hablaba de la expectativa de encontrar un público como el de En terapia. Y aunque es cierto que quien no haya leído los libros mencionados se perderá una parte importante, Piglia sabe hace mucho que una clase es una puesta en escena y sabe manejar los tiempo y la tensión.

Por eso, cuenta que Mansilla terminó preso pero deja para los últimos minutos el resultado de las peleas de Charles. Decirlo aquí ¿es informar o contar el final?

Fuente:http://www.clarin.com/sociedad/profesor-Piglia-ensenara-literatura-television_0_763723706.html

Georges Perec: instrucciones para una vida de palabras

En 1964, Carlos Fuentes publicó un artículo en el suplemento Siempre!, en México, a propósito de la “nueva novela latinoamericana”. Allí refería cierta polémica que había tenido en la televisión estadounidense con Gunther Grass y Alberto Moravia, cuando los tres escritores debatieron sobre la presunta muerte de la novela. Ante el punto de vista de Moravia, quien aceptó la muerte del género, Fuentes señaló que “no es la novela lo que ha muerto, sino precisamente la forma burguesa de la novela y su término de referencia, el realismo, que supone una forma descriptiva y sicológica de observar a individuos en relaciones personales y sociales”. Y concluía: “De la misma manera que las fórmulas económicas tradicionales del industrialismo no pueden copar con la revolución tecnológica, el realismo burgués (o si se quiere, el realismo industrial, tout court ) no puede penetrar las preguntas y respuestas límite de los hombres de hoy”.

Pese al ultrapromocionado boom de la literatura latinoamericana –que, no olvidemos, fue un fenómeno comercial y no literario–, en otras partes del mundo se estaban haciendo experimentos buscando esas nuevas fórmulas por las que apostaba el autor de La muerte de Artemio Cruz . Y como solía pasar entonces, Francia tenía algo que decir al respecto. Quien lo dude, puede hoy leer la obra de Raymond Roussel (1877-1933), novelista admirado por los poetas surrealistas –que buscaron una realidad que se ubicara por encima de la realidad burguesa–, por Michel Foucault –quien le dedicó un libro– y por Michel Leiris (1901-1990), uno de los más influyentes escritores franceses del siglo XX, que el mundo hispanófono no termina de descubrir.

A finales de la década de 1950, Roussel y su curiosa manera de plasmar la realidad en la literatura llamaron la atención de Alain Robbe-Grillet (1922-2008), exponente del nouveau roman –vale decir, del grupo informalmente representado por Nathalie Sarraute, Claude Simon y Michel Butor, entre otros–, cuyo rasgo principal se apoyaba en un punto de vista extremadamente objetivo que, en la práctica, relegaba al narrador a ser un mero presentador de personajes espectadores del mundo en el que les tocaba vivir. Pero Roussel también fue importante para el Oulipo (“Ouvroir de Littérature Potencialle”, algo así como “Obrador” o “Taller” de “Literatura Potencial”). Fundado a fines de 1960 por Raymond Queneau (1903-1976) y François Le Lionnais (1901-1984), recogió instancias experimentales ya planteadas por Queneau y Boris Vian (1920-1959), quienes, a su vez, se inspiraron en Alfred Jarry (1873-1907) y la patafísica, doctrina que considera lo extraordinario como normalidad y las reglas como anomalía. En el caso específico de Oulipo, la norma está dada por la restricción de naturaleza matemática, lo cual ha llevado a sus cultores a todo tipo de problemas de resolución literaria anómala: novelas con trama mínima y cientos de finales, sonetos cuyos versos resultan intercambiables, palíndromos gigantescos, etc. Y ésa es la Francia donde Julio Cortázar –otro autor del boom– escribe Historias de cronopios y de famas (1962), Rayuela (1963), La vuelta al día en ochenta mundos (1967), 62 modelo para armar (1968) y Ultimo round (1969).

Memoria del olvido
De todos los cultores de Oulipo, acaso el más importante haya sido Georges Perec (1936-1982). Hijo de judíos polacos emigrados a Francia, a los cinco años Perec ya era un huérfano de guerra. Icek Judko Perec, su padre, enrolado voluntariamente en el XII Regimiento Extranjero de Infantería (REI), murió combatiendo a los alemanes el 16 de junio de 1940, seis días antes de que Francia firmara la capitulación. Cyrla Szulewicz, su madre, consiguió que, en el otoño de 1941, su hijo fuera transportado por uno de los últimos convoyes de la Cruz Roja a Villard-de-Lans, un cantón cercano a Grenoble, en el departamento de Isère, en la región de Rhône-Alpes, por entonces libre de las leyes de Vichy. Allí fue recibido por David Bienenfeld y Esther Perec (hermana de Icek), quienes tenían dos hijas: Bianca y Ela. Por su parte, fracasados los varios intentos de abandonar París para reunirse con su hijo, Cyrla fue arrestada por la policía francesa el 23 de enero de 1943 y deportada a Auschwitz el 11 de febrero de ese año. Allí termina su rastro, aunque todo hace suponer que acabó en la cámara de gas.

Según anota David Bellos, principal biógrafo de Perec y traductor de sus obras al inglés, los Bienenfeld inscribieron a Georges –familiarmente Jojo– en el colegio Turenne, un internado católico de varones. Pese a la relativa seguridad que les ofrecía vivir en el sudeste de Francia, los Bienenfeld debieron prevenirlo sobre la necesidad de ocultar su verdadera identidad. “Sin embargo, con un niño –señala Bellos–, y para no hacer correr riesgos al colegio, hubo que tomar ciertas precauciones. (…) Antes de la partida de Jojo para el colegio Turenne, alguien –tal vez su tío– tuvo que encontrar las palabras para hacerle comprender lo que, bajo ningún pretexto, jamás debía revelar. Georges Perec no se acuerda de ello, porque el único medio del que disponía para obedecer esa orden terminante fue… el olvido. La orden terminante, de la que desconocemos la forma, debió haber tenido la fuerza de un mandamiento: “hay que olvidar”. Bellos entonces se pregunta: “¿Cómo decirle de otro modo a un niño que es peligroso para él dejar escapar (incluso a través de simple fruncimiento de cejas, una mirada) que entiende el yidish, que conoce el alfabeto hebreo, que su padre se llamaba Izie, que vivía en Belleville, que su familia viene de Polonia, que su abuela vende pepinos en vinagre, arenques en salmuera y halvá, que su abuelo nunca está en casa los sábados, que la mayoría de sus compañeros son judíos –en síntesis, que él también es judío? Seguramente se le exigirá que borre todos los recuerdos de su pasado, se le dirá que para él comienza una vida nueva, que el apellido es bretón, que él es francés, y que nunca, absolutamente nunca debe pensar en lo que quedó atrás. Ese fue entonces un acto de olvido de una necesidad vital, pero también fue una traición interior”.

Así planteadas las cosas, la recuperación de la memoria que la historia le obligó a perder sería en Perec una suerte de expiación y su monumental esfuerzo autobiográfico, la penitencia que él mismo se impuso. Sin embargo, es posible que haya algo más, ya que sus esfuerzos no se limitaron a la recuperación de la memoria de sus padres y de su niñez. De hecho, hay una búsqueda que va mucho más allá y que, sin dudas, lo excede.

Palabras cruzadas
Después de la guerra, Perec se trasladó con sus tíos a París, al distrito XVI, hasta hoy uno de los más ricos de la capital. Allí estudió en el liceo Claude-Bernard y después, nuevamente como interno, en colegio Geoffroy-Saint-Hilaire d’Étampes, comuna situada a 48 km al sudoeste de París. En 1954, ya en la universidad, comenzó unos vagos estudios de historia que abandonó dos años después. Para entonces, trabajaba de lo que pudiera: bibliotecario, archivista, secretario y, sobre todo, articulista para las más diversas publicaciones que podamos imaginar. Entre 1958 y 1959, cumplió con su servicio militar en el XVIII Regimiento de Paracaidistas, ubicado en Idron, localidad cercana a Pau, en el sudoeste de Francia. En 1960 se casó en primeras nupcias con Paulette Pétras para poder instalarse en Sfax, a 270 km de la capital de Túnez, donde ella había conseguido trabajo como docente. Entre 1961 y 1978, año de su consagración total con La vie mode d’emploi (La vida: instrucciones de uso), vivió de un modesto salario como archivista en el Laboratoire Associe 38 del CNRS, dedicado a la investigación médica. Sus ingresos se completaban escribiendo palabras cruzadas para varios medios y con eventuales artículos. En 1976 se enamoró de la cineasta Catherine Binet, quien lo acompañó durante los últimos seis años de su vida. En febrero de 1982, Perec se enteró de que tenía un cáncer de pulmón y que éste ya no era operable porque había hecho metástasis. Murió el 3 de marzo de ese año.

Desde la prematura muerte de Georges Perec, en 1982, hasta la actualidad, se publicaron no menos de 18 nuevos volúmenes que llevan su firma y que vienen a sumarse a los 17 títulos que había publicado en vida. Esos libros póstumos, ordenados temáticamente, incluyen desde artículos circunstanciales hasta verdaderos relatos, pasando por entrevistas, cartas, textos de tarjetas postales, notas personales, prólogos, reseñas bibliográficas, desgrabaciones de conferencias, respuestas a encuestas y apostillas de todo tipo. La cosa no concluye ahí: todavía estamos lejos de haber terminado con la inmensa cantidad de textos que Perec desperdigó por el mundo en los escasos 46 años que le tocó vivir.

Con todo, aun cuando al rompecabezas que constituye su obra todavía le falten piezas, es lícito pensar que los núcleos centrales, aquéllos alrededor de los cuales se organiza el dibujo, ya están dispuestos. El mismo los había definido en “Notes sur ce que je cherche” (“Notas sobre lo que busco”), cuando señaló que los libros que escribió están asociados a cuatro campos diferentes, cuatro modos de interrogación que plantean la misma pregunta según perspectivas particulares las cuales determinan, a su vez, un cierto tipo de trabajo literario. Dice Perec, “La primera de esas interrogaciones puede ser calificada de ‘sociológica’: cómo mirar lo cotidiano (…); la segunda es de orden autobiográfico (…); la tercera, lúdica (…); la cuarta, finalmente, concierne a lo novelesco, al gusto por las historias y por las peripecias, al deseo de escribir libros que se devoren panza abajo en la cama”.

La subversión del yo
Ahora bien, más allá de las proezas lipogramáticas, de los múltiples juegos matemáticos y de haber escrito una novela sin la letra “e” –la más frecuente en francés– donde se investiga quién se la robó, lo que aquí importa destacar, y lo que probablemente va a quedar, es su monumental proyecto autobiográfico basado en algo así como una subversión del yo. De hecho, Perec no habla de sí, sino de lugares y objetos asociados a su propia experiencia; en síntesis, la materialidad de los días. Con todo eso, inaugura un nuevo concepto de narración en la que se borran los límites genéricos, y plantea una suerte de realismo a ultranza que supera los límites de la mera realidad transformándola en algo extraordinario.

Llegamos así a un nuevo concepto de literatura autobiográfica que desdeña el aburrimiento que provoca la autonarrativa, la crónica autocentrada, y que permite una nueva mirada sobre los datos que aportan la vida cotidiana y la historia común.

Fuente: http://www.revistaenie.clarin.com/literatura/Georges-Perec-instrucciones-para-una-vida-de-palabras_0_761923810.html

El profesor Piglia enseñará literatura por televisión

Era Buenos Aires, era 1856 y las calles aparecieron empapeladas con un anuncio: el luchador estadounidense Charles desafiaba a los varones porteños a vencerlo, puño a puño. Si el retador hacía que Charles mordiera la lona se llevaría 2.000 pesos. Se inscribieron –cuenta el profesor– “tres argentinos, tres italianos, dos vascos, un irlandés, un francés y un hombre de nacionalidad desconocida, que peleó enmascarado”. El jurado: José Toribio Martínez de Hoz (fundador de la Sociedad Rural), el Jefe de Policía y ...¡Sarmiento! Antes de que empiece la pelea, un hombre se levanta desde un palco y reta a otro a duelo. El desafiante es Lucio V. Mansilla, escritor y personaje de la época. El desafiado, José Mármol. El profesor mira a sus alumnos y la cámara los mira a todos. Esto es el estudio mayor de Canal 7. Esta es una clase del escritor Ricardo Piglia y, también, un programa de televisión. La clase/capítulo de hoy girará alrededor de los libros de los contrincantes: Una excursión a los indios ranqueles (Mansilla) y Amalia (Mármol).

“Escenas de la novela argentina” será un ciclo de cuatro entregas, producido entre el Canal y la Biblioteca Nacional, que irá los sábados a las 20.30, desde esta semana. En él, Ricardo Piglia –autor, entre otros, de Respiración artificial y Plata quemada– dará un curso, que es el mismo que ya dio en las universidades de Buenos Aires y de Princeton.

En todas las clases hay tres bloques. El primero abre con una escena, como la de la pelea –“no la inventé, está ahí”, se ríe Piglia– y sigue con conexiones que van de la novela elegida a la cultura y la literatura contemporáneas. En el segundo el profesor/conductor charla con un invitado, sentados en sillones. En el tercero, redondeo y preguntas.

El primer programa, el de Masilla y Mármol, está dedicado a “La vida privada” y la invitada es María Moreno. El segundo se trata de “La voz argentina”, cuenta las reflexiones de Eduardo Wilde cuando, en 1888, tiene en las manos un invento nuevo, el grabador, y se centra en Juan Moreyra, de Eduardo Gutiérrez. El invitado es Juan Sasturain.

En el tercer capítulo se habla de “La conspiración”, los autores son Roberto Arlt y Rodolfo Walsh y el invitado, Ricardo Bartís.

El ciclo termina con un programa sobre “La utopía”. El protagonista será Macedonio Fernández, que en 1928 se fue a leer una novela por la radio, dos años antes del primer radioteatro. Ahí el libro será Museo de la novela de la Eterna, de Macedonio, y el invitado, Horacio González, director de la Biblioteca Nacional.

Los alumnos son estudiantes de la Facultad de Filosofía y Letras que recibieron la clase en el momento en que fue grabada, en junio.

¿Quién se va a sentar un sábado a la noche a ver una clase de literatura? Ayer, en una reunión con periodistas se hablaba de la expectativa de encontrar un público como el de En terapia. Y aunque es cierto que quien no haya leído los libros mencionados se perderá una parte importante, Piglia sabe hace mucho que una clase es una puesta en escena y sabe manejar los tiempo y la tensión.

Por eso, cuenta que Mansilla terminó preso pero deja para los últimos minutos el resultado de las peleas de Charles. Decirlo aquí ¿es informar o contar el final?

Fuente:http://www.clarin.com/sociedad/profesor-Piglia-ensenara-literatura-television_0_763723706.html

lunes, 27 de agosto de 2012

Baudelaire, cartas malditas

Poeta satánico, ebrio de poesía y ajenjo, de versos y maldiciones, Charles Baudelaire fue también, al final de su vida, un autor consciente de su lugar en la posteridad, que buscaba subvenciones de Estado, necesitaba dinero demasiado a menudo y pedía favores a los editores, críticos y escritores más prestigiosos. Es el Baudelaire humano, demasiado humano quien se retrata en el volumen de Cartas inéditas que ha preparado Mario Campaña (Bassarai) y que aparece estos días. El Cultural ofrece como anticipo las mejores cartas.


A Auguste Poulet-Malassis [su editor]

París, viernes 16 de diciembre de 1853

Mi querido Malassis: Le ruego, si es posible, que en cuanto haya recibido mi carta me envíe por correo, en forma de giro postal, una suma cualquiera. Lo dejo a su comodidad, como ve, porque es evidente que no puede ser una suma muy grande. se trata simplemente de encontrar algunos días de reposo y aprovecharlos para terminar cosas importantes que darán resultado positivo el mes próximo [...].

Me es imposible contarle todos los infortunios que han ocurrido este año en mi vida, por mi culpa, y sin mi culpa. Año estéril. Todo este grotesco poema no le concierne y no le interesará. ¡Usted vive en tanta calma! Mi vida, para mí, usted lo puede adivinar, estará siempre hecha de cóleras, de muertes, de tormentas y sobre todo de descontentos sobre mí mismo. Este lenguaje no es enfático; le escribo sin ninguna sobreexcitación nerviosa. Todo lo que sé, todo lo que siento, es que a consecuencia de una serie de desventuras en las que mi estupidez tiene su parte, acabo de perder un año entero y que tengo que hacer cuatro volúmenes y tres comedias; que estas obras no están hechas, que he recibido dinero por alguna de ellas, y que no tengo dinero para trabajar, no ya quince días, sino ni siquiera un día. No encontrará sorprendente que haya pensado en usted, que ha sido siempre tan amable conmigo.

PD. con o sin dinero, respóndame enseguida [...]

Charles Baudelaire
A Victor Hugo


París, 23 de septiembre de 1859

Señor, tengo la más grande necesidad de usted e invoco su bondad. Hace unos meses escribí un artículo sobre mi amigo Th. Gautier, que ha provocado tal estallido de risa entre los imbéciles que he juzgado adecuado hacer un cuadernillo, aunque sólo sea para probar que no me arrepiento en absoluto. [...] He sabido por nuestro amigo común, el señor Paul Maurice, que usted había tenido la bondad de escribirme una carta que aún no ha podido ser encontrada [...] Como quiera que sea, he experimentado por esto un amargo pesar. ¡Una carta suya, señor, a quien ninguno de nosotros ha visto desde hace tanto tiempo; de usted, a quien sólo he visto dos veces, y de eso hace casi veinte años, es algo sumamente agradable y precioso!

Es necesario, sin embargo, que le explique por qué he cometido la prodigiosa impertinencia de enviarle un papel impreso sin adjuntarle una carta, un homenaje cualquiera, un testimonio de respeto y fidelidad. [...] Conozco sus obras de memoria y sus prefacios me muestran que he sobrepasado la teoría generalmente expuesta por usted sobre la alianza de la moral con la poesía. Pero en un momento en que el mundo se aleja del arte con horror y los hombres se dejan embrutecer por la idea exclusiva de utilidad, creo que no hay nada malo en exagerar un poco en el sentido contrario. Quizá he reclamado demasiado. Era para obtener lo necesario. En fin, aunque un poco de fatalismo asiático se hubiera mezclado en mis reflexiones, me considero digno de perdón. El espantoso mundo en el que vivimos fomenta el gusto por el aislamiento y la fatalidad.

He querido sobre todo conducir el pensamiento del lector hacia esa maravillosa época literaria en que usted fue el verdadero rey, tiempo que vive en mi espíritu como un delicioso recuerdo de infancia. [...] Necesito de usted. Necesito de una voz más alta que la mía y la de Théophile Gautier; necesito de su voz dictatorial. Quiero ser protegido. Imprimiré humildemente lo que usted se digne escribirme. Le suplico que no se sienta incómodo. Si encuentra en estas pruebas alguna cosa censurable, sepa que mostraré su censura dócilmente, sin vergöenza excesiva. Una crítica suya, ¿no es en realidad un halago, puesto que es un honor? [...]

Recuerdo que después de esa publicación usted me envío un cumplido especial sobre mi deshonra, que usted definió como una decoración. Yo no lo comprendí bien, porque todavía estaba preso de la cólera causada por la pérdida de tiempo y dinero. Pero hoy, señor, lo comprendo muy bien. Me encuentro fuerte y alegre en mi deshonra y sé que de ahora en adelante, en cualquier tipo de literatura en que me prodigue, seguiré siendo un monstruo y un hombre-lobo.

[...] Si no tuviera aquí deberes que cumplir, me iría al fin del mundo. Adiós, señor, si alguna vez mi alegre nombre fuera pronunciado de una manera grata en su feliz familia, sentiría una inmensa dicha.

Charles Baudelaire
A Gustave Flaubert


París, 26 de junio de 1860

Mi querido Flaubert, le agradezco muy vivamente su excelente carta. Me conmovió su observación. Hurgando sinceramente en el recuerdo de mis sueños, me he dado cuenta de que siempre he estado obsesionado por la imposibilidad de percibir ciertas acciones o pensamientos repentinos del hombre sin la hipótesis de la intervención de una fuerza maligna exterior a él. He aquí una gran confesión, de la que todo el siglo XIX conjurado no me hará sonrojar. Observe que no renuncio al placer de cambiar de idea o contradecirme. Si me lo permite, uno de estos días, cuando vaya a Honfleur, me detendré en Rouen; como presumo que usted es parecido a mí y que odia las sorpresas, se lo anunciaré anticipadamente. Dice usted que trabajo mucho. ¿Se burla cruelmente? Mucha gente -yo no me cuento en ese grupo- cree que no hago gran cosa. Trabajar, trabajar sin cesar: para eso hace falta no tener sentidos, no tener ensoñaciones; ser una pura voluntad siempre en movimiento. Quizá lo consiga un día.

Todo suyo,
Charles Baudelaire

Ps. Siempre he soñado leer (completo) la Tentación y otro libro singular, del que usted no ha publicado ningún fragmento (Noviembre). ¿Y cómo va Cartago?

Charles Baudelaire
A Charles Asselineau


Bruselas, 5 de febrero de 1866

[...] Escribir no es cosa fácil para mí. Me proporcionaría usted un gusto si tuviese algún buen consejo que darme. Desde hace veinte meses he estado casi siempre enfermo... En febrero del año pasado, violentas neuralgias en la cabeza o reumatismo agudo, lancinante; casi quince días. ¿Podría ser otra cosa? Retorno de los mismos problemas en diciembre. Una tarde, en ayunas, me pongo a girar y a dar vueltas como un borracho, agarrándome a los muebles y arrastrándolos conmigo. Vómito de bilis o espuma blanca. He aquí invariablemente la gradación: me siento perfectamente bien, estoy en ayunas, y de golpe, sin preparación ni causa aparente, experimento sensación de vaguedad, distracción, estupor; y después un atroz dolor de cabeza. Me es absolutamente necesario acostarme de espaldas. Enseguida, sudor frío, vómitos, un largo estupor. Para las neural- gias me habían hecho tomar píldoras compuestas de quinina, digital, belladona y morfina. Después, aplicación de loción de alcanfor y trementina, inútil, por otro lado, según creo. Para los vértigos, agua de Vichy, valeriana, éter, agua de Pullna. El mal ha persistido. Ahora, unas píldoras en cuya composición recuerdo que entra la valeriana o el óxido de zinc, el asa fétida, etc, etc. ¿Son un antiespamódico? El mal persiste. Y el médico pronuncia la gran palabra: histeria. En buen francés: echo mi lengua a los perros. él quiere que pasee mucho. Es absurdo. Además de que he adquirido una timidez y torpeza que hacen la calle insoportable, no hay modo de pasearse aquí, a causa del estado de las calles y los caminos. Cedo por primera vez al deseo de quejarme. ¿Conoce usted este género de enfermedad?

Gracias una vez más por su cariñosa carta. Déme la distracción de una respuesta. Un apretón de mano para Banville, Manet, Champfleury, si los ve.

Charles Baudelaire
A Narcisse Ancelle [su tutor]


Bruselas, 18 de febrero de 1866

Mi querido amigo:

Su terrible carta acababa de llegar cuando la mía salía. Estoy desolado porque Lécrivain no ha ido a verle, o que usted no haya esperado mi carta. Lécrivain estaba convencido de que el trato se haría con los Garnier; veo que él ha tenido muchos malentendidos en esta conversación. Hippolyte G[arnier] no había visto a Lemer ¡desde hacía un año! ¿Qué significa la carta de Lemer, que le he enviado a usted, y la visita de Garnier a Sainte-Beuve? ¿Qué importa que yo esté en Bruselas? He hecho aquí un libro (el último) para Michael Lévy. Los paraísos han tenido un gran éxito literario; pocos libros han tenido tantas reseñas. El hundimiento de Malassis sólo ha impedido la difusión y el éxito económico. Los Contemporáneos son absolutamente desconocidos. Varios fragmentos han aparecido, pero en periódicos desconocidos, archi-ignora- dos. Las flores del mal, ¡libro olvidado! Eso es demasiado absurdo. Todavía lo piden. Quizá comience a ser comprendido dentro de algunos años. ¡Hetzel! Ni siquiera hubo un comienzo de ejecución con Hetzel! Me había compradoLe Spleen de Paris y Las flores. Pero como le dije que quería vender todo de una sola vez me liberó del compromiso anterior, porque creía, como yo, como Lemer, que estos dos volúmenes facilitarían la venta del conjunto. Sólo queda por acordar con Hetzel una pequeña cuestión de dinero. [...] Y ahora, ¿qué hacer? ¿Dividir el todo en partes? Creo que eso sería imprudente y largo. ¿Quiere usted empezar una nueva negociación, aunque sólo fuese preliminarmente, mientras espera que yo vaya a París? [...]

Charles Baudelaire

Fuente: http://www.elcultural.es/version_papel/LETRAS/8994/Baudelaire_cartas_malditas

viernes, 6 de julio de 2012

Medio siglo sin William Faulkner, maestro de la narrativa moderna

Los Ángeles (EEUU), 6 jul.- "El pasado nunca se muere, ni siquiera es pasado" afirmaba en "Requiem for a nun" William Faulkner, maestro de la narrativa moderna y uno de los reyes de la prosa sureña de Estados Unidos, del que hoy se cumplen 50 años de su muerte.

Su obra, sin embargo, mantiene plena vigencia. Ganador del premio Nobel de Literaturaen 1949 y galardonado con dos Pulitzer ("A Fable", en 1955, y "The Reivers", en 1963), Faulkner es considerado uno de más influyentes escritores de la literatura universal gracias a sus planteamientos sobre la raza y sus descripciones sobre los retos y dilemas que propone la modernidad.

Sus monólogos interiores dentro de una narrativa tan profunda y compleja como suntuosa sirvieron de análisis de las heridas del alma del sur estadounidense tras la Guerra de Secesión, dibujadas gran parte de ellas sobre el ficticio Yoknapatawpha, un territorio inspirado en Misisipi al que denominó su "condado apócrifo".

En conmemoración del aniversario de su muerte, la universidad de Oxford, en Misisipi, la ciudad donde el autor vivió y cuya residencia, llamada "Rowan Oak", se mantiene como museo, celebra una jornada diseñada para promover la lectura y el conocimiento del legado de Faulkner, que cuenta en su haber con obras como "The Sound and The Fury" (1929), "As I Lay Dying" (1930), "Sanctuary" (1931), "Light in August" (1932) o "Absalom, Absalom!" (1936).

"Desde que ganó el Premio Nobel, Faulkner ha sido una parte indiscutible de la identidad de Oxford y creo firmemente que también es parte integral de la identidad de esta universidad", dijo Jay Watson, profesor del centro especializado en la obra del autor.

El programa, además de exhibir pinturas de su mujer, Estelle, incluirá un maratón de lectura de "The Reivers", su última novela, a lo largo de nueve horas, al que seguirán sendas charlas sobre el significado de la vida y obra del autor y un pase de la adaptación cinematográfica de ese libro, protagonizada en 1969 por Steve McQueen.

Hollywood también se quiere asegurar de que el legado de Faulkner se mantiene y de hecho David Milch, el creador de "Deadwood", cerró hace meses un acuerdo con los familiares del autor para adaptar varios de sus libros a la televisión y al cine, la industria a la que llegó de joven para ganarse la vida y, sobre todo, costear sus constantes escarceos con el alcohol.

El cine fue su refugio cuando comprobó el escaso éxito de sus obras iniciales, y aún como autor de encargo puso su nombre a los guiones de seis películas, cinco de ellas bajo la dirección de Howard Hawks y algunas tan célebres como "To Have and Have Not" (1944) o "The Big Sleep" (1946).

Fue su granja en Oxford la que vio sus primeros pasos como autor, incluso antes de que se uniera a la Fuerza Aérea de Canadá durante la I Guerra Mundial, una etapa a la que siguieron sus estudios en la universidad de Misisipi y sus primeros trabajos en una librería de Nueva York y en un periódico de Nueva Orleans.

Durante su carrera se volcó en campos como la poesía, el relato, la novela, el ensayo y el artículo, si bien el reconocimiento universal no le llegó hasta la entrega del Nobel.

Faulkner, uno de los más importantes escritores sureños junto a Mark Twain, Truman Capote, Eudora Welty, Thomas Wolfe o Tennessee Williams, fue también referente para la novela moderna latinoamericana y su trabajo ha sido ensalzado por nombres desde Gabriel García Márquez hasta Jorge Luis Borges, que destacaron su carácter innovador e ilustrador del espíritu humano.

"Creo que el nombre no solo perdurará, sino que prevalecerá. Él es inmortal, no porque sea la única entre las criaturas que posee una voz inagotable, sino porque posee un alma, un espíritu capaz de compadecer, sacrificarse y resistir", manifestó Faulkner en su discurso al recibir el Nobel.

Por: Antonio Martín Guirado
Fuente: http://noticias.lainformacion.com/interes-humano/premios/medio-siglo-sin-william-faulkner-maestro-de-la-narrativa-moderna_kyA0YuPTbmksOnT5tJCQl5/